Con la Batalla de San Félix nació la libertad política de América

Se cumplen 201 años del decisivo combate

Ganó la posesión de la rica provincia de Guayana, que cambió la faz a la guerra de independencia y tuvo impactos como permitir la creación del Correo del Orinoco, el Congreso de Angostura y el Congreso Fundacional de Colombia

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Con la Batalla de San Félix nació la libertad política de América ya que ella desmanteló al poderoso ejército realista, enviado por España para enfriar el fuego libertario en América. Con ella en primer lugar se ganó la posesión de la rica provincia de Guayana, cuyo control le cambió permanentemente la faz a la guerra de independencia, al dar a los patriotas una sólida base económica para obtener alimentos, uniformes e implementos militares; pudieron comerciar libremente con las Antillas y otros territorios de ultramar y ser dueños de la inmensa autopista fluvial que representa el Orinoco.

Más adelante las repercusiones fueron de mayor proyección: se fundó el Correo del Orinoco para contrarrestar el nocivo efecto que surtía la prensa en manos de los adversarios, lo que marcó un hito en el uso de los órganos impresos en la difusión de la causa de los pueblos oprimidos.

Luego se convocó, instaló y sesionó el Congreso fundacional de Colombia y se creó la República homónima, paso primigenio de la integración americana, y el Libertador dio inicio a las campañas liberadoras de la Nueva Granada y del Sur, que le permitieron llegar hasta Ayacucho.

Así lo expresó Omar Hurtado Rayugsen, profesor del Instituto Pedagógico de Caracas (UPEL) e investigador del Centro Internacional Miranda, de la Escuela Venezolana de Planificación y del Centro Nacional de Estudios Históricos, quien subrayó que gracias al impacto de esa gran batalla, desde 1818 Guayana nunca ha dejado de ocupar un lugar destacado en los proyectos de país que se han elaborado.

“La unión de los ejércitos patriotas de oriente y occidente para la Batalla de San Félix nos enseña el valor estratégico de la unidad, que se plasma en nuestros días en los organismos de integración entre los pueblos, como el ALBA, la Unasur, Petrocaribe y sobremanera la Celac, que son visualización de la Patria Grande impulsados por el pensamiento de Hugo Chávez Frías, ejemplo de cómo en los procesos revolucionarios que realmente aspiren a garantizar la victoria popular, no tiene cabida la improvisación”.

Nos enseña a apoyarnos en la producción desde adentro, al valorizar el rico potencial de Guayana en beneficio de la causa patriota. Así lo entendió Chávez, cuando diseñó –de la mano con los sectores populares- el Plan de la Patria en el que se reivindica nuevamente a Guayana desde una óptica prospectiva entre los novísimos instrumentos del Estado: el Arco Minero y el proyectado Plan de la Patria 2019-2025.

Un momento especial

El profesor Hurtado Rayugsen enfatizó que esta batalla ocurre en un momento coyuntural de nuestra guerra de independencia, pues hasta entonces la acción bélica había favorecido unas veces a los patriotas y otras a los realistas.

En los años 10 y 11 la victoria fue para la liberación de las otrora colonias. El 12 fue nefasto para la causa nacional y asciende violentamente la restauración monárquica. El 13 triunfan las campañas admirables de oriente y occidente y, por primera vez, Simón Bolívar obtuvo el reconocimiento como máximo conductor y el título de Libertador.

“Todo feneció el terrible año 14 ante la masa popular que seguía las órdenes de la reacción. En 1815 llegan desde España quienes a sangre y fuego ocupan gran parte del territorio ante el intento de reorganizarse de los patriotas y refulge el genio político de Bolívar en la Carta de Jamaica, uno de sus documentos fundamentales”, aseveró el investigador.

El 16, es la expansión territorial colonialista y la tenaz resistencia de los patriotas en los llanos y al sur del Orinoco, y el 17 se da el avizoramiento de la importancia geoestratégica de Guayana, de la que ambos bandos se aprestan a apropiarse, señaló.

Hace énfasis en que desde el último tercio del año 16, los patriotas habían recuperado una parte del territorio oriental, pues la batalla del Juncal, les permitió abrir un corredor desde el litoral, hoy anzoatiguense, hasta las riberas del Orinoco.

Se le suma la acción de José Antonio Páez, José Tadeo Monagas y Pedro Zaraza; el primero en los llanos del sur y los segundos en las pampas orientales. Y Morillo, obligado a sofocar la “guerra de guerrillas” que había entre las cuencas del Caroní y del Caura, no pudo concentrar su contingente en un solo, para realizar su severa actuación “pacificadora”.

Hurtado cita la carta de Piar a los rebeldes que accionaban en nuestras llanuras, en la que les llama a la unidad para aprovechar tan importante coyuntura: “Ella es la fortaleza de Venezuela… nos ofrece recursos para proveernos de lo necesario… La ocupación de Guayana debe ser… con preferencia el objeto de nuestros esfuerzos”, y destaca cómo pudimos arribar al preludio de una de las más importantes campañas de nuestra magna gesta.

El combate

El profesor Hurtado contó que Piar, Manuel Cedeño y Pedro Miguel Chipia realizan una serie de movimientos desestabilizadores, nada convencionales, dirigidos a desconcertar y alejar a los realistas de las fortificaciones de Angostura y Guayana la vieja.

“Ante la imposibilidad de lograrlo, se dirigen hacia las ricas Misiones del Caroní, verdadero granero que los misioneros capuchinos, mediante prácticas esclavizadoras, habían perseverado a favor de la corona. Logran la liberación de más de 40 pueblos de misiones y se ganan la adhesión incondicional de los pueblos indígenas, víctimas de explotación inhumana”, continúa.

Los monárquicos intentan recuperarlos y el 11 de abril de 1917 se produce en la Sabana de Chirica, cerca de San Félix, la gran confrontación armada, con mil seiscientos infantes realistas, con dos piezas de artillería, reforzadas con diez cargas de metralla y un cuerpo de caballería de 200 efectivos, comandados por el brigadier general Miguel de la Torre. Y por el lado patriota, además de Piar, Cedeño y Chipia, los coroneles José Antonio Anzoátegui, Pedro León Torres, Pedro Hernández, Pedro Briceño Méndez y Bartolomé Salom y el teniente coronel José María Landaeta, con 1.200 soldados de infantería distribuidos entre 700 fusileros y seis escuadrones y 500 indígenas armados de lanzas y flechas, que fueron decisivos en el triunfal desenlace.

El ejército realista quedó desmantelado. Para darnos una idea del descalabro que entre los defensores del Rey produjo esta derrota, resaltaremos que el brigadier La Torre pudo escapar a duras penas con algunos oficiales y unos 50 soldados. Huyó a Puerto Rico, desde donde retornó a Venezuela, solo para dirigir las fuerzas realistas durante el declive final del Imperio Español en esta tierras.

Han dicho los estudiosos del arte militar que esta batalla es la única de la guerra de independencia totalmente planificada previamente, maravillosamente ejecutada conforme a lo previsto y en la que no se dejó nada al azar, recalcó el especialista.

T/ Mercedes Aguilar
F/ Archivo CO
Caracas