Por Manuel López|Cambio del mapa energético

La incorporación de la Federación Rusa al acuerdo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para congelar la producción y buscar mecanismos que permitan corregir la sobreoferta en el mercado mundial es un paso positivo para lograr ese objetivo.

Rusia produce alrededor de 11 millones de barriles por día, lo que lo convierte en un actor decisivo en el ámbito petrolero. El Gobierno de Moscú ha asomado la posibilidad de recortar la extracción de producción si prospera la propuesta de la OPEP.

A Rusia no le interesa una debacle en el precio, porque sus presupuestos y metas financieras se han visto afectadas por el descenso de los ingresos petroleros. La relación de la OPEP con la Federación se inició en la década de los años 90.

En 1992 a Rusia se le dio el estatus de observador a la conferencia de la OPEP, y en los años siguientes participó en muchas de las reuniones ministeriales de la organización, la cual está compuesta por 14 Estados y tiene una producción de mas de 34 millones de barriles de petróleo por día (bpd), según datos de septiembre.

La incorporación del mayor productor y exportador del petróleo el mundo, posición que se alterna con Arabia Saudita, al acuerdo petrolero de la OPEP tendría incidencias significativas porque juntos constituyen alrededor de 75% de las reservas mundiales de petróleo.

Esta unión de naciones en torno al acuerdo de recorte de producción la han denominado en medios rusos como el nacimiento de la Ropep, colocando la letra ‘R’ de Rusia, por delante de las siglas de la OPEP.

Aunque no es una propuesta formal, pues Rusia es una nación observadora dentro de la organización, su incorporación al pacto de recorte de producción y la posibilidad de incorporación de otros productores pudiera cambiar el mapa energético del mundo.