En la conmemoración a los 500 años de fundación de la ciudad oriental|Intelectuales conversaron sobre los orígenes, mitos e imaginarios de Cumaná

En la Plaza El venezolano, en Caracas, se efectuó la mañana de ayer un conversatorio que congregó a tres investigadores que expusieron diversos temas en torno a la historia, los mitos e imaginarios de la ciudad de Cumaná, en el contexto de la celebración de los 500 años de su fundación. La actividad forma parte de la programación del Centro Nacional de Historia.

El conversatorio se inició con la intervención del profesor y antropólogo Emanuele Amodio quien en menos de media hora expuso un rápido recorrido por algunos hechos que consideró curiosos e interesantes de la conquista en el estado Sucre y sobre los pueblos indígenas de esa entidad.

Amodio puso en tela de juicio el significado que la figura de Bartolomé de las Casas ha tenido en la historiografía de la conquista de América. Señaló que si bien el obispo de Chiapas en el Virreinato de Nueva Esparta impulsó un proceso de conquista “sin armas”, igualmente significó un proyecto colonizador que tuvo como objetivo la evangelización y la dominación de las tierras pertenecientes a los pueblos originarios.

Otro de los aspectos que destacó Amodio en su participación fue el hito histórico en el que los caribes retrasaron por aproximadamente 250 años la conquista del río Orinoco, a través de una permanente resistencia lograda por el establecimiento de estrategias y alianzas con otros grupos de indígenas, campesinos y defensores indigenistas.

LOS MITOS Y LOS IMAGINARIOS

La segunda intervención fue la del filósofo y antropólogo Nelson Guzmán, cumanés de nacimiento, quien destacó la importancia de tomar la determinación de hacer nuestra propia historia, alejadas de las corrientes eurocéntricas. Asimismo, conversó sobre la importancia de los mitos: “Es importante la relevancia que puede tener la estructura de los mitos en la historia (…) El mito lo reencarnan los pueblos, en la evocación poética de lo que tal vez nunca pudieron decir anteriormente”.

Guzmán con respecto a la celebración de los 500 años de Cumaná, expuso: “No hay nada que celebrar, conmemoremos a Cumaná como la ciudad hispánica, indígena y negra que esta allí ofreciéndonos la gran oportunidad, a través del ejercicio de la imaginación, de reconstruir nuestra historia, no necesariamente de las cosas que ocurrieron, posiblemente la historia es muy embustera. La historia debe nutrirse de las grandes utopías”, agregó.

Por su parte, el filósofo y editor Carlos Ortiz, enfocó su intervención en dos “mitos” que forman parte fundamental del imaginario de las y los cumaneses. Uno es la espera del maremoto que llegará para destruir la ciudad y el otro, los supuestos miles y miles de metros de profundidad de la fosa de Cariaco.

Ortiz relató que al igual que muchos cumaneses, creció con el miedo de que el maremoto vendría a “tragarnos”. A pesar de ser ideas arraigadas entre la gente de Cumaná, señaló que el tema de la relación entre ese imaginario y la historia documental se ha evadido en los espacios formales, omitiéndose en las escuelas y muchas veces en los hogares, no se habla del maremoto ni de dónde proviene ese temor.

El editor propuso preguntarse: “¿Será eso un relato que a los cumaneses nos da identidad, nos da alguna consciencia de nosotros mismos?”

En relación con la fosa de Cariaco, Ortiz señaló que en el imaginario cotidiano “se discute si está honda que llega hasta China” o si tiene solo 1.000 metros de profundidad. El filosofo relató que hay datos que revelan que su profundidad está por el orden los 1.000 metros o un poco más, pero aun cuando a la gente se le muestre esa información pareciera que se inclina a creer que la “verdadera” profundidad es la que le dicta su imaginación.

En ese sentido, Ortiz se preguntó si “esa forma de convertir y controvertir con el afecto los datos duros que se supone que son de registros confiables, tienen o no alguna relevancia para recuperar para nosotros la historia, desde nuestra propia perspectiva”.

Habría que preguntarse, insistió si “la afirmación de la historia de un territorio depende muchísimo de hasta qué punto para quienes hemos nacido en esos lugares, tiene una dimensión afectiva que permite entre otras cosas vivir en un lugar que no existe”.

T/ Diana Moncada
F/ Héctor Lozano
Caracas