Por Marcelo Barros|Ciudadanas y ciudadanos de la Tierra (Opinión)

En estos días se cumplen un mes de la clausura de la Conferencia de la ONU en París sobre cambios climáticos. El 12 de diciembre, participantes de organizaciones y movimientos sociales de todo el mundo, reunidos en un encuentro paralelo, firmaron un manifiesto dirigido a toda la humanidad. El título es “Ciudadanas y ciudadanos del pueblo de la Tierra: Vamos a crear nuestro poder propio”. Es un llamamiento a todas las personas de las más diversas nacionalidades a unirse y, como “pueblo de la Tierra”, crear un poder con voz y voto en la sociedad internacional.

El documento empieza afirmando: “Nosotros, ciudadanas y ciudadanos del pueblo de la Tierra, de todos los países, culturas y tradiciones, reunidos en París, testigos del cambio climático y de la degradación de los recursos naturales esenciales para la vida en la Tierra y también de la creciente desigualdad entre los seres humanos, queremos comprometernos a preservar la capacidad de vivir bien de las generaciones presentes y futuras”.

De seguida constata que “el proceso de negociaciones de las Naciones Unidas es insuficiente e incapaz de evitar las consecuencias destructivas para la humanidad y para el planeta, del desequilibrio climático”. (…) Ellos no logran preservar y administrar los bienes comunes, como son el aire, el agua, el solo, los bosques, bienes de los cuales depende la vida de los seres humanos y todas las otras formas de vida”. (…) Necesitamos inventar una nueva esfera de acción política que reconozca las personas en su diversidad, pero también el Pueblo de la Tierra en su unidad. Necesitamos urgentemente construir una acción pública global, capaz de llevar en cuenta el presente y el futuro. Para eso, debemos hacer un proceso constituyente que, apoyado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la complete con el reconocimiento de los derechos y responsabilidades de cada ser humano con su semejante y con la naturaleza, no solo como ciudadanos de naciones, sino como pueblo de la Tierra, cuyo destino está relacionado con el planeta”.

La propuesta de un poder ciudadano se hará desde ahora en todos los foros y redes de diálogo que si puedan crear. Y el documento concluye proponiendo que las personas que acepten esa propuesta si comprometan a poner todas sus capacidades para fortalecer esa alianza al servicio de la vida humana y de la naturaleza. Muchas personas entran en eso por convicciones humanitarias. Otras por su fe. Cristianas y cristianos y fieles de muchas tradiciones espirituales creen que en ese camino si relacionan íntimamente con el Espíritu de Dios, fuente de todo amor y ternura del universo.

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