Este martes en la 65ª Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU), las Repúblicas de Argentina y China asumieron de manera conjunta la presidencia del Grupo de los 77 (G-77), que reúne a países en vías de desarrollo con el objetivo de ayudarse, sustentarse y apoyarse mutuamente en las deliberaciones de la ONU.
En el primer discurso como presidenta del organismo multilateral, por parte de Argentina, la mandataria Cristina Fernández, pugnó por un verdadero multilateralismo en el que todos los países tengan acceso a la toma de decisiones sobre asuntos internacionales, ya que a su juicio la actual configuración de los organismos financieros y políticos, es regida por «un puñado de países» que dirigen el rumbo del resto del mundo, aunque el escenario haya cambiado radicalmente en los últimos años.
Como ejemplo de su argumento, citó la crisis económica de 2008, iniciada en los países industrializados y trasladada al mundo en desarrollo, razón por la cual, destacó la urgencia de una nueva arquitectura financiera internacional que controle a las instituciones y actores de los mercados, además de regular las operaciones de éstos para evitar un nuevo colapso.
«Hace falta un sistema global contralor de los fondos de inversión, especialmente de los “fondos buitres”, y es urgente reformular las calificadoras de riesgo», enfatizó la jefa del Estado argentino.
Además, explicó que las naciones industrializadas y supuestamente desarrolladas fueron las que precisamente indujeron a tomar erróneas decisiones en materia de inversión y «a partir de maniobras muchas veces, rozando zonas que podríamos denominar de delitos económicos, provocaron una crisis sin precedentes desde el año 1930”.
De igual forma, detalló que a pesar que en la actualidad, el G-77 aglutina la mayor porción del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, además de la mayor cantidad de población, el Grupo no tiene una representación proporcional en los organismos internacionales ni en el sistema de toma de decisiones.
Por otra parte, la Jefa de Gobierno argentino llamó a reformar el Consejo de Seguridad de la ONU para que refleje al mundo actual y no al mundo de la post-guerra, cuando su papel era equilibrar un escenario que desapareció con la guerra fría.
«No esperamos a que haya una catástrofe mundial, como la que hubo en el ámbito financiero para pensar en reformarla, pues hoy la paz y la seguridad dependen de factores diferentes a los sentados en el Consejo de Seguridad», puntualizó la presidenta argentina.