Por Jesús Bermúdez B|Las barajas de muerte (Opinión)

En una muy conocida cadena internacional de comida rápida de hamburguesas se promociona las cajas de la felicidad, cuyo contenido alimenticio viene acompañado casi siempre de alguna promoción de muñecos, juegos de cartón y otros elementos que podrían ser calificados de entretenidos con alguna pretensión didáctica; la promoción está dirigida especialmente a niñas y niños entre 4 y 12 años, quienes entusiasmadas instan a sus padres y/o representantes a adquirir tales productos. Lo cierto es que a mis manos llegó el paquete de barajas de un famoso comics japonés, al revisar su contenido se encuentran ilustraciones de niñas y/o adolescentes, de ojos grandes, labios prominentes, dentadura perlada, de cuerpos muy delgados (in extremis), ataviadas con minifalda y maquillaje exuberante, grandes tacones y peinados pintados con colores extravagantes que se auto-describen como “de muerte”, todo un estereotipo.

La supuesta inocencia de este tipo de promociones muchas veces pasan inadvertidas por los padres y representantes que por diferentes razones no revisan los contenidos de las ofertas que se promocionan en ese tipo de cadena de comida rápida, bien sea por satisfacer o saciar un deseo en un momento dado o por pasar un rato agradable en compañía de sus hijos, no otorgándole muchas veces a la “inocente” promoción la debida importancia desde su posición como adulto; sin embargo, muchas veces pasa lo contrario con las niñas, para ellas, estas ilustraciones no pasan inadvertidas, les llama poderosamente la atención y es ahí donde reside el peligro.

La inculcación de antivalores a través de un tipo de estética en la mentalidad de las niñas y los niños, abona un terreno peligroso para la vulgaridad, la competencia y el divismo, le reduce a nuestra niñez la posibilidad de opciones para desarrollar su potencial creador. Dice Fernando Buen Abad que la estética burguesa crea un tipo de “asociaciones donde los gustos u orientaciones no devienen de una actitud creadora desinteresada porque se eleva sobre una base material y cultural que rinde culto a la propiedad privada, la explotación, el individualismo y busca desarrollarlo en todos los sentidos”.

Cuidemos de nuestras hijas y nuestros hijos del envilecimiento burgués y de la estética vulgar que rinde culto a la banalidad y al consumismo; no permitamos que la niñez siga convertida en un gran mercado; no contemplemos con actitud permisiva esta especie invasión a las mentes de nuestros hijos que en nada ayudará a la formación del nuevo hombre y la nueva mujer a que aspiramos.

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