La feligresía panameña inicia hoy, Miércoles de Cenizas, el nuevo ciclo del calendario litúrgico por las cuaresmas cuyo centro de concentración, como cada año, es la basílica de Atalaya donde reposa la imagen del Nazareno.
Aún sin apagarse los ecos del tambor por las fiestas carnestolendas, cientos de peregrinos ya han partido hacia la iglesia del pequeño poblado de la provincia de Veraguas para purgar pecados.
En realidad las novenas comenzaron desde el día 8, pero es a partir de hoy con la imposición de las cenizas en las iglesias católicas del mundo, que se inicia la Cuaresma, una época que el evangelio dedica a la reflexión y a recordar la fragilidad y caducidad de la condición humana en su paso por este mundo.
No se trata de cenizas de cualquier origen, sino solo de la que surge de la quema de los ramos o palmas del año anterior, y el sacerdote consagra con su invocación en latín: «polvo eres y en polvo te convertirás» o «conviértete y cree en el evangelio».
Después que hoy en la madrugada los panameños enterraron la sardina, al estilo de Murcia, España, anunciando la Cuaresma, el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, invitó a los feligreses al ayuno, la reflexión y la oración, algo un poco difícil para los intoxicados etílicos.
Pero otros miles sí cumplirán con el llamado del arzobispo, en especial aquellos que se sobreponen a sus propias insuficiencias físicas o motoras y llegarán a la basílica menor de Atalaya arrastrando a lo largo de kilómetros su humanidad y sus penas, algunos encadenados, otros soportando exageradas cargas.
Atalaya ya está repleta, pero la gran masa de creyentes llegará a partir del viernes para participar en la apoteosis del Domingo de Ramos cuando más de 400 mil personas seguirán las andas del Nazareno en la principal procesión de Panamá.