Por Tulio Monsalve|El Beato (Opinión)

Tengo entendido que quienes logran el grado de Beato destacan por una inquebrantable fe en mantener un camino de virtudes heroicas en defensa de una causa.

Quizás cometa herejía pero considero que para lograr este grado cuánto importa es la causa escogida y cómo se defiende.

En eso destaca un economista venezolano que se bate en muchos frentes y muestra el camino de la beatitud al defender los elevados dogmas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Para ello debe rendir culto a esa joya de virtudes celestiales: el libre mercado.

La nominación a Beato que defiendo es para Ricardo Hausmann. Para su cruzada es menester exhibir gloriosos antecedentes, por ejemplo: haber formado de la tripleta con Moisés Naim y Miguelito Rodríguez que logró un récord que pocos economistas pueden exhibir en el mundo.

Chisme: se juramentó el presidente Carlos Andrés Pérez el 2 de febrero de 1989; de inmediato este trío del IESA impone al país el decreto con el “paquetazo económico”. Logran que el 27/2/1989, en solo 20 días, de su aplicación se produjera El Caracazo que ocasionó tres mil muertos. No poca cosa para una ley.

Después de este pequeño desliz el trío hace mutis. Deciden desaparecer de la escena del crimen y comienzan un periplo como acto de constricción con dolor de corazón. Merodean entre las iglesias del FMI, BID, Banco Mundial y la OMC para poder lograr redimir en esas tierras sus beatíficos oleos, y su destino de libre mercadísmo tras jurar mantenerse mas indómitos que Augusto Pinochet y Donald Trump en esta causa.

Allí prueban su fervor y su fuerza irrefrenable como mártires y beatos de la causa del neoliberalismo. Fue un largo camino de redención. Había que demostrar templanza y evidenciar su postración a la banca, al business, a los fondos buitres, y asegurar su destino final: el petróleo venezolano.

Regresan aquí después de 28 años para consumar su obra beata, y consolidar su Episcopado de la Cruzada Privatizadora. Otra prueba: el 14/01/2017 Hausmann publica en EN un panegírico a página entera en defensa de su causa común con Trump. Todo un poema, cuya nuez es idolatrar el Santo Grial, un Estado -por fin- libre del cáncer de la carga social.

Hausmanía que queda sellada cuando en la barra del Pulpo Gallego, con aporte licoroso del tercer roncito de un compañero, medio hijo de Keynes, que suelta esta frase virtuosa: “…como dijo El Beato: O hacemos política a lo Hayek o Friedman o esto se vuelve definitivamente chicuca”. Ora pro nobis Lucifer

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Caracas