La comunidad fue testigo de la represión en febrero de 1989|En La Trilla rechazaron con una exposición fotográfica los sucesos del Caracazo

Hace 26 años, el pueblo venezolano fue protagonista y testigo de un estallido social de alcance nacional que dejó una herida abierta y la pérdida incalculable de vidas humanas en el Sacudón. Ayer, ese mismo pueblo dijo: ¡Nunca más! ¡Esto no puede volver a pasar! Estas fueron las frases que se repitieron en la inauguración de la exposición fotográfica 27-F contado por sus protagonistas, en la Casa Comunal de La Trilla.

Con 15 imágenes desgarradoras de los sucesos del llamado Caracazo del 27 de febrero de 1989, captadas por los fotoreporteros Tom Grillo y Francisco Solórzano “Frasso”, habitantes de la comunidad recordaron con dolor uno de los capítulos de mayor violencia de la historia contemporánea de Venezuela, desatado por una serie de protestas populares por el alto costo de la vida que fueron reprimidas cruelmente por los organismos de seguridad.

La fotografías en blanco y negro, de 28 por 45 centímetros, pertenecen a la Colección Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional de Venezuela (BNV), institución que organizó la muestra en alianza con el Consejo Comunal Renacer de los Vencedores de La Trilla.

LA CUARTA REPÚBLICA

La inauguración de la exposición fue la excusa para presentar un audiovisual con testimonios de habitantes de la comunidad que vieron “el zaperoco”, la arremetida de las fuerzas de seguridad y el asesinato de inocentes.

“Una fecha como esta ¡No volverá! Porque tenemos un Gobierno revolucionario, una carta de navegación que nos dejó el presidente Hugo Chávez con el Plan de la Patria”, expresó Sady Loaiza, director general de la Biblioteca Nacional, que ofreció unas palabras de presentación.

El servidor público considera que los sucesos del 27 de febrero marcaron el inicio de la Revolución venezolana, porque el pueblo salió a la calle por sus derechos, mientras el “nefasto Gobierno de la Cuarta República, salió a asesinar al pueblo venezolano”.

Con la Revolución Bolivariana –opinó Loaiza– “nunca” se repetirán aquellos hechos de violencia como los del Sacudón, porque prevalece la “unión cívico-militar para defender al pueblo, los intereses del pueblo”.

Según el director de la BNV, “el imperio no descansa” y las venezolanas y los venezolanos tampoco deben “bajar la guardia”, por ello, resaltó que recordar constantemente la historia es lo que ayuda a mantener “alerta al pueblo de Simón Bolívar”.

EL CAÍDO

Loaiza fue aplaudido por el público que celebró su propuesta de editar una publicación con la historia del Caracazo contada por las y los habitantes de La Trilla, con testimonios como el de la señora Agripina Ugueto, de 74 años de edad, que al sentir ráfagas de disparos salió a buscar a uno de sus hijos que jugaba pelota en los alrededores del Panteón Nacional y al regresar, en plena línea de fuego, supo del asesinato de un vecino mientras jugaba dominó en la azotea del edificio que habitaba.

“Fue horrible, da la casualidad que uno de mis varoncitos estaba jugando en la plaza. Cuando oí el tiroteo y los aviones me angustié tanto que salí a buscar mi a muchacho, y ahí venían los soldaditos con ametralladoras en mano. Uno me dijo: ¿Para dónde va usted señora? Y le dije: Voy a busca a mi niño que está jugando. Cuando veníamos de regreso me enteré que habían matado a “El Negro”, el hijo de la señora María, era un joven. Un compadre me agarró y me metió en su casa, porque continuaba el tiroteo”, rememoró a Agripina Ugueto en conversación con el Correo del Orinoco.

Ese día –dijo la señora– ella y su familia se encerraron en la casa, con las luces apagadas, mientras escuchaban el despliegue de los uniformados. “En la plaza pusieron una tanqueta. Con cualquier movimiento que veían disparaban, así acababan con uno. Eso fue horroroso”, apuntó.

“El Negro”, coincidieron voceros de la comunidad, fue por suerte el único caído de la comunidad de La Trilla durante los sucesos del 27 de febrero. Recibió un impacto de bala en la nuca o la cabeza.

MIEDO

Edy Silvera, de 66 años, lleva más de cuatro décadas residenciada en La Trilla y contó que vivió los sucesos de febrero de 1989 encerrada en su hogar, atemorizada por la violencia en las calles de la capital.

“La gente salió a saquear y eso daba miedo. Eso de que pusieran toque de queda me impresionó mucho. No me atreví a salir, porque disparaban y te podían matar, el plomo era para todo el mundo”, comentó.

Silvera indicó que en aquellos días las fuerzas de seguridad entraban arbitrariamente a las casas y “si encontraban algo raro, que se había saqueado, se llevaban a la gente, eso era muy peligroso”.

“La gente estaba descontenta, no tenía con qué comprar aunque había productos, por eso la gente se volvió como loca”, explicó.

T/ Várvara Rangel Hill
F/ María Isabel Batista