Canoabo recibió diciembre con un retumbe de parrandas

Las tradiciones decembrinas se muestran con un toque particular en este pueblito, cuna del potea Vicente Gerbasi. El 30 de noviembre se realizó un parrandón para recibir a diciembre, mientras que el 25 de diciembre la fiesta será hasta amanecer. El 1 de enero también hay parrandas

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Con una noche de parrandas infantiles se recibió recientemente en Canoabo, estado Carabobo, la temporada navideña y el mes de diciembre. Un gentío se concentró en la plaza Bolívar para disfrutar de unas diez “parranditas” y otras agrupaciones con las cuales se le dio la bienvenida musical al que se considera “el mejor mes del año” y a la manifestación más hermosa, aderezada con hallacas, dulce de lechosa, regalos y el reencuentro familiar. Luego, a las 5:30 de la mañana, se ofició una “misa de gallo”, que, según el párroco local, es una especie de antesala, porque las misas de aguinaldos arrancan el 15 de diciembre.

El festejo con el que este pueblo de los Valles Altos de Carabobo, cuna del poeta Vicente Gerbasi, se montó en la onda navideña fue organizado por Funda Canoabo, institución de promoción y fomento cultural y ecológico, que preside Emilio Torrealba, junto a un grupo de personas dedicadas a preservar las arraigadas tradiciones que han convertido esta localidad, parroquia del municipio Bejuma, en una referencia en la zona central del país.

Niños de la parranda de Agua Clara

Para el 15 de diciembre, cuando arrancan las misas de aguinaldos en las madrugadas, patrocinadas por familias o instituciones, esta previsto que los Cardenales de Canaobo, una de las parrandas insiginias, salgan a recorrer las calles del pueblo llevando su música a las familias y cantándole al nacimiento que generalmente se arma en algún rincón de la casa o en algún espacio de la entrada.

Para el 25 de diciembre, en otra actividad organizada por Funda Canoabo, se hará el Gran Parrandón, en su 29a edición, según se anunció en la tarima del parrandón infantil montado el pasado 30 de noviembre. El parrandón del 25 se extiende hasta el amanecer del 26. Allí se presentan grupos provenientes de otras localidades de Carabobo y de su valles altos, ya sean de Bejuma, Chirgua, Montalbán .

El 1 de enero se organiza otro parrandón de bienvenida al nuevo año. Luego del oficio religioso, la agrupación Los Cardenales de Canoabo recorre las principales calles del pueblo con paradas programadas en esquinas seleccionadas, y deleita a los habitantes y visitantes con sus composiciones.

El festival de parrandas del 25 de diciembre se viene organizando por Funda Canoabo desde hace 29 años, mientras que el parrandón del 1 de enero arriba a sus primeros doce años.

Funda Canoabo, presidida por el incansable Emilio Torrealba, cumple una función de gran importancia como eje promotor vecinal de una serie de actividades, sociales y culturales, que han hecho de Canaobo uno de los pueblos de mayor vitalidad dentro de los Valles Altos de Carabobo. Funda Canoabo organiza actividades de índole ecológico como la Bicicletada Ecológica en Familia, durante las vacaciones escolares de agosto; impulsa jornadas de reforestación en la montaña aledaña devastada por la deforestación, la quema y la destrucción de la cuenca de los ríos; promueve la creación de viveros en las escuelas. En la mayoría de estas iniciativas, Funda Canaoabo y Torrealba han contado con el respaldo y el apoyo de entes gubernamentales como el Ministerio de la Cultura o la gobernación del estado Carabobo. En oficinas públicas y privadas es usual encontrar a Emilio Torrealba con la cartica metida dentro de la carpeta, suplicando apoyo y recursos para impulsar las iniciativas que surgen a borbotones en el pueblo.

Emilio Torrealba, Marlene Sánchez, Antonio Guinand, Nélida Sequera

En anteriores reseñas, Torrealba ha manifestado la iniciativa de elevar al Concejo Municipal y a Rafael Morales, alcalde del municipio Bejuma, que se declare a Canoabo como Cuna del Parrandero. !”En Canoabo, hay 11 parrandas, una cifra alta y significativa para un pueblo pequeño, aunque caracterizado además por la vitalidad de sus tradiciones culturales, y el gran número de tallistas y artesanos”, ha dicho Torrealba.

Canoabo

Crónicas antañonas difundidas en el Correo del Orinoco sobre Canoabo, sus tradiciones y su gente, detallan que una antigua teoría asegura que el pueblo está al fondo de un lago prehistórico, cuyas aguas rompieron el muro natural y corrieron hacia el mar carabobeño.

Bajando la montaña por la estrecha y sinuosa carretera que viene de Bejuma y Aguirre, en uno de los tantos recodos, se puede apreciar el valle con figura de U acostada, con las casitas de techos de teja roja y la torre de la iglesia al fondo. Desde alguna que otra casa asciende una columnita de humo, que escapa de los viejos fogones. Muchas de las calles orientadas en el sentido del recorrido del sol concluyen en el río que baja de la montaña y continuá hacia la Sabana, un caserío de las afueras en la vía hacia Urama. Después de La Sabana, se avista el embalse que surte de agua potable a pueblos y vecindarios del noroeste del estado Carabobo.

El poeta Vicente Gerbasi, el hijo de mayor lustre que ha dado Canoabo, describió a su pueblo natal con su sentida prosa: “…está (Canoabo) sumergido en el fondo de un lago, el pueblo está ahogado de árboles, flores, frutos y cafetales que vistos desde lo alto semejan una alfombra de retazos multicolores extendida sobre un pajonal”.

En Canoabo funciona un núcleo de la Universidad Simón Rodríguez fundado por el educador Félix Adam. Son famosos sus diablillos danzantes, sus fiestas decembrinas, las tallas de los artesanos del sector de Canoabito. En Carabobo se le promociona como un bastión cultural. Sus habitantes conservan con orgullo los viejos caserones de adobe y techo de teja, con patios internos y jaulas con pájaros apostadas en los corredores.

Rafael Romero, artista popular, es reconocido en el pueblo por plasmar en el lienzo la poesía canoabera de Vicente Gerbasi. A quienes lo visitan en su casa, Romero puede recitarles de memoria los versos de Gerbasi que han inspirado algunos de sus cuadros:El cielo tiene grande gallinas blancas que flotan sobre un silencio de árboles, y en los patios caen chorros grises de granos de café. Su rumor es el rumor de la tarde. Vacas lentas madrugan en las calles con hierbas. Niños desnudos se reúnen en torno a la vendedora de conservas de piña. Un anciano vuela una cometa de seda roja con la cola ancha como el arcoiris. Cierto, el arcoiris se detuvo en las colinas húmedas del tiempo y los sentidos brillaban en las frutas doradas del cacao. Nos detuvimos largo tiempo para mirar los pavos reales. En ellos la tarde inicia una tristeza solar”.

Romero indica que Vicente Gerbasi nació en Canoabo el 2 de junio de 1913.

“Todavía mantengo la memoria del poeta, mantengo sus palabras, y siempre en las tardes o en momentos, me asomo al río Capa que baja de la montaña de Canoabo. Todavía se mantiene, en la calle Coronel, la casa del poeta, donde vivió y nació”, indica.

Rafael Romero

Romero dice que Canaobo es un pueblo en donde la Navidad se celebra con todo el fervor de los tiempos antiguos. El caserío se llena de luces, en especial “la calle de la Navidad que baja de la plaza”. Abundan las parrandas que todavía van de casa en casa. El 28 de diciembre, Día de los Inocentes, salé la Parvada de Locos, y se juega el Toro en Candela, que es un armazón con un hombre adentro y cachos de estopa ardiendo. Lo van bailando por las calles y embiste a los muchachos.

El cultor agarra una tambora y bajo el ambiente solitario del viejo caserón con techo de tejas rojas, canta algunos versos de aguinaldos: “A adorar al Niño/llegan los pastores/desde San Felipe/llegan cantadores.

El fogonólogo

La mayoría de los visitantes del pueblo se acercan a El Portón de don Antonio, ubicado a una cuadra de la plaza de Canoabo. Allí, atendidos por Antonio Guinand y su esposa, Nélida Sequera, disfrutan de comida criolla, un suculento desayuno, un generoso hervido en el almuerzo, o saborean boños aliñados o un postre de cacao con jengibre u otras combinaciones preparadas por estos atentos anfitriones. Además, en los amplios y acogedores espacios del negocio se puede recorrer el museo de antigüedades y admirar su colección de objetos y fotografías.

Guinand es un frecuente colaborador de Funda Canoabo en la serie de actividades que organiza el equipo a lo largo del año.

El Portón de don Antonio se ha convertido en una suerte de centro social y lugar de encuentro para canoaberos y visitantes.

“Si se hace largo el amanecer, tendremos que madrugar”, señala un letrero escrito sobre una tabla en la pared del negocio de don Guinand.

Antonio Guinand cuenta que hace unos 15 años notó que había una demanda de comida en la calle, así se lo hizo sabe a su señora. El tenía un budare, una leña recogida y un fogoncito en el solar.

“Le dije a mi mujer, vamos ponernos a hacer unas arepas. Hay movimiento de gente en la calle y no tienen comida. Donde Santiago Páez me fiaron, en otra bodega, la de Santiago Moyetones, me fiaron la harina. Prendimos el fogón y comenzamos a hacer arepas. A un señor que estaba en la manga de coleo, llamado Conejo Coronel, le dije, promociona que hay arepas en el Portón de don Antonio. Entonces comenzó a llegar gente. Era las cuatro de la mañana y yo estaba haciendo arepas. Hoy para Canoabo el restaurante es un ejemplo vivo de que debemos trabajar. Recibimos a todos los visitantes, tenemos estos espacios”, dice Guinand.

-¿Qué es Canaobo para usted?

-Lo es todo, es mi cuna. Si me pongo sensible me disculpa, pero aquí mis viejos fundaron una familia. La gente viene aquí y se lleva una buena imagen del pueblo. Tenemos comida criolla, marrano frito, aprendimos a elaborar el patacón, que es un plato maracucho, porque aquí se produce mucho plátano. Ha impactado porque es enorme, tiene buen relleno, buena textura. Servimos platos criollos, como la caraota, el marrano frito, los pabellones, las sopas a la leña. Yo soy fogonólogo. En el fogón a través de leña, le doy el toque a la comida. El muerde callao, el hombre de experiencia haciendo un buen hervido en leña.

T/ Manuel Abrizo
F/ Cortesía
Caracas