Afirma la documentalista Liliane Blaser| Casi toda la ficción en el país excluye al proceso socipolítico actual

Graba hasta las entrevistas que le hacen, parece que desde los 16 años, cuando le regalaron su cámara Bolex Pailard, la documentalista Liliane Blaser no sale sin una filmadora a la calle, y por ello ha registrado en las cintas momentos cruciales de la historia del país.

Imágenes del 27 de febrero de 1989 y de los hechos previos y posteriores a la rebelión cívico militar del 4 de febrero de 1992 han sido captadas por la lente de Blaser, quien participa en el Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño de Margarita 2012 con un largometraje documental Crónica de un pueblo en la calle (1:05 minutos) sobre las protestas del pueblo y la represión durante los años 92 y 93.

«Tratamos de mostrar lo que el pueblo fue capaz de hacer durante dos años, es una síntesis apretadísima de los momentos culminantes. Uno iba a la calle cada dos días, y cada dos días tenías que padecer las bombas lacrimógenas, el desastre que ocurría en las manifestaciones», recuerda.

En el Festival participó en la edición pasada con un cortometraje sobre Palestina, y en otra oportunidad actuó como jurado. Este año debatirá el premio El Pelícano con documentales como De navíos ron y chocolate, de Malena Roncayolo; El Santo Salvaje, de John Petrizzelli; Carlos, el amanecer ya no es una tentación, de Thierry Deronne; Fuego sobre el Mármara, de David Segarra; y Cabrujas en el país del disimulo, de Antonio Llerandi y Belén Orsini.

Entre los aspectos positivos de esta fiesta del cine en Margarita destaca que se le de un espacio importante al documental, que a su juicio ha tomado una gran importancia en el país desde el año 1998, con la llegada de la Revolución Bolivariana.

«La gente está más volcada hacia el documental, le interesa tanto a consagrados como a jóvenes. Además, este proceso sociopolítico es bien interesante y es muy importante poderlo retratar críticamente, hay que reflexionar el proceso desde cualquier ámbito o visión», expresó.

No obstante, considera que las películas de ficción del país no retratan la Venezuela actual ni el proceso de transformación sociopolítica en el país y como excepciones nombró a Libertador Morales, de Efterpi Charalambidis, «donde aparece un Consejo Comunal» y La Clase, dirigida por José Antonio Varela.

«Casi todas las ficciones que vemos están hechas en una Venezuela donde no está pasando esto. Algunas son policiales que podrían estar en cualquier época o en la actualidad pero quitando todo lo que está ocurriendo en lo político, social, cultural. Hay un fenómeno integral que no debería no ser retratado», expresó dijo.

Blaser, quien confesó que en 1998 escribió un guión de ficción llamado Agua Bendita, dice que no pelea con este género pero insiste en que «sería interesantísimo» hacer críticas desde este campo. «No solo para darle aplausos a la Revolución sino reconocer que existe un proceso con el cual te posicionas o no, no importa».

La documentalista mira al pasado y recuerda que a los nueve años recibió su primera camarita una Instamatic «de esas pequeñitas». Con ella sacaba fotos a las matas y a los gatos. Ahora tiene en mente un largometraje documental largo sobre Palestina y otro sobre la crisis de Europa; mientras espera ver si este año se estrenan largometrajes de ficción diferentes.

Fuente/AVN