Columna Guerras del pueblo|Búnker de prejuicios (Opinión)

La respuesta del Gobierno Bolivariano ante el rebrote extremista de la derecha en el país ha sido de mesura y de anuncios de investigación y resguardo de la seguridad ciudadana, en los términos de la Constitución y el orden democrático.

Sin embargo, en las acciones de violencia de los grupos que incendiaron la sede del Ministerio Público -que agredieron a periodistas bolivarianos mientras éstos cubrían movilizaciones, y que asimismo lanzaron bombas incendiarias dentro de las instalaciones del Canal del Estado, VTV-, y cuya actuación derivó en varios muertos de bala, hay un hecho de trasfondo que amerita profunda reflexión por parte de todo venezolano que confía en la razón como vía para construir formas de convivencia en medio de diferencias hondas acerca de las opciones políticas que se debate en el país cada vez que hay elecciones.

Se trata del perfil de mentalidad de un sector muy beligerante de la clase media urbana, perfil que surgió como efecto del anterior modo de administrar la renta petrolera durante la IV República. Dicho sector, en 2002 frente a la Ley de Tierras y hoy frente a la Ley Orgánica de Precios Justos y la nueva política de divisas, ha sido proveedor de piernas y brazos para las movilizaciones orquestadas por los estrategas de la desestabilización y pequeños grupos que practican la agresión sin discurso, ni criterio de diálogo, ni interlocución con el resto del país, y aplicando técnicas de paramilitarismo extremo.

Se trata de una fracción respetable de la clase media caraqueña que en su vida apenas en dos ocasiones visitó el Centro de la capital: en la marcha del 11 de abril de 2002 y recientemente, durante la marcha opositora del pasado 12 de febrero.

La antigua Pdvsa y el viejo Cadivi proveían a dicho sector social de cuantiosos recursos para viajar y permanecer por temporadas en Florida, España o Mónaco. Dicho sector, encerrado en su egoísmo cree que el bienestar generado por la renta petrolera no debe redistribuirse entre todos los venezolanos por vía de políticas sociales, sino que es botín exclusivo de ellos.

Dicho sector social, acorazado en sus prejuicios, con sus miedos a la equidad y a la inclusión de las mayorías, se hace daño a sí mismo y al resto de la población, al autoproclamarse por encima del resto de la Nación. Búnker de prejuicios que funciona como caldo de cultivo de las practicas fascistas ajenas al curso de la historia venezolana.

T/ Néstor Rivero
nestor5030@gmail.com