Así se aumentaría el impacto de las acciones en conservación|Inventarios de especies amenazadas permitirán reforzar legislaciones nacionales

Numerosos voluntarios, horas de trabajo y recursos económicos se emplean para obtener información confiable acerca de los riesgos de extinción de las especies alrededor del mundo. ¿Pero cuánto de ese esfuerzo se transforma realmente en una actividad concreta de protección? ¿Quién utiliza o podría usar esos catálogos de organismos vivos amenazados?

La respuesta inmediata que se le vino a la mente a Jon Paul Rodríguez es tan diáfana que exhorta a la reflexión: “Somos muy buenos documentando, pero tenemos poco impacto en la realidad. El trabajo de conservación no se hace en asambleas globales; los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil están plenamente facultados para ejercer acciones en materia de conservación”.

Rodríguez fue elegido presidente de la Comisión para la Superviviencia de las Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn) para el período 2016-2020. Mientras tanto, continuará su labor investigativa en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) y al frente de la presidencia de la asociación civil sin fines de lucro, Provita.

Un punto a favor de los gobiernos y las organizaciones sociales es que no tienen que comenzar desde cero, pues existen bases de datos actualizadas con la distribución y el estatus de las especies en peligro de desaparecer de la Tierra; por ejemplo, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Uicn.

“Esas listas rojas pueden tener utilidad nacional y regional, por lo que la participación activa de los miembros de la Uicn, incluyendo especialmente a los gubernamentales, es imprescindible”, informó.

El investigador del Centro de Ecología del Ivic aseguró que la legislación canadiense ha adoptado las categorías y los criterios de la Uicn como mecanismo de cumplimiento. Los científicos construyen las listas rojas de las especies identificadas como amenazadas en Canadá para que luego los decisores establezcan las prioridades y otorguen los fondos. “Una cosa es definir el riesgo de extinción y otra es determinar la prioridad de conservación. Algo similar sucede en Rusia y China”, acotó Rodríguez.

El cuerpo legal de Brasil también hizo suyos los criterios y las categorías de la Uicn, pero de una forma sumamente interesante. Convencieron al Fondo Mundial para el Ambiente (GEF por sus iniciales en inglés), adscrito al Banco Mundial, de costear la elaboración de su lista roja como requisito necesario para diseñar indicadores de seguimiento y control del Convenio sobre la Diversidad Biológica.

“Son el primer país que obtiene recursos de ese fondo para ese propósito, porque hasta ese momento el GEF no financiaba las listas rojas. De hecho, consiguieron un segundo aporte para su implementación en los planes de acción”, informó el experto.

TERRENO ABONADO

Con respecto a Venezuela, destaca la formulación de dos decretos presidenciales -aun vigentes- un año después de la publicación del Libro Rojo de la Fauna Venezolana en 1995: “Animales vedados para la caza” (decreto N° 1.485, Gaceta Oficial N° 36.059) y “Especies en peligro de extinción” (decreto N° 1.486, Gaceta Oficial N° 36.062).

“A mí me encantaría que se emitieran nuevos decretos con la edición 2015 de ese texto. Mi inquietud siempre ha sido cómo apoyar la toma de decisiones con datos científicos; quisiera ver más de eso dentro y fuera de Venezuela”, sostuvo.

Tal petición está lejos de ser un capricho. De acuerdo con el experto, la cifra de especies amenazadas ha aumentado porque el número de especies estudiadas se ha incrementado (de 300 en 1995 a 4.000 en 2015). En vista de esto, múltiples peces de agua dulce, grupos de anfibios, invertebrados y mamíferos pequeños han pasado a formar parte de las estadísticas negras.

La categoría global no necesariamente coincide con la categoría nacional. En estos casos, es mejor utilizar las listas rojas nacionales para evaluar los procesos de políticas públicas, principalmente los tratados internacionales como el Convenio sobre la Diversidad Biológica, suscrito por Venezuela en 1992, ratificado en 1994 e incorporado en la Ley de Gestión de la Diversidad Biológica de 2008.

Venezuela dejó de ser Estado miembro de la Uicn hace algunos años, ausencia que a Rodríguez le gustaría ayudar a enmendar. “Lo importante es que nos sentemos todos a la mesa y aprovechemos este foro democrático y participativo donde todas las voces son escuchadas”, propuso.

Hay dos modos de afiliarse a la Uicn: como agencias no gubernamentales y como Estados miembro. En la actualidad, solo Provita y Vitalis representan a nuestro país, además de un centenar de venezolanos como miembros de comisiones.

PLANIFICANDO LOS DÍAS POR VENIR

La Comisión para la Superviviencia de las Especies (CSE) que preside Rodríguez tiene alrededor de 10.000 integrantes, distribuidos en unos 130 grupos de especialistas. Su nombramiento lo convirtió no solamente en el primer venezolano y latinoamericano en asumir ese cargo Ad honorem, sino en el primero que no es norteamericano o europeo.

Dicha tendencia contrasta con el hecho de que las áreas con la mayor cantidad de especies están en las zonas tropicales de África, Asia, Oceanía, Latinoamérica y el Caribe, “precisamente donde hay menos talento humano y financiamiento para preservarlas. Durante los próximos cuatro años, buscaré una representación más diversa, con delegados de las ocho regiones estatutarias en la Junta Directiva”, anunció.

Desde 2009, Rodríguez se desempeñaba como vicepresidente de la CSE y jefe del grupo temático de la Lista Roja de Ecosistemas ante la Comisión de Gestión de Ecosistemas de la Uicn. “Tuve la suerte de trabajar con Simon Stuart como presidente, con más de 30 años de trayectoria, así que para mí todos estos años a su lado fueron de entrenamiento para este reto”, dijo.

Una de sus responsabilidades más recientes ha sido dirigir la preparación del Plan de Conservación de Especies 2017-2020 de la Uicn, cuyo eslogan será “Aumentando la Acción en Conservación”. Igualmente, ha concentrado su atención en el fortalecimiento de la Lista Roja de Especies Amenazadas, catálogo bastante completo acerca del conocimiento de plantas, hongos y animales.

Su meta será alcanzar las 160.000 especies evaluadas para el año 2020, con un aporte extra: “Crear la mejor lista roja posible no es suficiente, debemos ir más allá y poner esta información al servicio de la acción”.

Fuente/ Prensa Ivic