Por Maximiliano Pedranzini|Mercosur: un dilema en el corazón de la Patria Grande (Análisis Internacional)

La historia afirma con acervo memorioso que el Mercosur, desde su formación en 1991, tuvo un auspicioso apoyo y seguimiento de los movimientos sociales que, en los umbrales de una década marcada por el discurso del fin de la historia y el triunfo estadounidense en la Guerra Fría, vieron una pequeña luz de esperanza que se colaba en la sombría meseta de los sectores populares y que parecía traer el brillo de la integración regional. Esos vientos de cambio se desvanecieron en el horizonte y los infames años del neoliberalismo despojaron cualquier posibilidad de concretar el sueño de Bolívar y San Martín.

En el seno de los países fundadores, los pueblos continuaron impostergable su lucha por la integración a pesar ver como avanzaban las políticas neoliberales. Una lucha que venía desde abajo y para los de abajo. Lo que vino en Mar del Plata el 5 de noviembre de 2005 fue el bautismo de fuego de esta integración. El entierro del ALCA fue tan solo el comienzo para dar forma a una integración cuyo espíritu reside en las tradiciones emancipatorias que dieron vida al sentido de lucha por la autonomía y la resistencia insurgente contra todo tipo de opresión. Un legado inclaudicable que persiste perpetuo en la memoria como una raíz infinita que nunca muere. Así se forjan las conciencias: con el hierro indestructible de la emancipación.

El camino hoy nos lleva a Venezuela que, como joven integrante del bloque regional, es testigo de cómo la restauración neoliberal lo está haciendo añicos deslegitimando su estatus como miembro pleno y su rol en la Presidencia Pro Tempore que es cuestionada por los sectores más conservadores bajo el patrocinio estadounidense para generar desestabilización al interior de la entidad supranacional.

¿Por cuál irán después? ¿Por la Unasur? ¿Por la Celac? ¿Por el ALBA-TCP? El imperio conducido por el complejo militar-industrial busca echar abajo las columnas que sostienen la plataforma de integración y unidad de la región para poner sobre ella la del Acuerdo Transpacífico que ha logrado seducir a algunos países de la región.

La respuesta para mantener en pie los pilares de la integración está en la resistencia de nuestros pueblos para que ni el Mercosur ni el ALBA ni ninguno de los instrumentos de la Patria Grande desaparezcan. Esa es la tarea que debemos emprender si pretendemos ser verdaderamente libres. El comandante Hugo Chávez nos alentaría a seguir esta senda. De eso no hay duda.

T/ Maximiliano Pedranzini
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Posada / Argentina