Las elecciones de mañana domingo 6 de diciembre, representan un nuevo paso para la historia democrática del país. En los últimos quince años la democracia se ha ido perfeccionando a pesar de los avatares y los saboteos que desde sectores infames buscan desestabilizar a Venezuela y llevarla a una salida de facto. Ejercer el derecho al voto significa expresarse y asumir la soberanía como un elemento fundamental para la vida republicana. Sufragar redimensiona la vida política y permite que cada venezolano esté representado en la Asamblea Nacional; pero además que sea protagonista de cada decisión que le afecte en su existencia.
El Consejo Nacional Electoral, organismo encargado de organizar el proceso eleccionario goza de prestigio aunque sea atacado de manera inmisericorde. Incluso personeros que hacen vida política en otros países se creen con el derecho de cuestionar o dudar del árbitro electoral. Sabemos que sus actuaciones responden a intereses creados desde Venezuela. Fraude es la palabra favorita de quienes no aceptan derrotas electorales y pretenden siempre desconocer la voluntad del pueblo.
Afortunadamente, el Consejo Nacional Electoral tiene blindada las elecciones pues todo el proceso goza de una trasparencia inigualable. Dicho y auditado por muchos organismos internacionales como el Centro Carter. Quienes vamos a tener la responsabilidad de trabajar en mesas electorales encaramos con orgullo este mandamiento de la ley. Desde la inducción sobre la conformación de la mesa hasta el proceso y su culminación, se respetan los votos emitidos por el elector y se garantiza el secreto del mismo. En ocasiones anteriores vimos a politiqueros de oficio cantar fraude a sabiendas que es prácticamente imposible realizarlo ante un proceso automatizado.
El domingo tendremos una nueva fiesta electoral. El pueblo se expresará en las urnas electorales y mantendrá su vocación democrática. La soberanía que reside en el pueblo permitirá la expresión popular. El triunfo será de todos los venezolanos pues derrotaremos al fascismo golpista.