Concierto para Cuatro de Orlando Cardozo sonó más allá de las fronteras venezolanas

La sonoridad y versatilidad del cuatro venezolano se hace notar cada vez más, incluso en espacios académicos no solo de nuestro país sino además en el extranjero, como ocurrió el pasado 16 de abril cuando sonó, por primera vez fuera de nuestras fronteras, el Concierto No.1 para cuatro, cuerdas y percusión, obra del compositor y docente, Orlando Cardozo, seleccionada, en esta oportunidad, por la batuta cubana, Laura Miranda, como parte de un repertorio configurado para cumplir compromisos académicos de fin de año, correspondientes a la Maestría en Dirección Orquestal, en la University of South Florida, de Estados Unidos, bajo la tutela del profesor William Wiedrich.

El Concierto No.1 para cuatro, cuerdas y percusión del maestro Orlando Cardozo se estrenó en marzo de 2012 en la Sala Simón Bolívar del Centro de Acción Social por la Música (CASPM), con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y Carlos Capacho como solista, todos bajo la batuta de Raimundo Pineda.

Posteriormente, la obra sonó en abril de 2014, en la Sala José Félix Ribas del Complejo Cultural Teresa Carreño (TTC), con Edward Ramírez en el cuatro, acompañado por la Orquesta Filarmónica Nacional (OFN) dirigida por el maestro Pablo Morales.

En el recital de Estados Unidos el solista invitado fue el cuatrista Vicente Mendoza, casualmente ex alumno del propio Orlando Cardozo en la materia de Cuatro Solista en la Unearte (Universidad Nacional Experimental de las Artes) a quien el autor describe como “un joven con gran talento y dedicación al instrumento”.

De acuerdo a un documento que hizo llegar la directora cubana al Correo del Orinoco, para ella este recital, que tuvo lugar en el Lewis & Enid Barness Recital Hall de la  University of South Florida, fue una experiencia de gran valor, no solo en materia académica, sino además desde el punto de vista artístico, especialmente por la posibilidad que tuvo de hablar directamente con el autor de la obra para tener, de primera mano, hasta el más mínimo detalle sobre la interpretación.

“Eso fue de gran ayuda para mí y para la orquesta, ya que no tuve que inventar o asumir nada, pues el mismo compositor lo aclaraba”, celebró Miranda.

El Caribe en la sangre

Por su herencia cubana, para Laura Miranda no fue de extraordinaria dificultad comprender y encarar la dirección de esta obra que el autor circunscribe dentro de un “criollismo académico” que conjuga su formación en la música popular venezolana con su preparación académica.

No obstante la música popular venezolana tiene sus complejas particularidades que obligaron a Miranda a escuchar, varias veces, grabaciones del concierto y música venezolana, como el  joropo, para relacionarse mejor con el estilo musical que plasmó el maestro Cardozo en su Concierto No.1 para cuatro, cuerdas y percusión.

Inclusive, reconoció la directora, esa complejidad propias de la música popular venezolana fue de considerable exigencia para los músicos que la acompañaron. En este sentido, los principales desafíos se relacionaron con los ritmos sincopados en algunos pasajes de la obra que debieron practicarse por separado, en cada sección de instrumentos, para luego ensamblarlos.

Además, aunque la métrica, en algunos segmentos, está escrita en 3 por 4 “se siente en 6 por 8 y tuve que cambiar la métrica y dirigir en 6 por 8 en algunos compases para que los músicos sintieran los ritmos. O la música estaba escrita en 6 por 8 y yo la dirigí en 3 por 4 para que se les hiciera más fácil los ritmos” reveló la directora.

Los músicos, todos estudiantes de la Universidad del Sur de la Florida, no están familiarizados con la música venezolana, o música latinoamericana en general. “Los ritmos a contra tiempo, sincopados, causaron confusión al principio, pero eventualmente (los instrumentistas) fueron agarrando confianza con la práctica. Cuando el solista del cuatro (Vicente Mendoza) se unió a la orquesta, todo tuvo más sentido para la orquesta y pudieron sentir mejor la esencia de los ritmos venezolanos”, contó Miranda.

Aunque durante la interpretación, como es natural, Laura Miranda estaba de espaldas al público, supo que la audiencia se movió en sus asientos al ritmo de la música. “Teníamos audiencia de Venezuela, y muchos de ellos estaban llorando de la emoción. Después del concierto se nos acercaron dos personas originalmente de Venezuela comentando que habían llorado de la emoción, y nostalgia que esa música les hacía sentir por su tierra. Me agradecieron por presentar ese tipo de música en un concierto como ese”, celebró la directora que aspira interpretar la obra de Cardozo, apenas surja la oportunidad.

Algunas de los músicos que participaron en esta obra musical dieron su testimonio para el Correo del Orinoco:

Andrew Ohler (Violín II): “En una palabra, lo describiría como “Audaz”. La pieza es fluida e impredecible. Se siente como si el compositor te estuviera llevando por un viaje emocionante con sus ritmos audaces y hermosas armonías”.

Syd Anderson (1ra silla chelo):“Creo que describiría el concierto como una danza tumultuosa. Y fue genial tocarlo, tantas síncopas divertidas que no se encuentran a menudo en la música clásica occidental”.

Caitlin González (contrabajo): “La pieza fue muy animada e íntima. Hubo muchas partes divertidas interpretadas por cada uno de los instrumentos que a veces eran un poco más serias e íntimas, y luego se volvían muy animadas y bailables. Leer los ritmos no fue tan difícil como fue divertido tocarlos. Una vez que se descifraron los ritmos más complicados, se volvieron cada vez más naturales para tocar. Especialmente cuando todos los ritmos únicos de cada instrumento se juntaron, encajaron como piezas de un rompecabezas”.

“Fue muy útil como músico acompañar un instrumento único y en un género único. Siempre es beneficioso adquirir experiencia con nuevas culturas musicales, así como con instrumentos destacados en esas culturas. Considerándolo todo, fue una gran pieza para interpretar, ¡y me alegro de haber tenido un gran director!”

Daniel Meléndez (percusión): “Creo que la palabra que me viene a la mente es “caprichoso”, especialmente el segundo movimiento. La melodía te lleva a través de un viaje que se siente como enamorarse y desgarrarse al mismo tiempo. Tocar el concierto fue realmente inspirador para mí porque la música se sentía como la combinación perfecta del estilo de música que crecí escuchando con mi familia mezclada con la música clásica que dediqué a estudiar durante mi carrera. ¡Me encantaría ver más música que combine estas ideas!”.

T/Luis González F/Archivo