Hoy se cumplen 43 años del asesinato del guerrillero heroico|El Che enfrentó la muerte con confianza en la victoria

Que sean como el Che

El 9 de octubre de 1967, el Ejército de Bolivia dio el anuncio oficial de la muerte en combate de Ernesto Guevara de la Serna, ocurrida el día anterior.

Pero realmente el Che fue herido en una pierna en el enfrentamiento que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) boliviano, que él comandaba, mantuvo contra efectivos militares en Quebrada del Yuyo.

Luego fue hecho prisionero y trasladado a La Higuera, pequeña localidad al sur de la provincia Vallegrande en el departamento de Santa Cruz, Bolivia.

Pasado el medio día del 9 de octubre y en presencia de jefes militares del gobierno boliviano y agentes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), Ernesto Che Guevara fue ejecutado.

Finalmente su cuerpo fue trasladado hasta Villagrande donde fue exhibido por un día y medio frente a pobladores, militares y periodistas, como una prueba inequívoca para el mundo de que se había dado caza a uno de los “guerrilleros más peligrosos de ese entonces”.

Pero esta misma maniobra fraguó la imagen del Che como símbolo de la lucha revolucionaria. La fotografía de su cadáver expuesto a la prensa recorrió el mundo y causó un gran impacto entre las generaciones de jóvenes que en muchos países se rebelaban contra los horrores del capitalismo.

CONFIANZA EN LA VICTORIA

Harry Villegas, conocido como Pombo, fue compañero del Che Guevara desde los tiempos de la guerra contra el dictador cubano Fulgencio Batista, en la Sierra Maestra. Estuvo con él en el Congo en 1965 y luchó a su lado hasta el último momento en Bolivia. De hecho, es una de las últimas personas que lo vio con vida.

Los años que vivió junto al guerrillero heroico le permitieron conocerlo lo suficiente como para afirmar que el Che se enfrentó a la muerte con confianza en la victoria.

“Estoy convencido de que tenia plena conciencia de a qué se arriesgaba y lo difícil y compleja que era la lucha, pero creo que se enfrentó a estos últimos momentos con pleno optimismo y con confianza en la victoria”, manifestó en entrevista con el Correo del Orinoco.

Además del conocimiento que llegó a tener de la personalidad de su comandante, Pombo tiene otros indicios que le dan pie para asegurar que éste no contemplaba la derrota en su último combate. El Che, que sabía que estaban cercados por el Ejército boliviano, al organizar la última batalla del ELN con los seis guerrilleros cuyo estado de salud aún le permitía combatir, entre ellos Pombo, dio indicaciones para una reagrupación posterior a la refriega.

El Che nos dijo que había dos posibilidades: podíamos salir de la batalla todos juntos, o dispersos”, comenta Pombo, y señala que ante la posibilidad de que optaran por al segunda opción, Guevara organizó la forma en que debían reagruparse. “Es decir que él concebía que podíamos abandonar ese lugar de alguna forma”, señaló.

Villegas no tiene duda de que el hecho de que el Che haya dado tres puntos diferentes de contacto para la reagrupación luego de la batalla es una evidencia de que “tenía confianza en seguir combatiendo, tenía confianza en la victoria”.

A juicio de Villegas uno de los elementos que dificultó una salida airosa de aquel último combate fue la enfermedad de la mayoría de los guerrilleros.

“Al Che le era muy difícil abandonar a hombres y mujeres enfermos que estaban ahí fundamentalmente por fidelidad hacia él, porque casi todos habíamos combatido con él anteriormente y había un vínculo humano de lealtad mutua muy profundo”, sostiene el luchador cubano, quien dice que es ese gesto lo que hace de Ernesto Guevara un verdadero revolucionario.

“Lo que caracteriza al revolucionario es el ser extraordinariamente humano. Lo más importante que hay en el revolucionario es la sensibilidad humana, su preocupación por el prójimo, por querer crear una sociedad mejor, más justa”, sentencia.

¿UN AVENTURERO?

Guevara fue severamente criticado por quienes aseguraban que había viajado a Bolivia condenado de antemano a morir, ya que allí no estaban dadas las condiciones para la formación de una guerrilla.

Muchos incluso han intentado desvirtuar su figura de incansable luchador revolucionario por la liberación de los pueblos de América Latina y de pensador humanista, catalogándolo de aventurero.

Pero Pombo advierte que ya el Che dio respuesta a esas críticas en vida: “Hay alguien que le preguntó una vez si era un aventurero y él dijo ‘sí, de los que exponen el pellejo y se exponen al riesgo”.

“Un verdadero revolucionario, como el Che, como Fidel Castro, como Simón Bolívar, no mandan a sus compañeros a combatir sino que ellos van al frente en el combate y por eso se les sigue”, resaltó.

Villegas aseguró que esa es la característica que diferencia a los líderes populares: la capacidad de conducir a la gente con el ejemplo. “El ejemplo personal determina la autoridad que el líder va a tener en todos los campos para poder dirigir. Por eso al Che le era tan difícil pedirle a otros que ejercieran el internacionalismo sentado desde una oficina”, resaltó.

LUCHA DESDE OTROS FRENTES

La eterna búsqueda de la justicia que emprendió Ernesto Guevara a lo largo de toda su vida, hizo que los frentes de lucha en los que combatió fueran muchos y diversos.

No sólo fue el guerrillero que combatió en países de América Latina y África, sino que también estuvo al frente del Ministerio de Industrias durante los primeros pasos de la revolución cubana y se encargó de la fundación de la agencia de noticias Prensa Latina.

Entrevistado por el periódico argentino Resumen Latinoamericano, fue uno de los fundadores de la ya legendaria agencia cubana, Mario Mainadé Martínez, contó cómo fue la experiencia de trabajar con Guevara.

“El Che venía todos los días y nunca dejó de venir. Llegaba sobre las diez de la noche a cogerle su tabaco a (Jorge Ricardo) Massetti, entonces arreglaban el mundo. De ahí salieron muchas cosas interesantes que Prensa Latina desarrolló posteriormente”, indicó.

Minadé resaltó que a pesar de las interminables tareas que Guevara tenía como ministro y en la dirección del Partido Comunista de Cuba, siempre se hacía de un tiempo para compartir con sus compañeros y reflexionar sobre la necesidad de combatir en el frente comunicacional.

Ernesto Che Chevara

LA GRAN PATRIA

El periodista argentino Jorge Ricardo Massetti fue también uno de los fundadores de esa agencia de noticias cubana. Llegó a la isla enviado por Radio El Mundo, de Buenos Aires, en 1958 con la encomienda de entrevistar a Castro y a Guevara en la Sierra Maestra.

Posteriormente escribió en base a esa experiencia un libro titulado “Los que luchan y los que lloran”, publicado en diciembre de 1959, y en el que narró, entre otros aspectos, su encuentro con el Che.

En un pasaje de su libro cuenta algunos aspectos de la singular conversación que sostuviera con el Che en la Sierra Maestra, durante la lucha de liberación nacional en Cuba:

“Él había encendido su pipa y yo mi tabaco, y nos acomodamos para una conversación larga. La primera pregunta al Che fue la siguiente: ¿Por qué estás aquí?… Me contestó con su tono tranquilo que los cubanos creían argentino y yo calificaba una mezcla de cubano y mexicano: Estoy aquí porque considero que la única forma de liberar a América de dictadores es derribándolos, ayudando a su caída de cualquier forma y cuanto más directa mejor”.

Massetti lo interrogó sobre la posibilidad de que su intervención pueda ser calificada como una intromisión en los asuntos internos de una Patria que no era la suya, a lo que el Che respondió sin titubeos.

En primer lugar yo no considero solamente a mi Patria la Argentina, sino toda América; tengo antecedentes tan gloriosos como el de Martí y, es precisamente en su tierra en donde yo me atengo a su doctrina; además no puedo concebir que se llame intromisión al darme personalmente, al darme entero, al ofrecer mi sangre para una causa que considero justa y popular, al ayudar a un pueblo a librarse de una tiranía que si admite la intromisión de una potencia extranjera que la ayuda con armas, con aviones, con dinero y con oficiales instructores. Ningún país hasta ahora ha denunciado la intromisión norteamericana en los asuntos cubanos, ningún diario acusa a los yanquis de ayudar a Batista a masacrar a su pueblo. Pero muchos se ocupan de mí. Yo soy el extranjero entrometido que ayuda a los rebeldes con su sangre. Los que proporcionan las armas para una guerra interna no son entrometidos. Yo, sí.”, aseveró.

Despedida

LA DESPEDIDA*

Fidel:

Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.

Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.

Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío.

Hago formal renuncia de mis cargos en la Direccón del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.

Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario.

Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario.

He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe.

Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.

Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.

Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu.

En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.

Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.

Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.

Hasta la victoria siempre, ¡Patria o Muerte!

Te abraza con todo fervor revolucionario,

*Carta leída por Fidel Castro el 3 de octubre de 1965

T/Yamila Blanco
F/Agencias

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