Por Kenny García O|Comunicación económica (Opinión)

Las operaciones psicológicas apuestan por crear idearios y patrones perceptuales en la población-objetivo para que se consoliden actitudes y conductas que respondan a la defensa de los intereses de la clase dominante. La izquierda nunca ha asumido que es posible utilizar las operaciones psicológicas en favor de las grandes mayorías porque está repleta de líderes ortodoxos, resistentes a la innovación y al cambio. De hecho, asumen que este tipo de táctica para el control social es negativo, sin siquiera entender que es una herramienta para el logro de un fin que puede usar a su favor.

A nivel de la economía de nuestro país lo que contamina más la dinámica comercial y afianza un sistema injusto son las percepciones y creencias que la mayoría de la gente tiene al respecto. Esta disociación generalizada se reproduce en todas las instancias: gubernamentales, privadas, comunitarias, etc. Nadie escapa a creer lo que no es y pareciera que todos estuviésemos de acuerdo en creer las mismas mentiras.

La economía venezolana no es rentista. Siendo sensatos podemos acercarnos a una definición justa de lo que vivimos en Venezuela que no es más que una dinámica económica signada por grupos y élites poderosas que ejercen el malandraje, saqueo y delincuencia en todos los órdenes. El problema son los ladrones, no el petróleo. Esto es más que evidente, pero parece que todo el mundo considera lo contrario.

La cultura del trabajo está signada por una élite empresarial, en muchos casos, holgazana que aplica la viveza criolla en función de hacerse millonaria haciendo prácticamente nada. Los grandes “empresarios” son expertos en malas prácticas, sobornos y estafas. La eficiencia, la productividad, la excelencia y demás brilla por su ausencia pero la gente cree que trabajan a pérdida, con las uñas, que son altruistas, etc.

La cultura del consumo está configurada por los dueños del sistema que adiestran a los consumidores para que sean robots compradores. ¿Quejarse por un producto o servicio malo? ¡Jamás! dado que “esto es una raya y demuestra que eres un pichirre”. La cultura de la ostentación primero, el consumo consciente es inexistente.

Si los trabajadores del Grupo Polar supieran lo que se mete en el bolsillo Lorenzo Mendoza cada año, seguramente pedirían reivindicaciones laborales, aumento de salarios, etc. ¿El Gobierno hace algo para desmitificar lo que creen los ciudadanos de quienes dominan la economía? Estamos reprobados en comunicación económica, por ahora.

@CyberRevol