Única vía correcta es solucionar diferencias mediante diálogo y negociación|China tiene soberanía indiscutible sobre su Mar Meridional (Opinión)

En tiempos recientes, se agudizan las tensiones en el Mar Meridional de China con intervenciones frecuentes provenientes de unos países fuera de la región, lo cual convoca preocupación de la comunidad internacional sobre la paz y estabilidad en esa zona marítima. Aprovecho la oportunidad para hacer una breve presentación sobre la historia y la actualidad del Mar Meridional de China, así como la política china sobre el asunto.

La llamada “disputa” sobre las islas en el Mar Meridional de China no es un asunto histórico. Las islas son descubiertas, denominadas, desarrolladas y administradas por el pueblo chino en la antigüedad y siempre han pertenecido a China. El Gobierno chino fue el primero en ejercer continua jurisdicción soberana de manera pacífica y efectiva sobre esas islas. Antes de los años 70 del siglo XX, el hecho de que las islas pertenecen a China fue un consenso universal que nunca había sufrido ninguna protesta desde ningún país. Sin embargo, en 1968 organismos adscritos a las Naciones Unidas anunciaron que en esa zona yacían abundantes recursos de petróleo y gas, y desde los 70, unos países tales como Filipinas empezaron sus prácticas ilegales de invadir y ocupar las islas. Argumentando que las Islas Nansha se encuentran dentro del ámbito de 200 millas marinas de su país, intentaban negar la soberanía china sobre las islas usando la  jurisdicción marítima, sensacionalismo que induce a error al público internacional.

En 2013, Filipinas inició unilateralmente un caso de arbitraje ante la Corte Internacional de La Haya, en contra con los documentos bilaterales y la Declaración sobre la Conducta de las Partes en el Mar del Sur de China (DOC), lo cual estableció los principios de resolver controversias mediante negociaciones y consultas. Sus acciones violaron la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), abusaron el proceso de resolver conflictos y afectaron los derechos de China en calidad de signatario de la UNCLOS, de selección propia de mecanismo y procedimiento para resolver disputas, lo cual deja ilegal, nulo y sin efecto el arbitraje. Sin embargo, la Corte de La Haya, pasando por alto prácticas internacionalmente aceptadas de que la disputa territorial se resuelva según los Derechos Internacionales en vez del UNCLOS y la realidad de que ya existían negociaones bilaterales entre China y Filipinas, impuso su jurisdicción al procesar el caso, intensificando las confrontaciones entre China y Filipinas, afectando negativamente la estabilidad y el orden del mar regional e internacional, apartándose de la misión de resolver conflictos internacionales de manera pacífica. Además de basarse en un fundamento ilegal, el arbitraje fue intervenido por fuerzas no regionales. China siempre deja constancia de posición de “no aceptación ni participación” y no va a reconocer dicho arbitraje, esperando que la comunidad internacional tenga conocimiento claro sin ser confundido con mentiras. China y Filipinas somos vecinos inmutables, por lo cual la única senda correcta es el “doble canal”, que los dos países directamente interesados mantengan negociación y consulta sin intervención de ninguna tercera parte, en la base de respetar los hechos históricos y los Derechos Internacionales, hasta llegar una solución aceptable para ambas partes.

Sobre la libertad de navegación y sobrevuelo en la zona, China y otros países alrededor del Mar Meridional de China siempre cuidan mucho en garantizarla y, hoy en día, el Mar del Sur de China es una de las zonas de navegación más seguras y libres en el mundo entero. El llamado problema de la libertad de navegación y sobrevuelo es pura propaganda malintencionada de algunos países. Es muy claro el hecho de que los EE.UU. no firma la UNCLOS por su propio interés mientras que manda una y otra vez sus naves y aviones militares a territorio marítimo de otros países bajo el pretexto de defender la libertad de navegación y sobrevuelo, sembrando la discordia entre países regionales, elevando la tensión en la zona, con el propósito de desestabilizar el Mar Meridional de China y Asia. La mayoría de los países, China incluida, se opone resueltamente a ese tipo de acción de producir un “río revuelto”, y esperamos que EE.UU., como una tercera parte no directamente involucrada en este asunto, cumpla con su compromiso de no tomar posición y desempeñe un papel constructivo respetando los esfuerzos que toman los países regionales para garantizar la paz y estabilidad en el Mar Meridional de China.

Estos días hay muchos chismorreos sobre las construcciones que China está desarrollando en alguas islas e arrecifes de Nansha, insinuando que eso conduciría a una militarización. Mientras en realidad, China construyó faros e infraestructuras, sea para facilitar comunicación marítima, para responder a emergencias, o para proveer refugio en mal tiempo y artículos de primera necesidad a buques, así como estaciones meteorológicas y centros de investigación científica marítima, cuyo propósito consiste en cumplir mejor con nuestras responsabilidades y obligaciones internacionales tales como la búsqueda y rescate marítimo, la prevención y mitigación de desastres, la investigación científica marítima, la observación meteorológica, la conservación del ambiente ecológico y la seguridad de navegación. Entonces pregunto: ¿cuál de ellas sirve para fines militares? ¿Cuál de ellas impide la libertad de navegación y sobrevuelo? Lo que hace China es desarrollar pacíficamente en su propio territorio proyectos que benefician a sí misma y a los demás. Las acusaciones de “militarización” no debería caer sobre China de ninguna manera. Creemos en un refrán antiguo de China: una nación bélica inevitablemente se derrumba, sin importar lo grande que se crea. China se mantiene comprometido a seguir el camino de desarrollo pacífico y sostener la política de defensa defensiva, y desea que las partes dejen de hacer provocaciones y manifiesten más honestidad de diálogo y cooperación.

En el caso del Mar Meridional de China, China es la verdadera víctima. Sin embargo, nunca ha caído en provocaciones o amenazas sino siempre toma una actitud altamente tolerante, teniendo en cuenta los intereses generales de la paz y estabilidad de la región. Hizo esfuerzos incesantes para que se estableciera el mecanismo de diálogo entre las partes, para promover la negociación de la Conducta de las Partes en el mar del Sur de China, y tomó iniciativa para establecer medidas preventivas para la administración de riesgos marítimos, incluidas las líneas directas de emergencia marítima y de búsqueda y el rescate conjunto. Además, apoyó y se apegó al “principio bilateral” planteado por los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) para resolver esta discrepancia territorial, el cual se debe solucionar directamente entre los dos países concernientes, respetando los hechos históricos y los Derechos Internacionales, mediante negociación y consulta. Todo lo arriba mencionado muestra la honestidad de la parte china. Nuestro país sí tiene la capacidad y confianza para que se mantengan la paz y estabilidad de la región, mediante esfuerzos conjuntos con la ASEAN.

Los antepasados del pueblo chino descubrieron, nombraron, desarrollaron y administraron las Islas Nansha, ganándose la vida allá en generaciones. En el Mar Meridional de China habían transcurrido invasiones coloniales y ocupaciones ilegales; y ahora otra vez hay quienes quieren levantar tempestades y demostrar fuerza. Pero los chinos conocemos mejor y amamos más que nadie a esta zona marítima, por lo cual tenemos más ganas de mantener su paz y estabilidad. Eso se logra sólo con los esfuerzos conjuntos de China y los países de la ASEAN, y China hace mejor voto para que todas partes incrementen la confianza mutua, administren de manera razonable los riesgos, y promuevan diálogo y cooperación, para que el Mar Meridional de China se convierta en un mar de paz, amistad y cooperación. Como vienen y van las olas, las conspiraciones desestabilizadoras son efímeras y no dejarán ninguna huella significativa. La historia decidirá quién es el dueño verdadero y quién, un mero pasajero.

Texto/Zhao Bentang Embajador de China en Venezuela
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