El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela rechazó a través de un comunicado la más reciente prorrogación por Estados Unidos, durante un año más, de la Orden Ejecutiva 13962 del 8 de marzo de 2015, según la cual Venezuela es una «amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional» de ese país norteamericano.
Asegura que es parte de una política errática y da «continuidad a la criminal política de agresión en contra del pueblo venezolano mediante la imposición ilegal de medidas coercitivas unilaterales». Así se lee en un comunicado emitido este jueves, tras la renovación, la víspera, del decreto en cuestión.
El texto reza también que el Ejecutivo nacional «condena la afirmación infundada de que Venezuela representa algún tipo de amenaza contra la nación estadounidense». Esto, suma, «aún más cuando es evidente que ha sido Venezuela el país que ha tenido que enfrentar una multiplicidad de amenazas, chantajes, agresiones y ataques que vulneran los derechos humanos de todo el pueblo venezolano, atropellan las normas establecidas en el derecho público internacional y constituyen un crimen de lesa humanidad».
Agrega que «un gobierno que se jacta de defender los derechos humanos y los principios de la democracia, no hace sino revelar una vez más su carácter autoritario, cruel y mentiroso, su irrespeto a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos». Igualmente, «su condición esencialmente colonialista que pretende, a través de todo tipo de presiones, someter por la fuerza al pueblo libre de Venezuela».
El documento aclara que Venezuela conduce sus relaciones internacionales bajo los principios de la solidaridad entre los pueblos y de la diplomacia de paz.
«Jamás podría ser calificada de amenaza, antes bien, sus muestras de compromiso con la estabilidad regional, con la resolución pacífica de los conflictos y con las relaciones de cooperación y complementariedad, han quedado registradas en la memoria de los pueblos», indica.
En el comunicado que publicó el canciller Yván Gil, la tarde de este jueves, se reitera que la soberanía de Venezuela es inquebrantable. «Ninguna agresión, por grande que sea, doblegará la voluntad democrática de su pueblo, su gobierno constitucional, legítimo y revolucionario».
Asegura, finalmente, que espera que Estados Unidos «desista de esta absurda política llena de soberbia y condenada al fracaso» y, en cambio, opte por una «política civilizada donde imperen los principios de la diplomacia y el respeto mutuo».
