Es alto si la mujer tiene más de 88 centímetros y el hombre más de 102|Confirman que el riesgo cardiovascular se puede medir con un centímetro en la mano

Para saber si el corazón está sufriendo (no por las decepciones amorosas, sino por la enfermedad) hay muchas herramientas especializadas, pero existe una al alcance -literalmente- de la mano: el centímetro. Está más que demostrado que el diámetro de la cintura revela si la salud del corazón es buena o mala.

“La circunferencia abdominal es un indicador de la presencia de grasa intraabdominal que produce alteraciones metabolicas que aumentarán el riesgo cardiovascular”, señala la médica Dayana Afonso, especialista en medicina estética, obesidad y antienvejecimiento del Centro Médico Energía Vital Activa.

Esa grasa es un dolor de cabeza para las mujeres y para los hombres por razones estéticas: nadie quiere que le salga un inoportuno “cauchito”. Pero además de no ser bien recibida por sus portadores también “tiene una respuesta fisiológica diferente de la de otro tipo de grasa, como la que está presente en la cadera”, precisa Afonso.

Actualmente se considera, “y hay estudios que lo demuestran”, que esta grasa “actúa como un órgano endocrino, puede secretar productos que tienen efectos sobre diferentes órganos”.

Los números de la preocupación ya están claros para la Organización Mundial de la Salud (OMS): una mujer tiene alto riesgo cardiovascular cuando el diámetro de su cintura supera los 88 centímetros, y un hombre comparte esta situación cuando su cintura supera los 102 centímetros. Se considera que las mujeres están en riesgo si su cintura mide de 80 a 87 centímetros, y los hombres también si la suya se ubica entre 94 y 101 centímetros.

IGUAL RIESGO

Esta grasa, explica Afonso, “se porta de la misma manera en diferentes edades, por lo que es importante la formación desde la infancia para una buena alimentación”. Destaca que los efectos son acumulativos, y que “a lo mejor no los vemos en un niño, pero al pasar los años, con una mala alimentación y sedentarismo, encontraremos a una persona de 30 años con la enfermedad cardiovascular propiamente dicha”. El peligro no distingue sexo: “Mujeres y hombres lo tienen”.

La médica no tiene la menor duda de que, si el centímetro muestra que hay riesgo, “se debe empezar a tomar medidas”. Y subraya que no es solo la circunferencia abdominal la que atenta contra el corazón, sino también factores como herencia, mala alimentación, antecedentes familiares de colesterol y triglicéridos elevados.

“Sin duda alguna son los hábitos de vida poco saludables los que hacen que la cintura aumente. Se debe llevar una alimentación sana, con elementos de cada uno de los grupos alimenticios y suprimir el consumo de azucares refinados y grasa saturadas”, manifiesta.

En los problemas cardiovasculares también pesan -como factores modificables- el sedentarismo y la ausencia de actividad física constante. “Lo idea es practicar actividad física cardiovascular y de fuerza, para que aumente el gasto calórico”.

COMER MEJOR, MOVERSE MÁS

La alimentación sana debería ser una regla de oro desde el nacimiento, con la lactancia materna exclusiva por lo menos hasta el sexto mes de vida. “Todos los días hay que inculcar en las niñas y en los niños buenos hábitos alimenticios, porque cuando somos adultos es complejo introducir cambios. La idea, por ello, es educar a los niños desde pequeños”, asevera. No deja de llamarle la atención el que se siga presentando la comida no sana como un premio para las pequeñas y los pequeños.

En cuanto a las personas adultas, su gran recomendación es buscar a profesionales del área en lugar de seguir dietas recomendadas por amigos o sacadas de internet. “Los regímenes alimentarios deben ser personalizados”, insiste.

Si de actividad física se trata, Afonso reitera que lo importante es comenzar cuando se pueda, independientemente de la edad. “Hay, incluso, natación para bebés”, comenta. Es importante, en todo caso, antes de dar inicio a una rutina de sudores, consultar al médico o al personal preparado. “Lo ideal es practicar actividad física cardiovascular por 20 minutos 5 veces por semana, además de ejercicios de resistencia para aumentar la masa muscular”.

Al bajar de peso, apunta, “se reduce la grasa de la cintura, pero debe hacerse bajo control médico”. Cuando un individuo se pesa en su casa “recibe un valor neto: hace un mes pesábamos 60 kilos y ahora pesamos 58 kilos, pero no sabemos si se perdió masa muscular, agua o grasa visceral. Por ello lo mejor es tener la consulta especializada, con evaluación antropométrica para saber si lo que se pierde en peso es grasa corporal”.

NO ES MISIÓN IMPOSIBLE

Por diferentes causas el metabolismo de las personas cambia con la edad, recuerda Afonso. Ello implica que, después de los 27 años, haya un cambio. “El envejecimiento empieza después de los 27 años; cuando descienden los niveles de hormona del crecimiento se afecta el metabolismo de los carbohidratos”, puntualiza. Por ello “hay que descansar de manera adecuada”, a fin de mantener una buena salud pero también “activar el metabolismo de los lípidos”. ¿Se puede reducir, entonces, la cintura? “Sí se puede”, es la respuesta decidida de la especialista.

LA LIPOSUCCIÓN REALMENTE NO ACABA CON EL PROBLEMA

Cualquiera pensaría que, si el problema es el diámetro de la cintura, basta con una liposucción para resolverlo. Pero Diana Afonso se encarga de aclarar que no es así.

“Este es un concepto errado”, precisa, porque “la liposucción es una técnica para esculpir el cuerpo, no para adelgazar”. La solución para la grasa de la cintura, la que incide sobre el corazón, es una buena alimentación y ejercicio.

Afonso también enfatiza que persisten mitos, como la creencia en dietas y pastillas milagrosas, así como tratamientos “mágicos” que poco tienen que ver con la realidad. “Hay que cambiar los hábitos de vida”, remarca.

T/ Vanessa Davies
F/ Cortesía