1
¿De dónde sacaremos las fuerzas para derrotar al bachaqueo? ¿Le pondremos un detector de mentiras al vecino? ¿Le pediremos la declaración jurada de buena fe a la conserje del edificio? ¿Insistiremos en que la cajera del supermercado nos certifique que esa paca de harina que exhibe con arrogancia es solo para las arepas de su casa? ¿Aceptaremos que estamos durmiendo con el enemigo?
2
«El socialismo de lo pequeño», insistía el comandante Hugo Chávez y nos invitaba a mirar a nuestro alrededor. “Punto y círculo», lo llamó, y nos convocó a dibujarlo con el trazo infantil de un creyón que se paseaba por el mapa de nuestra cotidianidad. ¿Te acuerdas? ¿Qué hicimos ese cuaderno de dibujo? ¿A dónde fueron a parar los creyones? ¿Aprendimos a dibujar?
3
«Nosotras y nosotros», «las y los», «ellas y ellos», «compañeras y compañeros», «revolucionarias y revolucionarios»…se me acaba el espacio y no termino de «nombrarlas y nombrarlos» a «todas y a todos». El tema me desvela y sigo sin encontrar la manera de ser consecuente con la visión de género sin pasarme de los 1.800 caracteres que me impone la columna.
4
Afuera en el cine, «el combo» de cotufas y refresco cuadruplica el costo de la entrada. Adentro en la sala, los sonidos de los envases metalizados forcejean con la banda sonora de la película. A la salida, el alud de desechos decreta el éxito de la jornada. En la barriga nos llevamos la comida chatarra y en el cerebro la indigestión ideológica.
5
La locutora hace maromas para alternar la pauta que le dicta cuñas que hablan confort y belleza, con las notas del departamento de prensa que le ordenan hablar pestes y culebras del país. Pobrecita. Mañana le dirán que anuncie su propia muerte y ella anunciará su deceso sin que le tiemble la voz. Después de todo, pensará, «los anunciantes siempre tienen la razón».