Carlos Urbina es un buzo que se sumergió en la artesanía

Carlos Alfredo Urbina Acosta, de setenta años, es un artesano escultor con una trayectoria de casi medio siglo de actividad. Son muy famosas sus aves y las figuras de animales y seres humanos en miniatura por la Batalla de Carabobo el año pasado, siempre utilizando materiales reciclables, que le han dado un merecido nombre en la artesanía venezolana.

Sus piezas de verdad son llamativas, ganando varios premios y siendo expuestas sus obras en diversos espacios, como museos y hasta en algunas estaciones del Metro de Caracas. En 2021 la Casa del Artista en Caracas le otorgó un certificado empírico: «Como empírico estoy fabricando todo con un 90 por ciento de material de rehuso o reciclaje, tales como retazos de tela, láminas de rayos x, alambres, cartón y botellas plásticas, entre otros, con los que hago búhos, guacamayas, gallos, gallinas, todo tipo de aves, hasta águilas arpías».

A propósito de la beatificación de José Gregorio Hernández, «elaboré varias piezas porque es un santo muy importante para nosotros los venezolanos, pero también hago otros con telas como San Gabriel Arcángel».
Le encantan también las miniaturas, tal como su minucioso trabajo del Buque Escuela Simón Bolívar, que también expuso el año pasado en la Casa del Artista. Como datos curioso, Urbina tiene poco más de quince años concentrado con todo en estas lides, desde que se jubiló como buzo.

Este caballero estuvo en la marina en el año 68 y se entusiasmó con el submarinismo: «Fundamos prácticamente un grupo, el departamento de buceo de la Armada Venezolana, situada en Puerto Cabello. Luego trabajé en la Fundación La Salle en el departamento de investigación submarina. En los años setenta estuve hasta con el famoso Jacques Costeau cuando vino a Venezuela».

«Mi otra gran pasión ha sido el mar, los misterios que encierra, influenciado por mi trabajo como buzo profesional. La soledad de las profundidades marinas, y el encanto del silencio que allí se esconde, me llevaron a construir paisajes marinos, modelados en arcilla, que adornaban las peceras y mesas de algunos familiares y posteriormente llegué con mi inquietud artística a la elaboración de embarcaciones marinas antiguas y modernas, que alterno con la fabricación de piezas de animales en madera y arcilla», rememoró en otra entrevista.

Cuando le inquirieron el porqué modeló una representación de la Batalla de Carabobo, acotó: «Representó el paso final para la independencia de nuestro país. Es por ello que mi trabajo lo aboqué a esta temática, por el contexto histórico que representó hace 200 años».

Es uno de los que alaba la reactivación del Museo Nacional de Arte Popular en la Galería de Arte Nacional: «Es extremadamente importante para que nosotros los artistas, los artesanos, podamos presentar nuestras obras, puesto que aquí (en la GAN), tenemos un bonito espacio para exhibir nuestros trabajos como artistas populares».

Sin bajar la guardia

Con satisfacción este artista plástico citó que el arte popular es su vida, su sueño, su trabajo. “Recuerdo a Armando Reverón, porque hay que reinventarse constantemente y nunca quedarse en un solo estilo”, dijo

De ahí que tiene un vasto catálogo de obras, todas diferentes para mostrar su versatilidad. Cree en promover nuevos talentos a través de la educación: “El arte educativo es fundamental para nosotros (la vieja guardia), pues nos permite compartir nuestros conocimientos con los más jóvenes, porque todos tenemos una vena artística. Sólo hay que sacarle el mayor de los provechos. Es importante sacarle el mayor provecho a esa generación de relevo desde los liceos, las universidades, los institutos, para que se formen y difundan el mundo de las artes plásticas venezolanas».

A pesar de la rudeza con que el Covid-19 atacó todas las áreas de la sociedad, reflexionó: «Nos hemos visto en la necesidad de buscar otros espacios para exhibir nuestros trabajos. Del mismo modo, la gente tiene miedo a salir por la pandemia, pero sé que poco a poco, cuidándonos, acatando las medidas de bioseguridad y con consciencia podremos ir paulatinamente retomando los espacios expositivos».

Asume el arte actualmente «de una forma positiva”. Asegura que se han abierto “muchas puertas. Ya no es como en décadas anteriores que era obligatorio tener un renombre para exponer en determinados recintos culturales».

Urbina pidió a padres y representantes «que animen a sus hijos si le ven esa inquietud por el mundo de las artes plásticas. Apoyenlos completamente, denle lápiz y papel, utensilios para pintar, sirvan de guías para que sus hijos logren sus objetivos artísticos. Los padres son el principal motor de apoyo para los jóvenes. Con el respaldo que tengan desde casa, podremos tener una extraordinaria generación de relevo”.
Nacido en Maracay, estado Aragua, tiene añales viviendo en la parroquia Sucre de Miranda, exactamente en la popular zona de Petare. Urbina se considera «alumno de la luz solar, el mar y la naturaleza y heredero de la creatividad manual y artística gracias también a mi familia materna, dedicada a trabajar muñecas de trapo y telas».

Exponer en sitios no convencionales, como algunas estaciones del Metro de Caracas, le da Urbina una gran satisfacción, pues le permite incluir “en estas exposiciones a espectadores no habituales y le ofrecemos una experiencia novedosa”.

“Yo he hecho mucho hincapié en esto porque, por ejemplo, el invidente está excluido de este tipo de actividades. En mis muestras, ellos empiezan a tocarlos: el pico, los ojos y logran verlos con sus manos. Yo les digo de qué color son, les cuento su historia y me dicen que es bello. Es una satisfacción increíble, eso es lo que uno gana, esa es la riqueza, ese es mi pago», expresa.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Luis Franco