“Bolívar está en nuestro plan de vuelo del siglo XXI”

La unión de los pueblos americanos, la unidad de los patriotas, como clamó Bolívar en su última proclama, mantienen hoy la misma vigencia que hace 190 años cuando el Libertador expresaba sus últimos votos por la felicidad de la patria. La unidad ha sido la clave de la victoria venezolana en este complejo año 2020, contra esta guerra asimétrica, sostiene Pedro Calzadilla

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Mientras en Bogotá y Caracas la canalla oligárquica respectiva celebraba la noticia de la muerte de Bolívar, este en su última proclama deja testimonio de su grandeza. En las 176 palabras finales se manifiesta víctima de sus perseguidores que lo han conducido a las puertas del sepulcro, sin embargo los perdona. Señala que no aspira a otra gloria que a la consolidación de Colombia y afirma que todos deben trabajar por el bien inestimable de la unión. Sus últimos votos, indica en el párrafo final, son por la felicidad de la patria. “Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.

Desde que el 6 de diciembre de 1830 el Libertador fue trasladado a la quinta San Pedro Alejandrino, propiedad del español Joaquín de Mier, en las afueras de Santa Marta. Su salud empeoraba cada día a tal punto que no podía dar un paso. Su médico, Alejandro Próspero Reverend, publicó años después una especie de diario sobre los últimos días del Libertador.

El 8 de diciembre el caraqueño sufrió una brusca y definitiva recaída: aumentó la fiebre, volvieron el hipo, el desvelo y los desvaríos.

“El enfermo -anota Reverend- disimulaba sus padecimientos, pues estando solo daba algunos quejidos”.

Refiere Augusto Mijares en su obra El Libertador: “Algo sorprendente: ninguna mujer acompañó al Libertador en sus últimos momentos; ni siquiera una criada se menciona. Pero entre los compañeros de armas que lo rodeaban estaban los generales José María Carreño, el glorioso mutilado que desde 1813 combatía a su lado, José Laurencio Silva, veterano de Carabobo, Junín y Ayacucho, y Mariano Montilla, que había vuelto a ser su amigo entrañable. Fue Montilla quien tomó la triste responsabilidad de pedir al médico una opinión categórica sobre el estado del Libertador; y cuando oyó que ya no había esperanza de salvarlo, “se dio una fuerte palmada en la frente echando un formidable taco, al mismo tiempo que las lágrimas se le asomaban a los ojos”, narra Reverend.

También por iniciativa de Montilla vino de Santa Marta el obispo José María Esteves, que hizo saber al Libertador el peligro de muerte en que se hallaba. Era el 10 de diciembre; al día siguiente Bolívar recibió los sacramentos, firmó su testamento, una proclama de despedida a los colombianos y la última de sus cartas.

En su testamento, indica Mijares, ordenó que sus restos reposaran en la ciudad de Caracas, legó a su universidad dos obras de la biblioteca de Napoleón que el general Wilson le había regalado, el Contrato social de Rousseau y el Arte militar de Montecuccoli. En una de sus últimas cartas ya había dejado a los caraqueños el testimonio de su perdón y de su amor. Refiriéndose a los ataques que en su ciudad nativa se le hacían declaró: “Diré, no obstante, que no les aborrezco, que estoy muy distante de sentir el deseo de venganza, y que ya mi corazón les ha perdonado, porque son mis queridos compatriotas y, sobre todo, caraqueños…”.

A partir del día 12, el Libertador se agravó por momentos. A menudo deliraba, y en uno de aquellos desvaríos, creyendo estar entre sus soldados les ordenaba: “¡Vámonos! ¡Vámonos!… esta gente no nos quiere en esta tierra… ¡Vamos, muchachos!… lleven mi equipaje a bordo de la fragata”.

El 17 de diciembre Reverend comprendió que se acercaba el momento postrero. En su narración detalla aquellos instantes: “Me senté en la cabecera, teniendo en mi mano la del Libertador, que ya no hablaba sino de un modo confuso. Sus facciones expresaban una perfecta serenidad; ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaban sobre su noble rostro. Cuando advertí que ya la respiración se ponía estertorosa, el pulso de trémulo casi insensible y que la muerte era inminente, me asomé a la puerta del aposento, y llamando a los generales y edecanes y los demás que componían el séquito de Bolívar: ‘Señores- exclamé- si quereis presenciar los últimos momentos y postrer aliento de El Libertador, ya es tiempo’. Inmediatamente fue rodeado el lecho del enfermo y a poco minutos exhaló su último suspiro Simón Bolívar…”.

“A la una y tres minutos de la tarde murió el sol de Colombia”, según rezó el comunicado oficial.

Unidad de los patriotas

El historiador Pedro Calzadilla, quien preside el Centro de estudios Simón Bolívar y es expresidente del Centro Nacional de Historia, considera que esta fecha del 17 de diciembre es una de las que para los pueblos contiene múltiples significaciones. Es un día que conocemos muy bien, está en nuestra memoria colectiva como la fecha en que fallece Bolívar, por lo tanto se ha rememorado mucho, quizá demasiado, desde una perspectiva triste, lúgubre, amarga, quizá reproduciendo la atmósfera que el Libertador transitó en ese momento del fin de sus días, con la desdicha de constatar la disolución de su proyecto, la traición de algunos de sus amigos, el alejamientos de otros, la división de las hermanas, la caída y pérdida de todo.

Sin embargo, observa Calzadilla, otra lectura del 17 de diciembre es que en esa misma fecha en 1819, once años antes de la muerte de Bolívar, coincidencialmente el mismo día nace Colombia, cuando el Congreso Constituyente de Angostura aprueba la Ley Fundamental de Colombia, que es una ley constitucional que tiene una expresión jurídica superior a la de una ley ordinaria u orgánica.

Esa ley establece las pautas, los términos del funcionamiento de la soñada República de Colombia, con la unión del antiguo Virreinato de Nueva Granada y Venezuela.

“Es un momento estelar. Si hay un momento bolivariano que debería concitar el júbilo de los venezolanos, que debería haber fuegos artificiales en las calles, haber fiestas en Venezuela y nuestra América, es el 17 de diciembre, que se debería conmemorar a lo grande, porque es el momento de materialización de uno de los grandes sueños del Libertador y uno de los grandes objetivos estratégicos de la patria que nacía entonces, la patria grande. Una de las caras del 17 de diciembre es la unión, la unidad de ese gran territorio. Y el 17 de diciembre de 1830 es el fin de ese proyecto, y por lo menos un momento de disolución, al menos temporal, de ese proyecto. Sin embargo, en ambos momentos hay el mensaje de unión de Bolívar, lo dice O’Leary, que quienes estuvieron, vieron que él el 17 de diciembre de 1819 pronunció la palabra unidad, unión, y el 10 de diciembre de 1830, siete días antes de morir, pronuncia también en su proclama la unión”, afirma Calzadilla.

Agrega el historiador que la unión fue una obsesión estratégica del Libertador y constituye un mensaje para hoy: la unidad de los patriotas.

Refiere que Chávez en lo que podría llamarse su última proclama, equivalente, el 8 de diciembre de 2012, también insiste en la unidad. Unidad de los patriotas.

“Es uno de los principales llamados que hace Chávez allí, como buen bolivariano, como el mejor bolivariano de todos los tiempos. Chávez recupera ese principio. Entonces yo creo que el 17 de diciembre, más que un momento de tristeza y de pesar, obviamente fue así, aunque unos estaban celebrando, decían el fin de Bolívar, de su proyecto, el fin físico, terrenal, de Bolívar. Creo que a nosotros nos toca recuperar ese mensaje. Hoy lo sabemos. Bolívar está más vivo que nunca desde el momento en que lo recuperamos para que nos oriente en el tiempo presente. Está en nuestra Constitución, está en nuestro plan de vuelo del siglo XXI, sus ideas, sus principios, su fuerza histórica, su ejemplo estructuran la patria hoy, estructuran el proyecto nacional que lleva su nombre”, agrega Calzadilla.

Concluye que el 17 de diciembre conlleva el propósito de recuperar ese mensaje con la unidad de los venezolanos, de los americanos, para poder enfrentar los desafíos, y en el caso particular de Venezuela, ese ha sido la clave de la derrota de esta guerra asimétrica, de este bloqueo.

“Por esa unidad hemos sostenido el proyecto, por esa unidad estamos victoriosos hoy, finalizando este extraño y complejo año 2020”, dice.

T/ Manuel Abrizo
F/ Archivo CO
Caracas