Una rara atmósfera se está sembrando en Venezuela y se está apoderando de la “emocionalidad” de ciertos sectores de la población, cuyo objetivo de vida es tener como la esencia que determina su ser.
Es una atmósfera que intenta alimentar la percepción de caos, de violencia y de ingobernabilidad.
Los noticieros en Venezuela (radio y televisión) están cargados de malas noticias, catástrofes, muerte. Llama la atención como combinan las ¿noticias? negativas nacionales con las de cualquier parte del mundo, estructuradas de tal forma que se termina creyendo que suceden también en nuestra patria.
Todo ello en el contexto de la violencia de la guerra económica, que ha convertido el día a día de los venezolanos en una economía de guerra: destrucción del sueldo y los salarios de los trabajadores, pensionados, etc., con el aumento a diario de todos los productos sin distinción.
La violencia económica ha potenciado el contrabando, el mercado electrónico con productos acaparados que burlan la ley; y se ha creado un sistema de venta paralelo, clandestino que incluye hasta los productos subsidiados.
A esta atmósfera (que ataca las mentes con las mediaciones mediáticas) ahora se le suma otra operación de guerra psicológica: los asesinatos de policías y las supuestas guerras -asesinatos- entre bandas en los sectores populares (hay quienes hablan de que son acciones de fuerzas de operaciones especiales hostiles infiltradas contra Venezuela).
Todo lo dicho supra, sucede cuando los ingresos petroleros han caído en un 60%, y cuando el Gobierno se ha comprometido a erradicar la pobreza y la desigualdad.
El pueblo demanda “mano dura” del Gobierno democrático del presidente Nicolás Maduro y una efectiva política comunicacional.