Por Néstor Rivero| Carta a la juventud (Opinión)

La dificultad para construir un mundo más fraterno y responsabilidades compartidas se agrava por el rol disociador del complejo mundial de la industria cultural, el entretenimiento y la información que se enseñorea como amo y señor de casi todo cuanto circula por redes y agencias, sometiendo la capacidad crítica y de constatación de la verdad que distingue a muchas mujeres y muchos hombres en entornos no intrusivos. Así “Muchos jóvenes viven adormecidos por la propaganda de medios de comunicación social…por imposiciones culturales y el progmatismo inmediatista” [http.rincondelvago.com].

Y, no obstante, en territorios culturalmente dominados por el sistema global de la cultura y la difusión, que aplana toda percepción, lima aristas y destierra interrogantes, se levantan grupos inconformes con la versión del fin de la historia, tanto en Europa, Norteamérica y América Latina. Dudar de toda versión mediática que no acepte el tamiz de su refutación es blasón del joven que ejerce con autenticidad su condición. Así ha sido cada vez que se anuncia la tempestad social de una transformación profunda en los modos de vida y convivencia. Eso fue la Ilustración que desbrozó el camino de la Revolución Francesa y sustitución del orden feudal por el capitalismo.

Y así ocurre hoy en distintos países cuando un pueblo -con sus jóvenes incluidos- aquejado por el maltrato de siglos, va tras la bandera de la Revolución y confirma que, pese al descrédito mediático y asesinato moral de líderes honestos, queda reserva en el mundo, a partir de la cual cuando todo parece desplomarse para las personas que sueñan un Mundo Posible, queda todavía territorio para hacer verdad aquel apotegma que el Libertador expuso el Los Cayos el 25 de febrero de 1816: “Si la honradez se perdiera, sería cosa segura encontrarla en la casa de Camacho” .

En tiempos del cambio climático e incertidumbre, y en que el país en que se vive atraviesa aguda crisis, y en que los otros países confrontan crisis en grado no menos alarmante -con la libre venta y uso de armas hasta por sus niños, o terrorismo-, la juventud venezolana está llamada a perfilar la llama de la Revolución con la íntima certeza del humanismo acerca de que con su diario empeño su país, su centro de estudio o de trabajo, y la familia, han de ser mañana un mejor lugar para compartir.

nestor5030@gmail.com

La juventud es fácilmente manipulable en ocasiones por falta de experiencia pero es el próximo motor que llevará el país adelante, debemos confiar más en ella y estar con los jóvenes, sus ideas y deseos de construir un mundo mejor.