¿Diálogo? Por supuesto. Estoy de acuerdo. José Vicente Rangel insiste permanentemente en ello.
El comandante Hugo Chávez era un gobernante de diálogo. El presidente Nicolás Maduro lo es. Lo acompañamos moral y solidariamente en la intención y en el esfuerzo que está haciendo por dialogar con la derecha opositora, a pesar de lo difícil que es.
Pero, estemos claros, en política diálogo significa negociación. O, mejor dicho, para no usar una palabra que puede malsonar, diálogo significa voluntad de acuerdo. Pues si no, no tiene sentido. Se llegue o no se llegue a ese acuerdo. Ejemplos, sobran:
Estados Unidos y el Vietcong, sentados a una mesa de conversaciones en París, mientras la guerra de agresión imperial continuaba. El gobierno de Frederik de Klerk y el ANC (Congreso Nacional Africano) de Nelson Mandela en la Sudáfrica del Apartheid. Las FARC y el Gobierno de Colombia en los últimos años reunidos en La Habana. Y muchos otros.
De manera que si estamos dialogando, quiere decir que estamos dispuestos a llegar a un compromiso de convivencia. Pues de otro modo, repito, constituiría una farsa para correr la arruga.
Ahora bien. Yo comprendo que la derecha debe comprometerse a dejar de una vez por todas la violencia como forma de hacer política. Respetar absolutamente la Constitución. Reconocer la legitimidad del Gobierno Bolivariano y abandonar su febril afán de derrocarlo. Y por supuesto renunciar a la conspiración antipatriota en el escenario internacional. Asuntos bien concretos. Supongo que esos son puntos indispensables en nuestras exigencias, sin los cuales no pudiera haber acuerdo alguno. Pero… ¿Cuales serían los puntos donde pudiera condescender la Revolución con sus adversarios? No me lo imagino.
¿En qué podemos comprometernos para que la derecha se sosiegue? No tengo ni idea.
Lo que sí sé con absoluta seguridad es que nosotros no vamos a transigir en nada que vaya contra los principios y propósitos de la Revolución Bolivariana. Ni vamos a traicionar o debilitar sus logros. Tengo la seguridad de ello.
Visto así, ¿qué será aquello que nosotros pudiéramos ofrecer para lograr un acuerdo de convivencia? Yo trato de hacer ese ejercicio de pensamiento. Le pediría a José Vicente que lo hiciera. Y creo que todos debemos intentarlo para que después no nos sintamos mal, tanto si el acuerdo se da como si no. En verdad es muy interesante todo eso.