Manuel Carrero: La victoria de Zamora “marcó su suerte”|Con la Batalla de Santa Inés la Guerra Federal llegó a su punto culminante

Para el profesor Manuel Carrero “el momento culminante de la Guerra Federal fue la rotunda derrota que el líder federalista Ezequiel Zamora le infringió a los conservadores en Santa Inés”. Contó que Zamora conocía el terreno “porque hasta allá fue a buscar a Martín Espinoza, quien andaba cometiendo todo tipo de abusos y violaciones osando llamarse federalista”.

“Zamora lo rodeó en el pueblo de Santa Inés y lo sometió a un juicio sumario que lo condenó a fusilamiento el mismo día. Durante esa jornada descubrió que aquel pueblito rodeado por cerros y bordeado por un río, era un lugar magnifico para una batalla”. Al regresar a tierras barquisimetanas, “tomó la jefatura del ejército federal y se fue ‘toreando’ a las tropas centralista de los godos, aplicándoles una táctica de engaño que los militares llaman “acción retardatriz”, contó.

TÁCTICA DECISIVA

La “acción retardatriz”, explicó Carrero, “consistía en hacerse perseguir para atacar y seguir, para luego volver a atacar y cuando lo alcanzaran, seguir de nuevo, aparentemente huyendo, hasta llevar al adversario al terreno conveniente para encerrarlo en el pueblo de Santa Inés”.

Así fue como el 10 de diciembre de 1859 tuvo lugar la batalla que destrozó al ejército centralista: “Ese fue el momento máximo de la Guerra Federal, pero también el que marcó la suerte de Zamora”

ASESINAN A ZAMORA

Observa el profesor Manuel Carrero que “Zamora se encumbró por encima de los jefes timoratos, los asustadizos, que vieron con temor el giro direccional que tomó la guerra después de Santa Inés. El asesinato de Zamora evidencia aquellos temores”.

“Esos temerosos querían una revolución que no tocara los intereses de los ricos, su temor era aquel al que se refería Páez cuando hablaba de la oclocracia. Zamora fue el tizón de la revolución federal y ese papel enérgico y decidido por una causa le cortó la vida en San Carlos”, aseveró.

“Los jefes federales que no compartían la idea de que la clase desposeída concretara sus derechos, vieron en ese momento a Zamora como un peligro para sus propios intereses”. Las consignas “tierras y hombres libres”, “elección popular y horror a la oligarquía”, subrayó Carrero. “no estaba en la agenda de los jefes timoratos que querían la guerra para llegar al poder sin que cambiara el statu quo”

“Y la consecuencia fue que a un mes de su encumbramiento como jefe militar de la Revolución Federal, el 10 de enero de 1860, Zamora fue asesinado en San Carlos cuando venía desde Barinas, seguramente rumbo a Valencia abriéndose paso hacia la toma del poder en Caracas”, sentenció.

FINALIZA LA GUERRA FEDERAL

“La guerra terminó formalmente, es decir, en lo militar, con la derrota sufrida por los federales en la batalla de Coplé, ocurrida el 17 de febrero de 1860, en un lugar ubicado al sur de Guárico, en las cercanías de Calabozo y Camaguán”, precisó el investigador.

En ese combate comandó las fuerzas federales el general León de Febres Cordero, quien, a juicio de Carrero “no tenía ni el carisma ni las capacidades de Zamora, como tampoco los tenía Falcón, que participó en ella como jefe adjunto. Eran jefes pacatos, sin compenetración con las tropas”.

LA TRAICIÓN OTRA VEZ

Después de la derrota de Coplé, “el ejército federal fue disuelto, pues aunque las fuerzas guerrilleras quedaron haciéndole frente a las tropas centralistas, ya la organización y la moral de los federales estaba quebrada”.

Sin embargo “la violencia se mantuvo ya que las tropas de los godos, no pudieron controlarla hasta un año después, cuando de nuevo el pueblo que fue a la guerra buscando reivindicaciones, fue traicionado por las oligarquías que acordaron ‘la paz’, entre comillas”, advirtió.

Dijo “era una paz para ellos, llevada a cabo mediante un acuerdo conocido como el Tratado de Coche, convenido en abril de 1863, en una hacienda ubicada donde quedan hoy la Urbanización Coche y el Fuerte Tiuna”.

Recalcó que ese tratado “fue firmado por Pedro José Rojas representando a los conservadores y Antonio Guzmán Blanco a los federales. Con él se declaró el fin de las hostilidades y la inmovilización del pueblo armado para garantizar la paz”. ¿La consecuencia? “Con su firma las cúpulas de ambos bandos también se repartieron los puestos de una Asamblea Nacional que se formaría con lo cual los jefes liberales retornaban al poder”.

“Al mismo tiempo acordaron repartirse una parte del célebre préstamo de la Federación, que había convenido el gobierno con bancos de Londres, para satisfacer reclamos de los jefes de uno y otro bando”, afirmó.

Todos esto, concluyó el historiador, “significa que con ese pacto de oligarcas se cerró definitivamente el capítulo de la Guerra Federal”.

T/ Mercedes Aguilar
F/ Cortesía