Por Marcel Roo|La conspiración (Opinión)

La conspiración, este vocablo que anteriormente era atribuido a grupos de personas quienes a escondidas y en el mayor de los secretos se dedicaban a tramar procedimientos para derrocar a los gobiernos que no le eran de su simpatía, se convirtió en la época contemporánea en el “modus operandi” del imperialismo y sus acólitos del mundo industrializado occidental.

Sería muy largo enumerar los hechos conspirativos contra los gobiernos que han trazado caminos independientes del gran capital. Sin embargo, tomemos como ejemplos algunos sucesos:

En 1953, el primer ministro de Irán, Mohammad Mossadegh, democráticamente electo, fue víctima de una conspiración orquestada por la CIA con el financiamiento de Gran Bretaña y Estados Unidos. La causa: en marzo de 1951 Mossadegh nacionalizó el petróleo, lo que significó una afrenta contra las empresas petroleras británicas y estadounidenses que se habían adueñado del crudo iraní. Derrocado el primer ministro colocaron al frente del gobierno al Sha de Irán, un títere de los intereses imperialistas.

En América Latina, Jacobo Arbenz fue elegido democráticamente presidente de Guatemala en 1950 y al promulgar la reforma agraria suscitó la ira del presidente estadounidense Dwight Eisenhower, quien tramó el complot para derrocarlo, porque dicha reforma pretendía expropiar a la poderosa United Fruit Company que poseía más del 50% de las tierras cultivables guatemaltecas.

En Chile, hace 40 años, Salvador Allende fue culpable de nacionalizar el cobre, lo que desató la conspiración de Richard Nixon, Henry Kissinger y la CIA, junto a los traidores internos que siempre están a la orden del mejor postor.

Y lo más reciente: Libia con invaluables reservas de oro y petróleo, pero con Muammar Gaddafi cada vez más incómodo para Francia y los otros países de la Europa Occidental monitoreados por Estados Unidos, pagó, al igual que Saddam Hussein en Irak, su rebeldía a las órdenes imperialistas.

Eso es lo que ocurre con Siria actualmente. Bashar Al Assad es intolerable para el imperialismo y sus aliados europeos, los cuales han armado la gran conjura para sacarlo del poder y apoderarse de las grandes reservas de gas y de petróleo que posee ese país.

Hoy en día hay que estar más alertas que nunca, pues está demostrado que la conspiración también está presente en Venezuela, ávida por llevarse nuestro petróleo y ponerle mano a nuestras reservas naturales.