Hace 57 años murió en Caracas|Briceño Iragorry estudió el proceso de penetración cultural en Venezuela

El 6 de junio de 1958 murió en Caracas a sus 61 años, Mario Briceño Yragorri, cuya sensibilidad venezolanista le permite avanzar desde posturas de intelectual tradicionalista, hacia definiciones progresistas y nítidfamente antiimperialistas en defensa de los intereses soberanos de la nación frente a la penetración económica y cultural representada por los centros de poder imperial estadounidense.

Tras acompañar a Jóvito Villalba y su partido URD en la campaña electoral de 1952, mediante la cual debían elegirse los integrantes del Congreso Constituyente de 1953, Briceño Iragorry padece las consecuencias de la victoria electora de su partido, debiendo ocultarse y luego marchar al exilio, cuando el General Marcos Pérez Jiménez desconoce los resultados comiciales y da su Golpe de Estado del 2 de Diciembre de 1952.

SEMBLANZA Y OBRA

Habiéndose desempeñado en su primera adultez, como funcionario del régimen gomecista, Mario Briceño Iagorry inició desde temprano una indagación en los términos del ensayo histórico y literario, respecto a las causas profundas del estancamiento del país

Ensayos como ‘El Regente Heredia y la piedad heróica’ o ‘Casa León y su tiempo’, Briceño Iragorry muestran técnicas de historia novelada, que amplían la acogida del lector. También emplea la modalidad de quien dialoga con su lector, según se observa en ‘Tapices de historia patria’. Muchas de sus publicaciones las dio al público en forma de opúsculos y folletos, como “Mensaje sin destino” de 1953, donde aborda un tema que él definió como nuestra “crisis como pueblo”. Articula el autor trujullano, una línea de reflexión en torno al cuestionamiento del ejercicio de nacionalidad, línea crítica que le lleva a ofrecer como salida del drama del declive venezolano, la construcción de una firme conciencia histórica. Y a dichas consideraciones les da continuidad en su ensayo ‘La Traición de los Mejores’, que le permite cuestionar el desvarío crematístico y palaciego de quienes por su formación prestigio y estatura social han debido guiar al pueblo en la edificación del país, catalogándolos como “dóciles cómplices de los mercaderes que venden diariamente un nuevo jirón de la dignidad nacional. Lejos de estar sirviendo al pueblo, al orden y a la paz, el Ejército, sin advertirlo, está sirviendo hoy al grupo de enemigos de la nacionalidad”.

Y si bien don Mario no asume un discurso revolucionario de la transformación de estructuras económicas y políticas en los términos del socialismo, sus definiciones en cuanto a la penetración cultural norteamericana sobre América Latina y específicamente Venezuela -por medio de la radio, cine, televisión y sus sistemas de difusión de modelos de consumo-, iniciaron en nuestro país, una primera aproximación al estudio del tema que otros han llamado imperialismo cultural, transculturización y/o Guerra de Cuarta Generación.

ALEGRÍA DE LA TIERRA

En su folleto ‘Alegría de la tierra’ don Mario da su visión acerca del significado de Guaicaipuro como símbolo de los pueblos que defendieron con bravura su territorio frente al conquistador español. Asoma don Mario la idea de que Guaicaipuro no era un discurso: era un sentimiento, una emoción de quien se siente despojado de su mundo. Además, en artículos que integran esta publicación -dentro de una línea de reflexión que recuerda al estudioso Alberto Adriani, la defensa del sector agrario cafetalero que comenzaba a perder la primacía exportadoa, frente a la extracción de hidrocarburos, durante la transición Juan Vicente Gómez a Eleazar López Contreras-, el ensayista trujillano plantea, según recuerda Rafael Ángel Rivas Dugarte, una “contundente actitud en pro de la economía y de respaldo a los intereses agroindustriales del país”. Ello conduce a que se le designe como presidente del “Comité de Defensa de la Economía Nacional, actividades, que no fueron del agrado de la dictadura por lo que es sometido a estrecha vigilancia policial, ¡y hasta se llega a allanarle su morada!” (http://www.scielo.org.ve).

En todo caso, conviene resaltar, visto el artículo que en dicho folleto -y a propósito de un debate en la Cámara Municipal de Los Teques respecto al Día del Estado Miranda- el autor dedica al cacique Guaicaipuro, que sus apreciaciones originales abrieron un campo de discusión que aún hoy se mantiene respecto a la explicación histórica de la resistencia indígena, cuya legitimidad sigue siendo negada por la corriente hispónifa e historiadores tradicionalistas que se aproximan al período de la Colonia.

“ASIMILAR NUESTRA HISTORIA”

“Creo haber escrito en alguna oportunidad que Venezuela, pese a su historia portentosa, resulta desde ciertos ángulos un pueblo antihistórico, por cuanto nuestra gente no ha logrado asimilar su propia historia en forma tal que pueda hablarse de vivencias nacionales, uniformes y creadoras, que nos ayuden en la obra de incorporar a nuestro acervo fundamental nuevos valores de cultura, cuyos contenidos y formas, por corresponder a grupos históricamente disimiles del nuestro, puedan adulterar nuestro genio nacional(…)Así como existe una comunidad solidaria en el presente, que obliga a deponer diferencias cuando se trata de la defensa de los intereses comunes, de igual mudo, en el orden del pasado, existe una solidaridad moral que nos impone una actitud defensiva frente a lo que ataque los valores nacionales. Por eso, sin conciencia histórica no hay, como dije antes, sensibilidad para distinguir lo que atente contra los intereses colectivos.

Definir una tradición y velar por su constante progreso, es deber de colectividades que aspiran a robustecer su personalidad en los cuadros de la historia universal. Tradición en este caso es fisonomía, tono, genio, carácter que diferencia a los grupos y les da derecho a ser tomados en cuenta como unidades de cultura” (Mario Briceño Iragorry, Mensaje sin destino)

T/ Néstor Rivero
F/Cortesía