Tinta cruda, por Alfredo Carquez S.|Bernardo (Opinión)

Lamentable, muy lamentable, la repentina muerte de Bernardo Alvarez…Conozco poca gente capaz de desenvolverse tan bien como él solía hacerlo, tanto en el mundo del petróleo como en el de la diplomacia: sin poses artificiales ni pretensiones. No se las daba ni de experto petrolero ni de eterno embajador.

Era atento al escuchar, gustaba de los chistes, las buenas y largas conversaciones. Y era directo, agudo y mordaz cuando hacía falta o quería poner en su sitio a alguna persona impertinente.

A Bernardo lo conocí en los primeros años de gobierno del presidente Hugo Chávez. Él era Viceministro de Hidrocarburos del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, despacho que en ese momento estaba a cargo de Alí Rodríguez Araque. Y yo era un reportero encargado de cubrir la fuente petrolera. Hicimos buenas migas, pues su gentilicio caroreño cuadraba perfecto con mi herencia carachera.

Lo recuerdo apasionado y comprometido con los temas que se le encargaron. Defensor de nuestro derecho soberano de administrar nuestros recursos naturales como bien dispongamos hacerlo. Por esa misma razón no dudaba en dirigir los recursos provenientes de la renta petrolera en beneficio de los mas necesitados.

También estaba claro en la urgente necesidad de construir un aparato industrial nacional estatal, privado y mixto, que satisficiera los requerimientos de la industria petrolera venezolana, pero que también apuntara esfuerzos hacia las exportaciones. Ese fue su sueño cuando ocupó en Pdvsa, lástima que fue por poco tiempo, la Dirección Ejecutiva del Conglomerado Nacional Industrial Petrolero, posición que compartía con su otra obsesión: la consolidación de PetroCaribe.

En el Caribe se movía como pez en el agua. Igualmente lo hacía en las entrañas del monstruo del Norte. Entendía perfectamente la realidad de la política estadounidense: sus grupos de poder, el peso político de los sectores económicos y, en particular, del sector petrolero.

Termino como comencé: Lamentable, muy lamentable la muerte repentina de Bernardo Alvarez.

alfredo.carquez@gmail.com
Caracas