El martes se cumplen 61 años del debut de Luis Aparicio en la pelota venezolana|Cada 18 de noviembre los zulianos reviven su beisbol romántico

En el beisbol venezolano siempre se ha proyectado que para la zuliana y el zuliano es muy importante que las Águilas del Zulia ganen el tradicional Juego de la Chinita; sin embargo, la realidad actual es que el marco histórico del partido sustituye cualquier tesis triunfalista.

El martes, las Águilas del Zulia jugarán contra los Navegantes del Magallanes el juego número 46 en su historia; sin embargo, con una holgada ventaja en el segundo lugar de la clasificación no es de presumir que los rapaces necesiten el triunfo de vida o muerte.

Realmente, los 18 de noviembre son para el zuliano un viraje a la historia de su beisbol romántico, en el que Gavilanes y Pastora, desde la década de 1920, comenzaron a escribir la pelota venezolana.

Un día como el del martes, hace 61 años, Luis Aparicio Montiel recibió el bate y guante de su padre, Luis Aparicio Ortega, quien lo hizo debutar con Gavilanes.

Aparicio comenzó jugando en ese ambiente beisbolero en el que las arepas colgadas en los carros y las casas eran una realidad y Gavilanes y Pastora se ganaban entre sí.

La Liga Occidental marcó la historia por la pasión con la que vivían los zulianos el beisbol; de hecho, hasta la fecha, los fanáticos antiguos recuerdan los triunfos más memorables de gavilaneros, pastoreños, rapiños, centauros, entre otros, que formaron parte de ese torneo.

“Lo de las arepas no es un cuento; era una realidad. Cuando un equipo blanqueaba al otro, día siguiente amanecían en las casas las arepas guindadas con cuerdas, como seña de que habían perdido. Cuando nos tocaba a nosotros, nos callábamos”, recordó Julio Urribarrí, gavilanero y ahora aguilucho, quien a sus 86 años de edad sigue escuchando beisbol por radio.

COLORIDO

El ambiente en el que Aparicio debutó fue aquel en el que Pastora le ganó 1-0 a Gavilanes en 20 innings, el mismo en el que, pese al calor, los aficionados iban vestidos con traje de lino y pajilla al estadio del Lago, en el que ahora está el sector La Ciega de Maracaibo, ubicado detrás de la Secretaria de Cultura.

Cuenta Antonio Nuñez Rovira, periodista deportivo con 84 años de edad, que la división en las tribunas era real entre los fanáticos.

Los gavilaneros se sentaban del lado de la primera base en la que estaba el dogout de su equipo, mientras que los pastoreños tomaban la izquierda, evitando la mezcla que les daría libertad para apoyar sin prejuicio a su novena y burlarse a la distancia del contrario.

“No había violencia, pero sí sentido de pertenencia. Los matrimonios que pertenecían a novenas distintas, al llegar al estadio, se separaban y cada quien iba a una tribuna diferente”, agregó Núñez, mientras que Urribarrí recordó que cuando era joven un pastoreño lo abofeteó porque que le faltó el respeto.

“Era una rivalidad deportiva, nada más. Cuando alguno se pasaba, enseguida se aclaraba el punto antes de caer en actos violentos. Las arepas colgadas no eran molestias, ya que era algo propio del juego; por ello, había respeto y amor por una divisa”, recalcó Urribarrí, quien vio 11 de los 20 innings del 1-0 que le dieron los pastoreños a los gavilaneros.

Yolanda Nava, otras de las fanáticas de antaño, recordó que en el estadio del Lago, si el juego comenzaba a las cuatro de la tarde, la gente llegaba desde las 11:00 am “para agarrar los mejores puestos”.

Las bromas empezaban desde el día anterior con las típicas advertencias del “mañana te gano”, típica de los fanáticos.

“Las guachafas eran si groserías, ni violencias. Todo era parte de la broma y si veíamos que algunos de nuestro vecinos no iban al juego, hasta nos preocupábamos”, resaltó la pastoreña de 86 años.

AMBIENTE

En ese ambiente creció Luis Aparicio y en el mismo se inmortalizó el juego del famoso 18 de noviembre, día en el que “Luisito” empezó a escribir la otra historia de la pelota zuliana: tener al único criollo en el Salón de la Fama de las Grandes Ligas.

“Mucha gente piensa que es especial solo por ser parte de la feria, pero no es así. Es mucho más que eso. Pienso que recordar ese episodio de transferencia entre los Aparicio fue lo que marcó un antes y un después de la pelota en el Zulia”, agregó Núñez Rovira.

Urribarrí destacó que Luis padre fue llamado “El Grande”, porque era el mejor campo corto que había, hasta el punto de decir que “fue mejor que su hijo”.

T/ Alex Carmona
F/ Cortesía Diario Panorama