Los expresidentes norteamericanos Bill Clinton y George Bush visitaron el país de Haití este lunes, con objeto de tratar la recepción y gestión de los fondos de ayuda recolectados por la fundación Clinton-Bush luego del catastrófico terremoto acaecido el pasado 12 de enero. La visita también sirvió para preparar la conferencia de donantes que se realizará el próximo 31 de marzo en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, donde el Gobierno haitiano presentará su plan nacional para la reconstrucción.
La reunión de los políticos estadounidenses con el presidente de Haití, René Préval, llevada a cabo ante el destruido Palacio Nacional, estuvo rodeada de manifestaciones de haitianos partidarios del expresidente Jean Bertrand Aristide, quienes colocaron neumáticos en llamas pidiendo el retorno del ex mandatario, derrocado en 2004 y exiliado en Sudáfrica.
Desde el anuncio de la visita se suscitaron sospechas en torno a ella, toda vez que George W. Bush ha sido considerado como perpetrador del golpe de Estado que sacó a Aristide del poder. Habitantes de Puerto Príncipe declararon que el líder “no es bienvenido a Haití porque conspiró contra los haitianos”.
Tanto Bush como Clinton -quien visita la nación por segunda ocasión después el sismo, como enviado especial de la ONU-, se reunieron con el mandatario haitiano, miembros de su gobierno y personal que suministra asistencia a los damnificados, con el objetivo de garantizar la reconstrucción de la nación, a largo plazo.
La fundación donde ambos ex presidentes son corresponsables, fue establecida pocos días después del devastador sismo a petición del presidente de EE.UU., Barack Obama. Cerca de 36 millones de dólares han sido aportados por más de 200.000, de los que cuatro millones ya se han distribuido a diversas organizaciones.
Sin embargo, ni aún así Bush es bien visto por algunos haitianos, quienes creen que sus gestos ocultan intereses personales.
Durante la conferencia de prensa el presidente haitiano agradeció la visita de ambos ex mandatarios, quienes invitaron a la comunidad internacional a orientar sus acciones en común tomando en cuenta los deseos de la población haitiana.
«Debemos ayudar Haití, no con nuestra propia visión, sino con la del pueblo haitiano», aseveró Clinton. Destacó que organizaciones no gubernamentales y donantes internacionales «deben dirigirse en la misma dirección con el objetivo de lograr el éxito».
En sus discursos, los ex presidentes de Estados Unidos, aseguraron que las pequeñas y medianas empresas son la clave en la reconstrucción de Haití. Consideraron que es posible crear pronto 100.000 empleos en el país.
Bill Clinton destacó que el proceso podría ser respaldado por empresas surcoreanas y brasileñas, aunque no especificó los sectores ni ramas de actividad de los nuevos puestos de trabajo.
Como parte de la ayuda norteamericana prestada a la nación caribeña, Clinton recordó el establecimiento de la ley «Hope» (Esperanza) que permite la entrada sin pago de aranceles a productos textiles haitianos en el país del norte.
En su intervención, el ex mandatario George Bush destacó que «todavía existe mucho sufrimiento» en el país antillano.
«Se necesita más esfuerzo para resolver las debilidades que se presentan en la gestión de la ayuda humanitaria», y abogó por el inicio de «un proceso para estimular las pequeñas y medianas empresas para el desarrollo de Haití».
CONFERENCIA DE DONANTES
Preparar la conferencia de donantes del próximo 31 de marzo en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, en la que el Gobierno haitiano tiene previsto presentar su plan nacional para la reconstrucción, fue el siguiente punto tratado en la visita de Clinton y Bush.
En una reunión técnica preparatoria celebrada el martes y miércoles pasados en Santo Domingo se acordó que la comunidad internacional aportaría 3.800 millones de dólares para financiar durante 18 meses la reconstrucción de Haití.
Adicionalmente, se propuso la creación de un fondo de reconstrucción y de un órgano paralelo que establezca las principales necesidades para la reconstrucción. Este será copresidido por el primer ministro de Haití, Jean Max Bellerive, y por William Clinton, en calidad de enviado especial de la ONU.
En otro orden de ideas, ante la proximidad de la temporada de lluvias, Bush y Clinton aseguraron que es necesario garantizar a los haitianos que las inundaciones no cobraran más vidas, como ocurrió en 2008, cuando dos huracanes y varias tormentas tropicales causaron la muerte de unas 800 personas.
Luego del terremoto que el pasado 12 de enero causó 222.500 muertos y 1,5 millones de damnificados, el presidente Barack Obama envió a Haití 23 mil soldados, buena parte de los cuales buscan perpetuarse en los alrededores de la capital, Puerto Príncipe.