Presentó este lunes el título Nosotros, los salvados|Jacqueline Goldberg convirtió en poesía testimonios sobre el horror del Holocausto

Nosotros, los salvados es el nombre del poemario presentado ayer en la librería Kalathos del Centro de Arte Los Galpones, en Caracas, por la escritora venezolana Jacqueline Goldberg. La obra adscrita por la autora al género de la poesía documental, está conformado por piezas articuladas con fragmentos de testimonios aportados por sobrevivientes al Holocausto.

Cada pieza titulada con el nombre de alguna o algún sobreviviente a la Shoah, como le llaman los hebreos al Holocausto, se construyó con las palabras exactas provenientes de la prosa testimonial extraída y potenciada en una especie de proceso alquímico para convertirlas en poesía.

O como dijo el periodista Jaime Bello León, encargado de las palabras iniciales en la ceremonia de bautizo del libro, en este caso el testimonio fue poesía desde el principio y se convirtió accidentalmente en prosa, un entuerto que logró resolver Jacqueline Goldberg para entregarle al público esta poesía documental descrita por ella misma como terrible y oscura, pro finalmente cargada de vida y esperanza.

Cada verso del libro, reconfirmó la autora, es la voz inalterada de los sobrevivientes, “Por supuesto, yo introduje los espacios y el ritmo para convertirlos en poesía”, contó Goldberg en conversación con el Correo del Orinoco.

EL GÉNESIS

Los testimonios que sirvieron de materia prima para Nosotros, los salvados fueron registrados en formato audiovisual, la mayoría de ellos, entre 1996 y 1998 por profesionales venezolanos capacitados por la Fundación Histórica Visual de los Sobrevivientes de la Shoah, institución creada en 1994 por el cineasta Steven Spielberg.

Cerca de 300 de esas entrevistas recopiladas en Venezuela, la Unión Israelita de Caracas seleccionó unos 70 testimonios para publicarlos en dos tomos en 2004 y un tercero y en 2010, con otras 45 historias, todas recogidas bajo el título Exilio a la vida.

Desde el primer momento durante el trabajo de edición, Goldberg, al principio sin saber muy bien por qué, fue seleccionado y apartando aquellos fragmentos que, como ocurre con la poesía, le parecieron muy hermosos a pesar del horror, el dolor y la oscuridad contenidas en las historias.

“En algunas entrevistas, cuando las personas cuentan las cosas con cierta profundidad y ensoñación consiguen expresar las cosas con un lenguaje particular distinto al de la cotidianidad, la gente dice unas cosas maravillosas. Acá son cosas que vienen de la ensoñación, del dolor y el sufrimiento, contados de una manera muy sentida”, describió la escritora.

El resultado, agregó, son poemas terribles y oscuros, “pero cuando sabes que esas personas tuvieron la oportunidad de contar todo es aquí en Venezuela quiere decir que sobrevivieron a esa tragedia. Entonces al final prevalece la vida y la esperanza sobre ese horror”.

Goldberg insistió en que los poemas no son de ella, por el contario, es un trabajo de construcción colectiva, una obra coral en el que la autora ni siquiera se ubica en el rol de directora, sino en el de partícipe, desde la articulación de cada una de las cuerdas o secciones para darle el carácter y la intensidad poética a cada uno de los testimonios seleccionados.

T/Luis Jesús González Cova
F/María Isabel Batista
Caracas