Comandante Hugo Chávez frente al Teresa Carreño: “Este es un pueblo de libertadores y así ha quedado demostrado”

El 6 de diciembre de 1998, en su primer discurso tras ser proclamado Presidente electo de la República de Venezuela, el líder de la naciente Revolución Bolivariana sentenció que con su triunfo nuestro país adelantó la llegada del siglo XXI

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“Desde hace varias semanas lo hemos venido diciendo. Desde hace varios meses lo hemos venido diciendo, y en los últimos días lo habíamos venido diciendo y hoy ha quedado demostrado ante el mundo entero. ¡Qué grande es el pueblo de Simón Bolívar! El pueblo grita: ¡El pueblo unido, jamás será vencido! Hace varios años, también oíamos las canciones, eternas canciones de Alí Primera, el Cantor del Pueblo venezolano…¡Allá está Alí, con nosotros!, porque los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. ¡Todos están vivos! ¡Viven con nosotros!. Cantaba Alí: ‘Hace cuatrocientos años/ que mi patria está preñada/ Quién la ayudará a parir/ pa’ que se ponga bonita’. ¡Se está poniendo bonita la patria! ¡Venezuela se está poniendo bonita!”.

Con esas palabras, en las afueras del Teatro Teresa Carreño, la noche del 6 de diciembre de 1998 iniciaba el comandante Hugo Rafael Chávez Frías su primer discurso como presidente electo de la República de Venezuela, tras conocerse el primer e irreversible boletín del Consejo Nacional Electoral, que le otorgaba un avasallante triunfo, pasando por encima a innumerables obstáculos en aquella contienda comicial.

“Hoy –prosiguió el joven de 44 años y 4 meses-, los venezolanos hemos dado en todo el inmenso ámbito bolivariano de esta tierra una demostración de nuestra grandeza. Una demostración de que en Venezuela hay honor; de que los venezolanos no somos, como algunos han querido decir o han dicho, este no es un pueblo de corruptos. No. ¡Jamás lo ha sido, ni lo será! ¡Este no es un pueblo de cobardes! No. ¡Jamás lo ha sido, ni lo será! ¡Este es un pueblo de libertadores y así está demostrado en el día de hoy, para todo el mundo!”.

En las afueras de aquel coso cuyo acceso era restringido, por no decir vedado, para las clases más empobrecidas, el nuevo Primer Mandatario Nacional, continuó su alocución: “Amigos, compatriotas, hoy es un día para la historia. Yo, ustedes saben que yo lo que soy es un soldado. Eso es lo que yo soy. Y ahora, como presidente de Venezuela, pues para nada va a cambiar mi condición: ¡soldado de un pueblo! ¡Hombre de un pueblo! ¡Luchador de un pueblo! Dispuesto a todo por un pueblo. Hoy en la noche, estamos a la medianoche del 6 de diciembre de 1998, y el día de hoy que ya comenzó, 7 de diciembre, cuando salga el sol dentro de pocas horas, estará saliendo la aurora, estará anunciándose el parto de Venezuela. ¡El nacimiento de una patria nueva!”.

La multitud se había aglutinado a su alrededor. Allí estaban las masas acompañándolo, como todavía hoy, dos décadas después.

“Yo vengo aquí, en esta media noche, como vine también a Caracas otra medianoche, hace ya varios años. Era una medianoche cuando por aquí pasamos, alzados en rebelión militar; era el amanecer del 4 de febrero de 1992, cuando comenzó todo esto; porque verdaderamente, lo que hoy está pasando en Venezuela es la continuación del 4 de febrero de 1992. Aquel día despertó un camino. Amaneció un camino. Amaneció una esperanza (…), estábamos diciendo que somos irreductibles. ¡Siete años después el ‘Por ahora’. Y hoy, además estamos demostrando que cuando yo dije aquel ¡Por ahora!, no estábamos diciéndolo por decirlo, se convirtió en ¡llegó la hora! Y llegó la hora, lo venimos anunciando desde hace tiempo atrás, tomando la palabra sagrada de la Biblia, demos en primer lugar gracias a Dios, nuestro Señor. Elevemos unas oraciones y una plegaria a Dios, nuestro Señor, por habernos iluminado el camino, por habernos dado coraje, resistencia y valentía para transitar el camino de las dificultades. Y pidámosle a Dios que nos siga iluminando el camino y que siga con nosotros en la búsqueda de la patria que todos queremos. En la búsqueda de la paz verdadera, de la democracia verdadera, de la justicia. Y yo hoy, agradeciéndole a Dios, estamos aquí, y yo a ustedes. Lo he dicho siempre”, sostuvo.

A ustedes pertenezco

En los barrios de Caracas, de numerosas ciudades del país, las caravanas, los fuegos artificiales, daban color a la esperanza. Como un trueno, aquella voz que aún nos acompaña, retumbó desde nuestra capital: “Yo, Hugo Chávez Frías, no me pertenezco a mí mismo. Yo, todo mi ser, les pertenece a ustedes, al pueblo de Venezuela. Y aquí, con mi esposa, con mis hijos, con mis padres, con mis amigos de la vida, aquí vengo a arrodillarme ante ustedes. Aquí vengo a rendirme ante ustedes. ¡Ustedes son los dueños de la Venezuela futura! (…) Ustedes hoy han elegido al primer presidente del tercer milenio de nuestra era en Venezuela. (…) ¡Ustedes guiarán el gobierno, que no será el gobierno de Chávez, porque Chávez es el pueblo! ¡Será el gobierno del pueblo! ¡El gobierno de las mayorías! ¡El gobierno de la dignidad! ¡El gobierno bolivariano! ¡Un gobierno patriótico! ¡Ustedes son los dueños de ese gobierno. Yo, cumpliré apenas el mandato de ustedes, porque esa es la verdadera regla de la democracia!”.

A sus espaldas, el imponente cerro El Ávila, nuestro Waraira Repano, iluminaba con su cruz encendida la noche caraqueña, también los corazones donde las ilusiones se tejían.

“¡Yo seré el Presidente de los venezolanos, de la unión nacional, de la justicia y de la dignidad!”, sentenció.

Sin odios

Poco más adelante, quién sabe si vislumbrando lo que vendría después, apuntó: “A los venezolanos, incluso, que me han atacado, que me han adversado, no me importa ya. Yo no guardo en mi corazón ni un solo milímetro de odio ni de rencor ni de sentimiento de revancha contra nadie, en lo absoluto. No hay odios, no puede haber odios en el corazón de un bolivariano. No puede haber odio en el corazón de un líder nacional y yo he comenzado a ser, sin duda alguna, gracias a Dios y a ustedes, el líder de la Venezuela del siglo XXI. No hay odio ni rencor y los llamo a todos a que elevemos el espíritu. Que no haya odio ni rencor en ninguno de ustedes, en ningún corazón de Venezuela. Y aquel que tenga odio, pues vaya echándolo; vaya echándolo al abismo. No. Necesitamos amor. Llegó el tiempo del amor. Dice la Biblia: hay tiempos de odiar y hay tiempos de amar. Llegó el tiempo de amar. ¡Amaos los unos a los otros! Mensaje de Dios. Mensaje de Jesús. Necesario es que pongamos en esta situación tan difícil nuestras diferencias a un lado. Yo lo declaro al mundo: no considero enemigo a ningún venezolano, sea cual sea su color político o sea cual sea la posición que tenga en relación con Hugo Chávez o con el proyecto que yo encarno”.

Y añadió: “Les hago un llamado a todos los venezolanos de buena voluntad a que nos unamos, a que busquemos las áreas de común acuerdo, a que construyamos consenso, porque la patria es para todos, porque Venezuela es para todos. No podemos partir a Venezuela en pedazos. No”.

Allende fronteras

El discurso del comandante Hugo Rafael Chávez Frías, recién proclamado Presidente electo de la República de Venezuela, vilipendiado, ferozmente atacado por los medios en una brutal campaña para impedir su victoria, voló hacia más allá de nuestras fronteras: “Debo decirlo, a nombre del pueblo bolivariano de Venezuela, a nombre de todos los venezolanos, debo enviarle un saludo fraterno a todos los pueblos del mundo y a todos los gobiernos del mundo”.

Sus brazos, se abrieron sin discriminar: “Vaya un saludo y nuestro afecto al pueblo norteamericano. Sí, nuestro saludo al pueblo norteamericano y al gobierno norteamericano. Nosotros manifestamos nuestra voluntad de mantener y de conservar las mejores relaciones con el gobierno norteamericano, con el gobierno colombiano, con el gobierno cubano, con el gobierno dominicano, con el gobierno de todos los países del continente americano y del mundo. Yo asumiré esa responsabilidad, de mantener las mejores relaciones con todos esos gobiernos y, especialmente, darle prioridad a la unidad latinoamericana y caribeña ¡Viejo sueño bolivariano de unión de todos estos pueblos! Bolívar lo decía: ‘Para nosotros, la patria es la América’. Esta América bolivariana se levanta de nuevo, desde allá, desde México hasta la Argentina”.

Prosiguió, haciendo una precisión: “Así que mi corazón para todos los pueblos del mundo, y aquí hemos demostrado los venezolanos que este es un pueblo de libertades, que es mentira que los que siguen a Hugo Chávez, ¡que es la inmensa mayoría de los venezolanos!, sean propiciadores de violencia. No. Hemos demostrado hoy que este es un pueblo de paz, este es un pueblo de hermanos, este es un pueblo lleno de amor, que lo que quiere es paz, dignidad y justicia; que lo que nos mueve no es el odio, sino el amor. Lo hemos demostrado”.

Luego, fue preparando el final: “Ahora que me han elegido presidente de los venezolanos les pido ayuda, porque solo la unión podrá abrirnos el camino de la salvación de Venezuela. Yo los necesito a todos unidos, y a eso llamo. ¡A la unión de todos los venezolanos! Los negros y los blancos y los indios; los ricos y los pobres; los trabajadores y los empresarios. Los políticos y los apolíticos. Los de la izquierda y los de la derecha. Los civiles con los militares. Los católicos y los protestantes y los ateos. Todos, unámonos y seremos invencibles. Yo los llamo. Vamos ahora a abrir el camino de la Venezuela nueva (…) Yo estoy lleno de amor. Y de ahora en adelante, cuenten conmigo para siempre, con mayor vigor, con mayor entrega. Ustedes han comenzado a escribir las páginas del nuevo siglo. Venezuela, bien pudiéramos decirlo, ha entrado al siglo XXI. Hemos comenzado antes de tiempo el siglo XXI ¡Por amor de Dios y por gloria del pueblo de Venezuela, del pueblo de Simón Bolívar! Desde mi corazón, ¡gracias!”.

Entonces, llegó el cierre: “Y mi juramento, lo repito. Juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que hayamos roto las cadenas que oprimen al pueblo de Venezuela por voluntad de los corruptos. ¡Lo juro! Y que Dios nos ilumine el camino, y que Dios nos acompañe a todos. Yo aquí estoy, a la orden de ustedes, para siempre, por todos los días que me queden de vida. ¡Un inmenso abrazo bolivariano a todos ustedes. Ahora, como presidente de los venezolanos, como presidente del próximo siglo, de la patria buena, de la patria nueva, de la patria linda!”.

T/ Jimmy López Morillo
F/ Archivo CO
Caracas