Conspiración antibolivariana asaltó el poder y sembró el terror los días 12 y 13 de abril

Las víctimas del golpe de abril se reunieron en Puente Llaguno

Pedro Carmona Estanga se autojuramentó como Presidente. Dos decretos disolvieron los poderes públicos. En las calles se producía una feroz represión, el asalto de la embajada cubana y la persecución de dirigentes chavistas

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El 12 de abril a las 5:30 de la tarde, Pedro Carmona Estanga se juramentó como Presidente interino entre aplausos de los asistentes al Palacio de Miraflores. Sendos decretos de constitución del “Gobierno de Transición Democrática y de Unidad Nacional”, secundaron la disolución de los poderes públicos. Entre los gritos y vítores de los congregados se escuchó un “te queremos, Pedro”, dicho por uno de los asistentes arrebatado por la emoción.

A esa hora se desconocía el paradero del presidente Chávez; el pueblo en las calles comenzaba a reagruparse. Los grupos policiales buscaban por todos lados a Diosdado Cabello, a Freddy Bernal, a Aristóbulo Istúriz y demás dirigentes chavistas acusados por la derecha de cómplices y responsables de los muertos de Puente Llaguno por parte del rrrégimen. En paredes del este de la ciudad se escribieron las direcciones de líderes revolucionarios.

José Luis Fernández Morillo

Julio Borges, rodeado por toda la dirigencia de Primero Justicia, exigía que, para “destrancar el juego”, debían renunciar todos los diputados, y demás altos cargos de la administración pública.

Durante el día, en los programas televisivos, los protagonistas militares del golpe, orgullosos y complacidos, echaron el cuento de cómo orquestaron el plan y dieron gracias a los medios de comunicación, cuyo apoyo fue decisivo. Gracias Televen. Gracias Venevisión. Gracias Globovisión.

El 12, mientras los conjurados negociaban en Miraflores los cargos ministeriales, en las calles la Policía Metropolitana desataba una feroz represión contra el pueblo. Se produjeron allanamientos. La televisión mostró cómo Rodríguez Chacín fue sacado de su apartamento en medio de puñetazos y coscorrones propinados por un puñado de gente llena de odio. A Tarek William Saab también lo sacaron del hogar y lo mostraron arrinconado dentro de una camioneta.

En la embajada de Cuba se vivieron momentos desesperados cuando una turba, entre los que estaban los anticastristas Ricardo Koesling , y Salvador Romaní, se presentó ante la sede. La televisión mostró los destrozos de los carros causados por los enfurecidos, y transmitió la llegada de Capriles Randosnsky, alcalde de Baruta, quien mediante una escalera pasó el muro de la Embajada y luego en diálogo con el embajador exigió revisar la sede.

“Diosdado Cabello y su combo van a tener que comerse las alfombras”, amenazó un hombre, mientras jurungaba una alcantarilla para cortar el servicio eléctrico. Les dijo que les iba a quitar la luz y el agua.

Ayer, aquí en Caracas, Ernesto Villegas, ministro del Poder Popular para la Cultura aseguró que “el golpe de abril fue una conspiración antibolivariana que fue respondida con una acción popular bolivariana que restituyó a Chávez en el poder”. Villegas estuvo presente en el acto que se llevó a cabo en la Cuadra de Bolívar, donde se anunció la apertura de postulados al Premio Nacional de Historia.

Despejar los obstáculos

José Luis Fernández Morillo, de 48 años, cuenta que estuvo en las calles de Caracas entre la gente de pueblo que pedía a gritos la libertad de Hugo Chávez. La Policía Metropolitana reprimió a tiros y perdigonazos. Una bala que dio contra el piso, rebotó y fue directamente a su frente. Quedó sordo y ciego. En ese momento clamó al Cristo Redentor, a quien le atribuye haberle salvado la vida. Por ellos porta una Biblia entre las manos. En el Palacio Blanco un sargento le curó la herida y le puso un analgésico para aliviar el fuerte dolor.

“Yo le doy gracias al presidente Maduro por haberme dado una casa”, señala Fernández Morillo.

Ayer, un grupo de combatientes de Puente Llaguno se acercó al monumento, en la avenida Urdaneta, como suelen hacerlo todos los años por esta fecha.

En la Cuadra Bolívar, vieja posesión de la familia de El Libertador, en donde el Niño Simón recibió lecciones de Simón Rodríguez, Ernesto Villegas recordó que en Miraflores los golpistas retiraron el retrato de Bolívar y suprimieron el apellido “Bolivariana” como uno de los nombres de Venezuela. Aseveró que una movilización popular devolvió a Chávez a Miraflores y restituyó el nombre arrebatado.

«Nosotros con la conciencia y la memoria intacta vamos a despejar el camino de los obstáculos que le han atravesado para lograr una sociedad justa, de fraternidad e igualdad, y de máxima felicidad posible como propuso el Comandante Chávez”, dijo.

T/ Manuel Abrizo
F/ Gustavo Frisneda
Caracas