Canalla mediatica | Yo, Truman (Opinión)

Si viste «Truman Show», recordarás la escena en la que Truman intenta escapar de la trampa tendida por el director del entramado que ha convertido la vida del personaje en un «reality show» de dimensiones planetarias.

Truman se da a la fuga en su vehículo por entre las calles de esa ciudad construida en el «set» en el que, sin saberlo, ha vivido desde que nació, bajo la mirada de un insospechado ojo que sigue todos sus movimientos.

Propósito imposible: las avenidas por las que intenta salir están bloqueadas por colas de carros que surgen de la nada que, así como aparecen, despejan las vías en cuanto Truman busca otra alternativa.

La otra mañana, al intentar hacer el mercado de verduras y legumbres, me sentí como Truman.

Camino por la calle por la que tránsito a diario, rumbo al abasto de la esquina, cuando, en cuestión de segundos, una cola se forma de la nada ante la Santamaría de la farmacia que está por abrir.

Sigo hacia mi destino y cual inocente Truman llego a la bodega en donde, sin cola alguna, ingreso y hago las compras. Pago, salgo y ¡oh sorpresa!: una cola serpentea la calle, segundos antes, despejada y solitaria. Avanzo y al pasar frente a la farmacia inicialmente acosada por la multitud, ni asomo de cola.

Giro la mirada en busca de la cámara que me vigila, escruto a los transeúntes adivinando actores que simulan ser mis vecinos, verifico fachadas que podrían ser decorados, muerdo la zanahoria que acabo de comprar sospechando vulgar utilería, imagino al personaje que urde el guión del «reality show» que usted y yo, desprevenidos Truman, estamos protagonizando en horario estelar

T / Armando Carías