¿Cómo va?

A desalambrar

Por: Ana Cristina Bracho

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El profesor argentino Lucas Arrimada tuiteó desde Buenos Aires sobre la situación económica de su país fustigando la inflación. Para él, la inflación constituye una merma del salario y en consecuencia tiene relevancia desde la óptica de los derechos sociales. Dijo textualmente “la inflación es una reforma laboral encubierta al licuar el derecho al salario mínimo y móvil”.

Esta idea me sedujo un par de horas hasta lograr ser la causa de las líneas de esta semana donde quiero conjugarla con otra de la Liga Argentina de Derechos Humanos que considera que la especulación es el látigo mediante el cual la burguesía se asegura que pese a los programas sociales que se intenten se mantenga inquebrantable la distancia de clases.

¿Es inflación, especulación, sabotaje, remarcaje, saboteo? ¿Qué es lo que ocurre en Venezuela? Con un sistema cultural petrolero que exige productos ready-to-eat, que desconoce que existen más proteínas que las que aportan la carne y el pollo, y que no todos los químicos que sirven para lavar ropa vienen en polvo blanco o azulado, que olvidaron otras formas de vestir y que fijan el regreso a clases no como la alegría de aprender sino como un incendio de las finanzas de cualquier padre.

Me arriesgo más. ¿Es tan distinto lo que ocurre en Argentina y lo que pasa en Venezuela? Aguante, no se enrojezca. Existe para mí en este momento una gran coincidencia en lo que ocurre en estos países: hay severas crisis económicas pero una gran diferencia, la manera en la que esta se aborda. ¿Por qué coinciden en el tiempo estas crisis? ¿Fueron planificadas para hacer chillar al Gobierno venezolano y un gobierno que deberían tener todavía los Kirchner?

Ciertamente Venezuela es un país bloqueado y Argentina no. Nuestra nación intenta preservar un sistema socialista y los albicelestes se han montado plenamente en una aventura neoliberal, lo de ellos es el FMI, los tarifazos de los servicios públicos; lo nuestro es su precarización al tiempo que cada vez son más irrelevantes en las finanzas familiares y el mercado de alimentos, bienes e insumos, como verdaderos campos de batalla.

A mí me encantaría que alguno de nuestros amigos economistas me rebata esto. Me ordene claramente volver a mi área de trabajo y dejar de aventurarme por estas áreas conexas pero esta idea me viene persiguiendo porque mi angustia que nace en esta idea termina en dudar si nuestros esquemas –aún más que incipientes- de precios acordados que tienen tanto parecido a la idea argentina de los precios cuidados podrán con esta avalancha que si en algo se puede parecer tiene en nuestro caso, la no despreciable agravante, de contar con toda la fuerza de una colisión internacional propiciándola.

Seguía yo desplazando las ideas a estos temas raros cuando otro libro de economía recordaba la lógica de esta sociedad posmoderna, que migra de una globalización a una especie rara de nacionalismo que se impulsa desde Estados Unidos como estrategia de terminar de hundir a millones en la pobreza… Así va.

@anicrisbracho
Caracas