¿Qué pasa cuando un trozo de otro planeta cae sobre el nuestro?|Algunos de los meteoritos que llegan hasta la Tierra son pedazos de otros planetas rocosos

Algunos de los meteoritos que llegan hasta la Tierra son, en realidad, pedazos de la superficie de otros planetas rocosos, eyectados al espacio por el impacto de un cometa o un asteroide.

Las llamadas estrellas fugaces son en realidad trozos de material espacial que caen a la superficie terrestre, ardiendo al entrar en contacto con la atmósfera a gran velocidad.

La mayoría de veces, estos pedazos de materia son tan pequeños que se vaporizan al entrar en la atmósfera y lo que los astrónomos denominan estrellas fugaces o meteoros (del griego meteoron, «fenómeno en el cielo»). De vez en cuando, alguno de estos pedazos de material es lo suficientemente grande como para no vaporizarse durante su entrada en la atmósfera y llega hasta el suelo, momento en el que se convierte en un meteorito.

La gran mayoría de los 61.000 meteoritos que se han registrado son pedazos de material que no llegó a formar parte de ningún planeta durante el desarrollo del sistema solar, pero unos pocos son especialmente curiosos porque vienen de otros cuerpos celestes más grandes.

Por ejemplo, se han encontrado 134 meteoritos que proceden de la Luna: se trata de trozos de su superficie arrancados por algún impacto suficientemente energético como para sacarlos de su campo gravitatorio. Los impactos en la Luna no son nada infrecuentes y se detectan cientos cada año, que aparecen como efímeros puntos luminosos sobre nuestro satélite.

En cuanto a los meteoritos que provienen de Marte, hasta ahora han llegado a la Tierra 132, casi los mismos que proceden de la Luna. Uno de los meteoritos marcianos más antiguos que se conocen contiene 10 veces más agua que los demás, lo que es una prueba más de que nuestro vecino tuvo agua en el pasado.

El resto de planetas lo tienen más complicado a la hora de mandarnos trozos de su superficie. Aunque existe un posible meteorito procedente de Mercurio, cabe esperar que cualquier trozo de roca eyectado desde Mercurio o Venus termine dirigiéndose hacia el Sol y no hacia nosotros, ya que nuestra estrella está mucho más cerca y tiene un campo gravitatorio más intenso. El resto de cuerpos rocosos del sistema solar son lunas que se encuentran dando vueltas alrededor de los gigantes gaseosos que, igual que ocurre con el sol, son propensos a absorber cualquier pedazo de roca que salga propulsada de una de sus lunas.

Fuente/ Muy Interesante