Columna camarada llamarada|Buenas intenciones (Opinión)

Un ambiente bohemio y tranquilo rodeaba las calles de esa ciudad hace unos años. Algunos cantaban mientras otros cocinaban. Luego del te, la serie que mejor explicaba el ambiente en el cual se desenvolvía esa gente que había desencadenado un enorme movimiento social años atrás, al levantarse en contra del asesinato de Martin Luther King, y de la guerra de Vietnam.

En aquel momento el tema era el levantamiento contra el sistema capitalista, alrededor de aquella librería llamada Red Emmas, recordando a Emma Thompson, y diseñando estrategias en torno a la participación en los movimientos sociales.

Esa misma ciudad hoy está encendida en medio de manifestaciones en contra de una realidad que había sido solapada y que solo esperaba una mecha para encenderse. Ya no es la lucha contra la droga y la corrupción que encontramos en The Wire, donde los policías blancos tratan de liberar a la ciudad de los narcotraficantes negros; sino que como en un juego de ajedrez con peones solo de dos colores, esta vez los policías blancos le destrozan la columna a cualquier negro que va caminando, como le hicieron a Grey.

Por su parte, el negro más blanco de todo el país, deplora las manifestaciones e incita a las fuerzas del orden, incluyendo la Guardia Nacional, a torcerle el brazo quizás y a hacer lo que sea necesario para contener las manifestaciones de indignación contra una injusticia que se presentó en esta oportunidad en Baltimore, pero que desde el año 2013, se viene presentando en distintas ciudades de Estados Unidos, siendo los casos más sonados en Ferguson, Los Ángeles, Nueva York y Carolina del Sur.

Todos esos lugares dan cuenta de la enorme desigualdad social que existe en el país que se considera juez en materia de derechos humanos, en nombre de los cuales pretende establecer sanciones injerencistas y definir el grado de democracia que tiene nuestro país soberano.

Una realidad en la que una mayoría afrodescendiente tiene la mitad de oportunidades de ingresos, de empleo, salud y vivienda que puede tener un blanco, aunque un negro tiene el doble de posibilidades de comer en la cárcel, y quién sabe si hasta de ser conejillo de indias de alguno de los experimentos de tortura de la CIA, pues preñados de buenas intenciones, no importan las actuaciones, en medio de esa doble moral victoriana.

T/Carolina Escarrá Gil
cescarragil@gmail.com