La inauguración será mañana a partir de las 11:00 am|El bosque encantado de Luis Becerra se exhibirá en el Museo Alejandro Otero

Una nave alienígena llega al valle de Caracas y a partir de allí se generan extraños cambios: algunos árboles comienzan a bailar, otros a llorar; aparecen portales astrales y “grises” (figuras alienígenas); las orquídea y rosas cobran la capacidad de caminar y volar, incluso se convierten en duendes. Ese es el contexto de El bosque encantado, exposición del fotógrafo Luis Becerra que será inaugurada el próximo domingo 25 de septiembre en la Sala 1 del Museo Alejandro Otero (MAO), ubicado a la entrada de La Rinconada, en Caracas.

El bosque encantado es la segunda parada en el el trayecto de una inquietud creativa que Becerra desarrolla desde hace unos cinco años, anclada en la ciudad de Caracas como entorno único, pero sin embargo vinculada al paisaje natural, así como a la capacidad de imaginar desde una perspectiva infantil a lo onírico y a lo lúdico.

Hace un par de años la primera parada de este recorrido creativo dio como resultado la exposición Ávila, línea, círculos y máscaras, una iniciativa que obviamente tuvo como figura central al Waraira Repano, reinterpretado y convertido en versiones del planeta tierra y en mascarillas de sí mismo, todo a partir de fotografías panorámicas de la capital venezolana, intervenidas digitalmente con la intención de añadir cargas cromáticas y darles una continuidad infinita por medio de la forma circular.

En conversación con el Correo del Orinoco Becerra explicó que en esta oportunidad expone un “ensayo fotográfico” en el que igualmente se vale de fotografías de la ciudad intervenidas digitalmente para potenciar sus capacidades expresivas, construir personajes, modificar el ambiente y lograr imágenes oníricas por medio del contraste y la modificación de los códigos cromáticos, tanto por adición como por sustracción de colores que igualmente aportan texturas a un universo de fantasía, tal vez futurista.

ENTRE CUENTOS Y JUEGOS

Becerra trasforma el paisaje natural de la ciudad sin desechar completamente algunos elementos urbanos, para construir un mundo fantástico y onírico en el cual se desarrolla una historia protagonizada por figuras que también forman parte de la naturaleza, sin descartar tampoco a las figuras humanas.

Entre los personajes y elementos que intervienen esta historia, siempre susceptible de modificar por parte del espectador, se cuentan El duende, El llorón, El vigilante, El visitante, La joropera, El gris, La bailarina, La diabla, Un ojo y Alicia en el bosque encantado. También forman parte de este cuento La nave rosa, que origina una serie de cambios en la realidad y los portales astrales: el Árbol portal, el Portal de Plaza Venezuela y el Portal de El Calvario, por donde pueden entrar y salir los personajes.

Si bien el o la espectadora puede armar su propia historia y colocar el final a su antojo, el autor confesó que para él este cuento no termina aún. “Probablemente la historia tenga su desenlace en un proyecto en el que voy a comenzar a trabajar que se va a llamar Viaje a las estrellas”.

RETORNO A LOS ORÍGENES

“Este ensayo fotográfico en el que intento contar una historia de ficción también está ligado a lo ecológico y de alguna manera está dedicado a los niños. Porque cuando uno crece con la rutina del día a día uno va olvidando sus sueños infantiles y dejando de lado la imaginación. De tal manera que esta exposición es un llamado al niño que tienen los adultos y una dedicatoria a los niños para que no pierdan la imaginación y no abandonen sus sueños”, apuntó Becerra.

El bosque encantado, insistió el autor, es una suerte de regresión a la infancia por los caminos de la plástica que permiten la evocación de esa imaginación infantil, a los sueños. En este sentido, la exposición podría entenderse como una interpretación de los juegos infantiles del autor, tal vez cuando imaginaba que un carrito de juguetes podía volar no hasta el cielo sino hasta mundos lejanos que se acercan por obra y gracia de la imaginación.

Además de reflejar la evocación de la era de la inocencia del autor, la exposición también tiene algunas vetas de la tristeza que se instaló en el corazón de Luis Becerra con la pérdida de su compañera de vida.

NUEVOS LENGUAJES

En consideración del fotógrafo, este trabajo está más cercano a la plástica que a la fotografía. “Aunque en un formato digital, yo aplico color y modifico las formas de la imagen con herramientas digitales. No sabría decir a qué estilo pertenece. Estoy buscando nuevos lenguajes”, reveló.

No obstante, Luis Becerra no niega influencias del surrealismo y del impresionismo. “Es una mezcla de muchas cosas, porque mi trabajo como fotógrafo está muy ligado a las artes plásticas. Yo hago las fotografías para los catálogos de Juvenal Ravelo, he trabajado en proyectos editoriales de Luis Perdomo, Mario Abreu. Estoy todo el tiempo en contacto con diseñadores y artistas plásticos” y eso de alguna manera se cuela en el trabajo de Luis Becerra.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Miguel Romero