Chávez hizo de la vida un poema, rompió moldes y amó a Caracas

Handout picture released by the presidential press office of Venezuelan President Hugo Chavez playing the guitar during a meeting with ministers at the Miraflores presidential palace in Caracas on September 20, 2012. Chavez passed away on March 5, 2013 in Caracas after a long fight with cancer, Venezuelan Vice President Nicolas Maduro announced. AFP PHOTO/PRESIDENCIA RESTRICTED TO EDITORIAL USE-NO MARKETING-NO ADVERTISING CAMPAIGNS-MANDATORY CREDIT 'AFP PHOTO/PRESIDENCIA' -DISTRIBUTED AS A SERVICE TO CLIENTS

Durante una actividad en un campo petrolero del estado Monagas, en agosto de 2012, Chávez bailó con una dama llamada Aída, un bolero de Armando Manzanero (esa tarde vi llover… vi gente correr) cantado a capella por uno de los asistentes. Las cámaras de televisión mostraron a la improvisada pareja, cachete a cachete, moviéndose a ritmo lento en eso que los entendidos llaman “bailar en un cuadrito y sobrarle espacio”. Luego, Chávez recordó aquellos tiempos de serenatas y parrandas. “Le hace falta a uno la alegría”, “¿Acaso que uno no vivió?”, “¿Quién le quita a uno lo bailao?”, dijo entre risas y carcajadas.

El líder bolivariano frecuentemente rompía con la monotonía y rigidez de los actos protocolares intercalando anécdotas o echando cuentos de sus correrías de niño en Sabaneta. Hablaba de sus andanzas en Caracas en los ratos libres que dejaba la Academia Militar, o detallaba emocionado sus recuerdos en Elorza y el Cajón del Arauca. Además, parecía burlarse del aburrido estilo y de esa solemne formalidad del mundillo político y diplomático. Gustaba gastarle bromas a sus amigos y a los miembros de su gabinete, revelando sus habilidades o contando alguna que otra aventura en Caracas con sus compañeros de estudio.

Igualmente, se burlaba de su inglés, su “bad inglis” como lo llamaba. Ocasionalmente en tono de chanza, entonaba, cerrando los ojos, una canción de moda de los años setenta en un inglés de oído, como aprendido en El Furrial. Culminaba soltando la respectiva carcajada: “Buen bi gué married, buen bi gué maried (“Cuando nos casemos”, canción de la banda norteamericana 1910 Fruitgum Company). En un micro de Venezolana de Televisión se le escucha afirmar que había cantado con Billo’s, que era un experto en boleros, que le gustaba el rap, y que era otro Beta.

Aun en las circunstancias más difíciles de sus años en Miraflores, como su última cadena nacional de radio y televisión, el ocho de diciembre de 2012, nunca dejó de apelar al humor para restarle dramatismo al momento. Con Diosdado Cabello sentado a su derecha y Nicolás Maduro a su izquierda, Chávez anunció al país que regresaba a La Habana a someterse a una nueva intervención quirúrgica para tratarse el cáncer. Allí le pidió a los venezolanos y venezolanas que eligieran a Nicolás Maduro como Presidente si ocurriera algún hecho sobrevenido o quedara incapacitado para ejercer el cargo.

“Bueno yo me veo obligado por las circunstancias”, expuso, “ustedes saben mis queridas amigas, mis queridos amigos venezolanas y venezolanos todos, que no es mi estilo un sábado por la noche y menos a esta hora, nueve y media de la noche ¿te acuerdas de aquella película Diosdado?”.

-¿Cuál?- respondió Diosdado.

“Saturday… ¿Cómo es?”, dijo Chávez.

-Saturday night fever- respondió el para entonces presidente de la Asamblea Nacional.

-Fiebre de sábado por la noche. John Travolta. Yo bailaba «La lambada», compadre. Yadira (Córdova) también la bailaba (…). Bailábamos La lambada. Yo recuerdo esa película (Fiebre del sábado por la noche), tuvo mucho impacto. Hace poco vi una película, Travolta ya con unos años encima pero buen actor, excelente actor, John Travolta ¿Ese es el nombre de él, del actor? ¿No?… Y Olivia Newton-John ¿Te acuerdas? ¡ah! Era el impacto de aquellos años, los años 80, los años 70. Teresa Maniglia bailaba La lambada pero divino. Yo la vi una vez.

En un coloquio en Moscú, en la Universidad de la Amistad de los Pueblos (9-9-2009), le habló a los jóvenes de sus años de liceísta en Barinas. Los rusos lo escucharon cantar: “Nunca mi amor olvidaré / cuando por primera vez yo te besé / nunca olvidaré las horas / que pasamos juntos en aquel café. / Tú tenías 15 años, yo no había cumplido aún los 16.

“Era esa época de los 15 años. ¡Los Beatles! Yo tenía un afro así grandote. Sí, yo tenía un afro. Y bailaba rock and roll, The Rolling Stone.”

En otro acto en enero de 2006 contó que cuando entró, el 8 de agosto de 1971, a la Academia Militar, no era más que Tribilín.

“Todavía soy Tribilín, pero no era más que Tribilín. ¡Flaquito! ¡Pata larga! Y, bueno, tenía un afro, me quitaron el afro ahí en la Academia, y jugaba pelota, pues, quería ser pitcher del Magallanes”.

Su padre, el maestro Hugo de los Reyes Chávez, confesó en cierta oportunidad al Correo del Orinoco que “cuando lo dejé allá (en la Academia) sentí que había perdido al hijo. Es triste. Recuerdo que a las 6:00 am yo fui con otro amigo que llevó a su hijo; los entregamos. A las 6:00 pm fue cuando los volvimos a ver. Me provocaba traérmelo otra vez. Lo más triste es cuando te entregan la ropa de civil. Yo me vine con la ropita. Eran un vacío y una tristeza muy grandes. Una vez lo fui a ver y le dije: “Hijo, todavía tienes chance que si no te acostumbras, puedes solicitar la baja”. Me dijo, tocándose el hombro con los dos dedos: “Yo me voy de aquí cuando me haya graduado”.

CON SANGRE EN LAS VENAS

De Caracas contaba gustoso que al principio le tenía miedo. Andaba aterrorizado. Era un veguero perdido en la gran ciudad. La primera vez que salió de paseo con algunos compañeros fue a la plaza Miranda. En Aló Presidente, en coloquios y actos de gobiernos, recordó varias veces sus correrías por la capital, cuando salía de permiso con un bolívar en el bolsillo.

“Uno a veces salía era a caminar porque no tenía más recursos… Se bajaba en cualquier esquina por aquí y pasaba el día caminando, una arepa y una chicha o un refresco, y entonces se iba a las 7:00 de la noche. Otro carrito aquí y uno andaba vestido de azul con guantes blancos y todo (…). La plaza Miranda, uno iba de la plaza Diego Ibarra a la plaza Miranda a caminar por allá por las torres. De aquí uno a veces se iba a pie al 23 de Enero, ahí vivía Martínez Morales, viejo amigo y compañero. A veces uno se iba caminando desde aquí hasta Los Chaguaramos donde la querida amiga y recordada Carmen Daza. Sí eran marchas porque uno no tenía a veces ni cómo pagar un carrito o se iba caminando ¿Sabe a dónde?, a Prado de María, a casa de la familia Mora, era la Caracas de los años 70 la que conocí.” (Aló Presidente 306).

A PRADO MARÍA SOLÍA IR TRAS UNA MUCHACHA

“Yo tuve una novia en Prado de María, cuando era cadete… y tuve una novia cerca de donde vive la familia de Teresita Maniglia… Había una discoteca Juan (Barreto) ¿Tú nunca fuiste? Eran esos tiempos que deben volver, cuando uno salía a medianoche con su novia, agarraditos de la mano, a comerse un helado, al cine Arauca ¿Te acuerdas del Cine Arauca? Al lado de donde está el elevado. Yo recuerdo que una vez fuimos a ver una película con Charles Bronson, un sábado que yo tenía permiso hasta medianoche y salía a las once y media corriendo, agarraba el carrito por puesto que pasaba por ahí y lo dejaba a uno en el puente de Conejo Blanco, y uno salía corriendo y llegué allá casi retardado por la novia, chico, por el Cine Arauca”.

Confesaba que añoraba aquellos días de los juegos de pelota en el Chato Candela, en el 23 de Enero, y cuando salía del estadio Universitario, a las diez, once de la noche, y se iban a comer arepas.

“Como me gustaría comerme una arepa a las tres de la mañana en el “Tropezón”. o uno se metía en una discoteca por ahí, la “Hawai kai”, no dije nada malo ¿Existe la “Hawai kai”?, debe ser de las más viejas discotecas de Caracas, la “Hawai kai”, la Cueva del Oso, había una por aquí también. Rangel, tú te la pasabas ahí también en la Cueva del Oso, Rangel Briceño, bueno, cuando uno salía al mundanal ruido. Yo también viví, yo también tengo sangre en las venas”.

En el Aló Presidente 287, realizado en la parroquia Catia la Mar, se refirió a Coromoto Linares, una muchacha llanera que estudiaba en la UCV y falleció en el trágico accidente de Las Azores con el Orfeón Universitartio. Vivía en una residencia de Las Acacias junto a su hermana mayor Morela Linares.

“Nunca la voy a olvidar. Quise mucho a Coromoto Linares… Cantaba lindo… yo iba de cadete, me venía a pie… desde la Academia hasta Las Acacias, la avenida Presidente Medina. Por ahí uno se metía a visitar a Coromoto Linares. Ella tocaba guitarra y cantábamos allí, era una residencia además de puras muchachas, así que era un sitio bueno para visitar, Juan (Barreto) verdad. Un domingo, un cadete ahí. Ellas me planchaban el uniforme, me lavaban los guantes blancos. Era yo el toñeco de esa casa, ahí estaba Coromoto. Después se nos fue en el accidente de Las Azores, el Orfeón Universitario”.

A Caracas, tras el miedo y el susto inicial, la fue queriendo hasta que esa ciudad bolivariana se le fue metiendo en el corazón. En no pocas oportunidades le declaró su amor y se propuso rescatarla del caos, embellecerla y devolverle su prestancia histórica como cuna de El Libertador y capital de la república, junto a los alcaldes Freddy Bernal, primero, Jorge Rodríguez, después, y Farruco Sesto a quien le encargó la construcción del majestuoso mausoleo, en el Panteón Nacional, como espacio exclusivo para acoger el sarcófago con los restos de El Libertador Simón Bolívar.

En el Aló Presidente 306 expuso, una vez más, su deseo de transformar a Caracas.

“…Pero tenemos que recuperar todos estos espacios, y ponerlos bonitos, seguros, y en eso no ahorraremos esfuerzos para poner a Caracas en el más alto nivel de seguridad, de bonitura, de belleza, toda Venezuela, pero en este caso quise venir a la plaza Caracas, aquí, en el corazón de esta Caracas tan querida, Caracas revolucionaria, Caracas roja, Caracas tricolor, Caracas, Caracas, Caracas linda Caracas, Caracas la cuna de Bolívar, cuna revolucionaria, ejemplo. Esta es una ciudad heroica, una ciudad que resiste y que ha dado ejemplos siempre como dice nuestro Himno Nacional “y si el despotismo, levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”. Caracas, Caracas, yo amo esta ciudad, la amo, como amo la patria toda”.

Texto/Manuel Abrizo
Foto/CO-Archivo