A cinco años de la irrupción de Podemos, la vocera de la fuerza de izquierda en la Asamblea de Madrid (España), Clara Serra, reflexiona en conversación con PáginaI12 sobre los desafíos del movimiento en tiempos de una prometedora alianza con el Partido Socialista y una incipiente avanzada de la ultraderecha. Desde su mirada feminista, Serra interpreta que la victoria de Vox en Andalucía es en parte una reacción al crecimiento del movimiento de mujeres. “Hay un miedo al avance del feminismo. Hay muchos hombres que se sienten cuestionados y hay una profunda falta de ubicación en muchos de ellos. Esa falta de rumbo está siendo utilizada muy fructíferamente por Vox para hacer una reacción radical contra las feministas”.
En su breve paso por Buenos Aires y antes de llegar a Chile donde participó junto al Frente Amplio en un evento que se propuso pensar los desafíos de las izquierdas mundiales, la feminista española consideró que el feminismo no es sólo un dique de contención a los proyectos reaccionarios sino un lugar donde se anidan muchas otras luchas.
–Luego de las elecciones en Andalucía y la irrupción del ultraderechista Vox, ¿se despertó alguna alarma en la izquierda?
–En parte sí porque Vox aparece de manera inesperada. Creíamos que podía entrar pero nadie preveía ese escenario donde el partido que lidera Santiago Abascal sacó un 10 por ciento de votos. Es cierto que también tenemos la sensación de que han hecho de esto un fenómeno inflado mediáticamente, quizás algo parecido a los que pasó con Podemos. De pronto todos los medios hablan de Vox y me parece que eso puede tener algo de performativo y que al final tanto espacio mediático acabe generando una profecía autocumplida y en ese sentido sí que hay alertas. Además nos preocupa el corrimiento del Partido Popular (PP) y de Ciudadanos (CS) hacia la derecha. En las últimas negociaciones que están teniendo en Andalucía, Vox dijo que condiciona su apoyo a la derogación de las leyes de violencia regionales, que es una cosa bestial. Por su parte el PP está saliendo con posiciones durísimas como por ejemplo diciendo que Vox es un partido más y que van negociar con ellos y eso sí nos preocupa mucho.
–¿Qué fue lo que Vox puso en cuestión de la sociedad española en las últimas elecciones?
–Creo que la ultraderecha hizo una lectura del momento político, y que es una buena lectura en algún sentido, y es que el feminismo español ha dado pasos de gigante sobre todo en los últimos cuatro años. Vox es una escisión del ala del PP más ultraderechista y ese ala siempre tuvo posiciones duras con respecto al matrimonio igualitario y a la violencia machista. Lo que pasa es que antes no tenían el descaro como para decirlo tan envalentonados como sí lo están haciendo ahora. Nosotras cuando empezamos en Podemos no teníamos en claro que el feminismo fuera una apuesta política prioritaria para ganar y sin embargo ahora es un tema central en la política española. Por eso me parece que Vox, en parte, es una reacción a eso. Hay un miedo al avance del feminismo, hay muchos hombres que se sienten cuestionados y hay una profunda falta de ubicación en muchos de ellos. Hay una masculinidad que no sabe cuál es su lugar en el mundo. Y esa falta de rumbo está siendo utilizada muy fructíferamente por Vox para hacer una reacción radical contra las feministas.
–¿Podría replicarse el resultado de las últimas elecciones andaluzas en otras regiones?
–Con Vox hay que hacer una salvedad. Es un partido que claramente es una ultraderecha reaccionaria pero está muy anclado todavía a cierto imaginario franquista. Es un sitio donde en los mítines se decía “¡viva Franco!”. Y ese franquismo viejo creo que es un límite en algún sentido. Y luego si a eso le sumás un proyecto económico ultra neoliberal lo convierte en un partido con un techo muy bajo.
–En las elecciones andaluzas hubo también mucha abstención de la izquierda, ¿a qué se lo atribuye?
–En Podemos tenemos que hacer una autocrítica porque vemos que hay una desilusión política con respecto al momento en el que surge Podemos. Por eso tenemos que reflexionar respecto de por qué el entusiasmo se está yendo a la derecha más nueva que no es precisamente un entusiasmo esperanzador.
–¿Cree que el progresismo tiene que tomar las demandas utilizadas generalmente por la derecha como la corrupción, seguridad y migración?
–Sí. De hecho el tema de la inmigración es sí, si miras los análisis post electorales en Andalucía, fue el primer problema que motivó el voto, de hecho estuvo antes que la unidad de España y las comunidades autónomas. Claro, en ese conflicto Andalucía tiene una presencia particular. Además desde la moción de censura y la llegada de Pedro Sánchez el tema migratorio empezó a estar encima de la mesa y efectivamente la izquierda tiene que pensar cómo abordar ese problema. Con respecto al discurso de la seguridad, que Vox y el PP lo explotan mucho, en Podemos hay un intento de resignificarlo mostrando que la falta de tranquilidad, de futuro y de certeza tienen que ver con el hecho de que nos están arrebatando la vivienda y con la falta de trabajos dignos. Es más, ni siquiera está asegurado que un trabajador por tener un empleo salga de la pobreza porque tenemos muchos trabajadores pobres después de las políticas de austeridad de estos años.
–¿Cuáles son los desafíos de cara a las elecciones municipales de mayo y en la alianza con el PSOE?
–El panorama político español ha cambiado mucho con respecto a 2014. En clave positiva, los desafíos que tiene ahora Podemos es el de ser una tracción y una fuerza que oriente a la parte más progresista del partido socialista que llegó al poder después de la moción de censura de Mariano Rajoy. Tenemos que llevar al PSOE hacia posiciones más transformadoras. Ahora estamos en la negociación de los presupuestos y éste es una escenario clave para nosotros porque tenemos que intentar que esa ilusión que se vivió con la moción de censura se traduzca realmente en cambios materiales que los españoles puedan notar en su día a día cotidiano.