Por Pedro Hernández C.|Bolívar y Chávez (Opinión)

Doy riendas sueltas a mi imaginación y en ese fatídico 5 de marzo de 2013 se produjo un encuentro entre el general Simón Bolívar y el comandante Hugo Chávez, el cual se dio el siguiente diálogo:

Bolívar: Pasa Hugo.

El comandante Chávez, saluda con mucho respeto, como lo haría un cadete frente a un oficial superior.

Chávez: Buenas tardes, Mi General.

Bolívar: Siéntate a mi lado muchacho.

Chávez: ¿A su lado Mi General?

Bolívar: Si. Te ganaste ese puesto.

Chávez: ¡Pero, mi General! No he hecho ningún mérito para merecer tan alta distinción.

Bolívar: ¿Qué no has hecho mérito? Muchacho tus méritos desbordan.

Chávez: Mis méritos militares son por demás insignificantes frente a los suyos, que están a nivel de los más grandes militares de todas las épocas: Alejandro El Grande, Aníbal, Julio César, Gengis Khan, otros.

Bolívar: Te has enfrentado al más grande de los imperios que se hayan constituido en el mundo en todas las épocas, lo has retado y derrotado muchas veces. Recuerdo una de ellas, el momento que visitaste a Irak, en plena guerra con Estados Unidos, pasando la frontera de Irán a Irak para ir a conversar con el presidente Sadam Hussein sobre políticas petroleras. El mundo no podía creer tal arrojo y reto al imperio. Ese día fuiste grande. Los pueblos del mundo te aplaudieron. Te admiraron.

¿Te parece poco mérito eso? Posiblemente, para ti en ese momento fue un acto de valentía. Para el imperio eso tuvo significación. ¿Cómo es posible que el Presidente de una pequeña República se haya atrevido a retar abiertamente al más grande de los imperios, y éste no hizo nada?

Tienes la mejor de las armas. Un alma tan grande que no te cabe en tú cuerpo. Tu amor por tu pueblo. Tu deseo de hacerlo respetar. Tu amor por los pobres del mundo. Tu deseo de cambiar al mundo y hacerlo un sitio apto para la vida. Esos deseos tuyos son más idóneos para tener éxito en la guerra que las armas utilizadas por mí o por algún otro de los generales que mencionaste.

Sí. Esos generales eran guerreros y tenían un propósito: construir imperios y subyugar a los pueblos dominados. Tú y yo hemos tenido propósitos distintos a los de ellos, hemos utilizado armas “diferentes” y hemos alcanzado el objeto deseado. Y, tú has sido el continuador de mis propósitos, quise unir a Latinoamérica y tú lo lograste con el ALBA, la Unasur, PetroCaribe, la Celac y la integración de Venezuela a Mercosur, uniendo la Patagonia con el Caribe. ¿A eso tú llamas no tener méritos?

Anda muchacho, siéntate a mi lado, te lo mereces, por ahí viene Zamora, Castro y otros valientes amigos que quieren saludarte.

Mientras, vamos a conversar cómo ayudaremos, desde aquí, a Nicolás Alejandro para que tenga éxito y sea el lógico continuador de nuestros propósitos y luchas.

Chávez: Gracias, Mi General, honor que usted me hace al considerarme a su nivel. Sin embargo, Mi General, siempre lo consideraré mi superior inmediato. Fue la lectura de su vida la que me inspiró y tratando de seguir sus pasos los he repetido y ellos me han conducido ante usted. Que es el más grande de los honores que hombre alguno puede alcanzar, el estar sentado junto a usted, que fue y es el más grande de los héroes americanos de todos los tiempos.

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