Si lees los diarios de Lev Tolstoi te darás cuenta de que el pobre se pasó la vida autoimponiéndose cosas y siendo incapaz de cumplirlas. Reflexionaba mucho sobre cómo ser feliz, cómo ser bueno, cómo vivir para después pasar soberanamente de sus conclusiones (y sentirse culpable por ello). Si no hubiera sido tan cruel con los que le rodeaban, resultaría hasta entrañable.
El caso es que la felicidad fue un tema que siempre le preocupó, relacionándola más con una vida justa que con una hedonista. Con solo 18 años escribió una lista de diez reglas para conseguir esa felicidad. Son las siguientes:
- Levantarse temprano (sobre las cinco de la mañana).
- Acostarse pronto (sobre las nueve o diez de la noche).
- Comer poco y evitar los dulces.
- Intentar hacer todas las cosas por uno mismo.
- Tener un objetivo para la vida, un objetivo para parte de la vida, un objetivo para un periodo más corto y un objetivo para el año, un objetivo para cada mes, un objetivo para cada semana, un objetivo para cada día, un objetivo para cada hora y minuto… Y sacrificar los menos importantes en aras de los más importantes.
- Mantenerse alejado de las mujeres.
- Matar el deseo trabajando.
- Ser bueno, pero intentar que nadie lo sepa.
- Vivir siempre gastando menos de lo que se podría.
- No cambiar el modo de vida incluso si uno se vuelve diez veces más rico.
No creamos que ahí se acaba el asunto. En sus ‘Diarios’ podemos leer cómo solo un año más tarde escribía un total de 44 reglas para aprender a vivir mejor, atendiendo temas como el desarrollo de la voluntad (corporal, afectiva, racional), la memoria, la actividad, las facultades intelectuales, la reflexión y los sentimientos elevados.