Por Freddy Fernández|Colombia y la paz (Opinión)

A pesar de los resultados del plebiscito, en Colombia se ha abierto una ruta de la paz que todos los fervores guerreristas no podrán cerrar. Sólo el hecho de que los colombianos se hayan atrevido a hablar del tema, constituye ya una victoria.

Hasta hace muy poco, cualquier opinión que se expresara en favor de una salida negociada al conflicto colombiano era perseguida, criminalizada y vilipendiada por todo el sistema de medios de comunicación con que cuenta la derecha continental y condenada en diversos foros diplomáticos.

Pocos tuvieron la valentía de proponer a los colombianos que asumieran el camino de la negociación. En Venezuela recordamos muy claramente todos los ataques que recibió el presidente Chávez atreverse a proponer un camino de paz para Colombia.

Era un tema en el que el dominio del lenguaje de guerra predominaba por encima de cualquier valoración política, en un país tomado por los discursos de “seguridad”, que se tradujo en la instalación de nueve bases militares extrajeras.

Si bien costó mucho trabajo abrir el espacio para hablar de la paz, la verdad es que el discurso de guerra no logró ningún avance en la disminución de la violencia generada por el conflicto político y menos en el otro tema que le atañe, en la lucha contra el narcotráfico.

Para lo que sí ha servido la política de la guerra es para generar nuevos negocios a la élite colombiana, en torno a los temas de seguridad, y para silenciar conflictos sociales, como el de la sindicalización y el derecho a la tierra, que han sido presentados como problemas de seguridad, ocultando su carácter social.

Precisamente la defensa de estos negocios y la negación de los derechos de millones de colombianos, han sido los dos factores más importantes para determinar el ensañamiento de los sectores privilegiados de Colombia en contra del “sí”.

De cualquier manera, Colombia es ya otro país. Es uno donde en este instante se puede hablar de la paz sin miedo.

@filoyborde