Hace 155 años Falcón fue vencido en la Batalla de Coplé|Cambios en la visión militar y social de la lucha llevaron a la derrota liberal en la Guerra Federal

El 17 de febrero de 1860, a cinco semanas del asesinato de Ezequiel Zamora, el Ejército Federal sufrió en Coplé -a doce kilómetros de San Fernando de Apure-, una dramática derrota por parte de las fuerzas centralistas, que comandaba el prócer de la Independencia León de Febres-Cordero. A la cabeza de Los federales iba Juan Crisóstomo Falcón, sucesor del General del Pueblo Soberano.

LA VISIÓN DE ZAMORA

Este hecho de armas incidió en la prolongación de la Guerra Federal, cuya terminación, luego de la Batalla de Santa Inés, parecía ser cuestión de uno a dos años máximo. Pero al salir Zamora de la escena, la estrategia militar del bando federal cambió, así como la visión social del conflicto, que se prolongó por cuatro años más.

Luego de su victoria en Santa Inés el 10 de diciembre de 1859, el General del Pueblo Soberano se dirige a Barinas, ciudad que toma el día 23, luego de un sitio de varios días. De allí parte a Guanare, en avance lineal hacia el centro de Venezuela. Sin embargo, consciente de la debilidad que en materia de pertrechos confrontaban sus fuerzas, se detiene el 3 de enero de 1860 en San Carlos, plaza que sitia con intención de tomar posesión del armamento y las municiones que tenía el ejército conservador.

De acuerdo con las actuaciones militares que había cumplido Zamora hasta ese momento, resultaba muy difícil suponer que arriesgara los logros obtenidos hasta ese momento, sin antes haberse asegurado los recursos indispensables para dar cara a un enemigo organizado, con abundante parque y generales expertos, que el estaban apostadas en Valencia. Esta ciudad era el destino inexorable de toda ruta hacia Caracas, una vez tomada San Carlos de Cojedes por los federales. Pero fue en esta ciudad llanera donde una bala le puso fin a su vida.

CAMBIOS DE VISIÓN

Bajo la conducción de Juan Crisóstomo Falcón, la contienda quedó circunscrita a establecer la autoridad de los estados regionales frente a la capital federal de la República, en los términos del modelo de institucionalidad estadounidense al que eran tan adictos el mismo general Falcón, Antonio Guzmán Blanco y otros caudillos menores que sucedieron a Zamora.

Y de este golpe de timón al programa revolucionario quedó clara evidencia en la prensa federal de los siguientes ocho años. Así en un editorial de El Federalista -diario de la época- se lee “Son federalistas pues, los que aspiran a la creación de una unidad nacional, por la simple liga de las soberanías seccionales (…) El centralismo es la mantención en el centro de todas las facultades administrativas…para ser ejercidas exclusivamente por el poder radicado en ese punto”.

A ese horizonte tan restringido del programa político y social de la revolución federal, correspondió a su vez una estrategia bélica de menor ímpetu y proyección, al obviarse la debida importancia a la indispensable concatenación entre los factores cuantitativos y cualitativos, objetivos y subjetivos de la guerra, número de efectivos, capacidad de tiro y avituallamiento y conexión con la opinión pública, de una parte, y de la otra las reivindicaciones sociales que en su momento enarboló el General del Pueblo Soberano.

LA JORNADA

De acuerdo al historiador Marco Aurelio Vila en Coplé las fuerzas federales eran de 3.600 efectivos, que eran los que quedaron de los 5.400 que formaron filas en El Tinaco, un mes antes de iniciarse el repliegue estratégico hacia el Apure, y quienes resistieron la tentación de desertar. Frente a ellos se plantaron los 5 mil soldados comandados por León de Febres- Cordero.

La acción comenzó ese 17 de febrero de 1860 con un desplazamiento ordenado por Febres Cordero al general Nicolás Brito, para que tomase posesión del vado del Caracol, por donde pasa la vía de Guayabal. Falcón, quien aceptó combatir en un escenario escogido por el enemigo, envía tres columnas para impedir el movimiento de Brito, a tiempo que organiza contraataque por la derecha y retaguardia enemiga. Entretanto Febres Cordero dispone acometer con un batallón y cuatro brigadas por el frente a Falcón, lo que obligó a los federales a replegarse sobre el caño Caracol; mientras que una parte de la caballería centralista acompañada de dos brigadas anulaban la acción de la caballería revolucionaria, decidiendo las resultas finales y abandono del campo de batalla por los federales.

LA MALA HORA

Uno de los aspectos que evidenció de inmediato la diferencia entre la conducción de Falcón y la de Zamora fue la elección del momento de dispersar y enviar las fuerzas federales a sus respectivos territorios de origen. Falcón toma la decisión de hacerlo luego de la derrota en Coplé, cuando en su retirada hacia Nueva Granada ordena dividir las fuerzas federales en cuatro cuerpos, uno al mando de Juan Antonio Sotillo, con destino a Oriente; otro bajo las órdenes de Pedro Vicente Aguado, que destinaba al Centro del país, un tercero jefaturado por Rodulfo Calderón rumbo a Coro, y el último dirigido por Pedro Aranguren, que debía actuar entre Cojedes, Lara, Portuguesa y Barinas.

Al paso de los meses dichos cuerpos se transformarían en partidas que solo libraban una guerra de escaramuzas, hasta comienzos de 1863, cuando se comenzó a hablar de las negociaciones que culminaron en el Tratado de Coche.

Decisión tomada a destiempo que influyó decisivamente en el estado de incertidumbre de la Guerra Federal y su prolongación por varios años más, y que a su vez implicó un drástico retroceso en relación a los avances logrados por Ezequiel Zamora en un año de operaciones.

T/ Néstor Rivero
F/ Cortesía