Algunas cosas se pueden ver solo en Japón. La Policía de Kagoshima, una tranquila ciudad en el sur del país, vigiló durante una semana un auto que estaba estacionado abierto frente a un supermercado con un ‘pack’ de cervezas en el asiento. Cuando finalmente un transeúnte decidió tomar una de las botellas, cinco oficiales se abalanzaron sobre él, atrapando a uno de los pocos infractores de la ley que quedaban en la ciudad.
Las calles desordenadas de Japón no siempre son bonitas, pero son muy seguras, explica la revista ‘The Economist’. En ese país asiático, las tasas de delincuencia han caído durante 13 años. La tasa de homicidios es de 0,3 por cada 100.000 personas y está entre las más bajas del mundo. Con una pistola fue asesinada una sola persona en todo el año de 2015. Incluso los famosos gánsteres de la yakuza, que alguna vez fue una poderosa fuerza criminal, han resultado debilitados por leyes más duras.
Sin embargo, la Policía japonesa está creciendo en número: los oficiales de patrulla, conocidos como omawari-san, se encuentran fijos en la mayoría de los barrios. Japón tiene más de 259.000 oficiales uniformados, 15.000 más que hace una década, cuando los índices de delincuencia eran mucho más altos.