Brasil: la segunda vuelta va a ser una disputa de proyectos y de clases

João Pedro Stédile es uno de los símbolos de la resistencia del pueblo brasileño, de su izquierda. Con una intachable trayectoria de lucha. Se trata de uno de los dirigentes históricos del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Es militante del Partido de los Trabajadores, pero su ascendencia lo podría colocar como referente para gran parte de las organizaciones de izquierda en Brasil.

Luego de los resultados electorales del pasado domingo, Stédile fue entrevistado por radio Brasil de Fato y expresó su valoración sobre lo que se le viene a su país luego de unos resultados que favorecieron ampliamente al candidato neofascista Jair Bolsonaro. La izquierda tendrá una nueva oportunidad en la segunda vuelta que se efectuará el próximo 28 de octubre.

El histórico dirigente analiza el escenario. Stédile afirma que es necesario explicar a la población que el programa económico de Bolsonaro fue diseñado por el economista ultra liberal Paulo Guedes, que defiende políticas como el aumento de impuestos para pobres y su reducción para los ricos.

Según la apreciación de Stédile, Bolsonaro ganó votos por presentarse como un «candidato antisistema, a pesar de ser en este momento el mayor representante del capital».

En el caso de una derrota del campo democrático, Stédile ve que habrá posibilidad de continuidad de la lucha política progresista: «En un eventual gobierno de Bolsonaro no hay motivo para la desesperación, las contradicciones van a aumentar, los problemas van a aumentar. Debemos reforzar nuestro trabajo de base, nuestro trabajo ideológico, reforzar el trabajo para la resistencia».

-¿Cuál es su evaluación de las elecciones de este domingo?

-Bueno, se estaba diciendo que el electorado quería cambios, cambios de lo que veía en la vieja política, de los viejos políticos. Y, de cierta forma, la elección no siguió tanto la fuerza de los partidos tradicionales. Y ese cambio aparecía en Lula. Lamentablemente, la dictadura, infringiendo claramente las leyes del país, impidió que Lula fuera candidato. Porque en este momento estaríamos festejando su victoria en primera vuelta.

Bolsonaro, de cierta forma, desde el principio venía aglutinando a ese elector despolitizado, despartidizado, que quería cambios. Entonces él consiguió galvanizar la idea de que era el candidato antisistema, a pesar de que en este momento él es el mayor representante de la burguesía brasileña, del capital, de este sistema político de dominación.

Bolsonaro justamente va a la segunda vuelta porque tiene habilidad ideológica para engañar a los pobres y decir: «Estoy contra los ricos». Repite en cierta forma el papel que Fernando Collor de Melo tuvo en el año 1989, cuando, como legítimo representante de la Globo (la mayor corporación mediática), enarboló ese discurso, engañó a los pobres y derrotó a Lula en las elecciones.

Nominalmente hubo sorpresas, sobre todo desagradables, en el Senado. Porque perdimos varios senadores valerosos que en el último período se habían caracterizado como luchadores contra el golpe, contra todo el desmontaje de la soberanía nacional. Perdimos a Roberto Requião, a Lindbergh Farías, a Vanessa Graziottin, que fueron senadores muy importantes. Pero, por otro lado, a pesar de estar de brazos con Bolsonaro, ellos también perdieron a Magno Malta, en el estado Espíritu Santo, perdieron en Maranhão a Edison Lobão, Sarney Filho, representantes de la oligarquía.

Tal vez lo que haya sido más simbólico es el caso de Eunício Oliveira, porque hasta el PT hizo alianza con él en el estado de Ceará. Fue casi un frente amplio, una chapa única, algo a lo que el Movimiento de los Sin Tierra siempre se opuso, aunque él, hipócritamente, afirmara que apoyaba a Lula. Afortunadamente, el pueblo cearense es más sabio que el PT de Ceará y no fue electo Oliveira para el Senado.

En su lugar, creo que vino un buen personaje que es amigo del Movimiento, Cid Gomes. Él fue gobernador e hizo una hermosa política de educación y construyó muchas escuelas en los asentamientos del MST en Ceará (nordeste de Brasil).

-Haddad ganó en la mayoría de los estados del nordeste. ¿Cómo evaluar esa victoria?

-No hay novedad en el nordeste. Si tomamos las elecciones anteriores, con Lula fue así. Creo que en el segundo no va a pesar la cuestión partidaria. Es claro que Haddad va a tener que tejer alianzas con los partidos, sobre todo con el PDT (el partido de Ciro Gómes, que obtuvo 12% de los votos en la primera vuelta). Claro que habrá conversaciones partidistas, pero no es eso lo que va a decidir el elector.

Creo que en la segunda vuelta no va a pesar el tema regional tampoco. Va a ser, ahora sí, una disputa de proyectos y de clases. En el nordeste, Haddad ganó, pero no es porque sus electores viven en el nordeste, es porque allí existe una población pobre, que cambió de vida con los gobiernos de Lula y Dilma y, por lo tanto, adquirió una conciencia de clase.

Como solo son dos candidatos, queda más claro que se trata de dos proyectos. Bolsonaro, a pesar de su discurso hipócrita, está claro en que representa a las fuerzas reaccionarias de este país. No es por nada que la mayor parte de las fuerzas armadas lo apoyan, la mayoría de los miembros la Policía Militar lo apoyan, la mayor parte de los banqueros, representados por Paulo Guedes, que es dueño de fondos de inversión del Banco Bozano. Entonces, creo que va a quedar más claro para la población. Y eso es lo que espero que Haddad explique a la población. Más que ser portavoz de Lula, tiene que ser portavoz de la clase trabajadora.

-¿Será que este discurso de desnudar qué proyecto representa Bolsonaro va a surtir efecto en las urnas?

-Tiene que surtir efecto. Hasta porque en la primera vuelta Bolsonaro se escondió detrás de la cuchillada (ataque sufrido por el neofascista con arma blanca en un mítin).

-¿Y cuál es el papel de la militancia en ese proceso?

-Primero, vamos a continuar desnudando cuáles son las fuerzas que están detrás de Bolsonaro. Él está recibiendo asesoría de inteligencia del exterior, representa la fuerza del capital internacional que lo está respaldando. Así como hay que denunciar toda esa maquinaria de robots, que la gente sabe que cuestan mucho dinero y que él está usando para hacer la guerra mediática en las redes.

Tenemos que explicar a la población, tenemos que dialogar con los trabajadores, con los más pobres. Y para eso tiene que usar argumentos, hechos. Tenemos que decir a la población que no se asuste, porque ellos están usando mucho el miedo, y mostrar que aunque Bolsonaro tiene ideas fascistas no hay un movimiento fascista en Brasil. No hay base social para el fascismo en Brasil.

-¿Sorprende que Bolsonaro haya vencido en el norte? ¿Tiene relación con su alianza con los ruralistas?

-Las regiones centro-oeste y norte de Brasil son aquellas donde el latifundio es ampliamente hegemónico en la sociedad. No es solo que ganan las elecciones: dominan las iglesias, es allí donde están los cuarteles. Ellos dominan la vida de la sociedad. Allí es muy difícil que la izquierda se desarrolle porque no existe una clase trabajadora. La clase trabajadora migra, viene a buscar empleo en el sudeste o en otras regiones.
Eso no me preocupa. Lo que me preocupa es que ahora, en la segunda vuelta, tenemos que hacer un trabajo de base, ir de casa en casa, hacer reuniones en las parroquias, en las iglesias, convocar a los pastores progresistas para explicar a la población que votar por Bolsonaro es votar por el aumento del gas, el aumento del alquiler, del transporte. Y mirando el mapa de Brasil para ver cómo es contradictorio, la mayoría de los gobernadores (electos) en número fueron progresistas. Entonces, estamos bien con candidatos a gobernador. No significa que la población haya tomado un té de fascismo y ahora vota al fascismo.

-La mayoría de las personas que votan por Bolsonaro piensan en el cambio, pero es la minoría de los que realmente concuerdan con las pautas más agresivas de él.

-Usted tiene razón. La gran fuerza de Bolsonaro es que consiguió movilizar una militancia, policías, militares, Fuerzas Armadas, principalmente de la reserva, la mayoría de la masonería, y esos servicios de inteligencia que lo ayudaron en las redes. De la misma forma como ellos lograron convencer a algunos pastores, que no tienen nada de evangélicos en el sentido del evangelio, que usando falsas noticias, temas como matrimonio gay, aterrorizaron a la población que tiene valores conservadores. Esos pastores hicieron campaña abierta para Bolsonaro y eso explica por qué la campaña de Marina se deshidrató.

-¿Y cuáles son los posibles desafíos de un gobierno de Bolsonaro o de un gobierno de Haddad?

-En un eventual gobierno de Bolsonaro no hay motivo para la desesperanza, por el contrario, debemos reforzar nuestro trabajo de base, reforzar el trabajo ideológico, reforzar nuestro poder político en otros espacios para hacer la oposición. Entonces, si perdemos el espacio del Ejecutivo, será motivo para que tengamos más cuidado en la lucha política: reforzar la energía en construir medios de comunicación populares para poder llevar las ideas de la clase obrera y la lectura que la clase obrera hace, de forma colectiva, de la coyuntura política. Ellos no tienen propuesta para Brasil. Un gobierno de Bolsonaro va a ser de cuatro años de una crisis profunda.

T/ Brasil de Fato. Versión y traducción: Chevige González Marcó
F/ Archivo CO
Caracas

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