Constituyente y economía

 

Por Jesús Faría

1.- La coyuntura actual

Estamos atravesando la coyuntura más compleja de la Revolución Bolivariana. La agudización de las contradicciones con el imperialismo y la derecha local ha escalado a niveles desconocidos. Su obsesión golpista se exacerba de manera peligrosa y despiadada.

La guerra económica reactivada con virulencia en los últimos 2 años ha tenido como propósito minar las bases de la gobernabilidad del país y provocar un estallido social, que derroque al Presidente Nicolás Maduro.

El propósito de caotizar el país por esa provocó una importante derrota a las fuerzas revolucionaria en las elecciones parlamentarias del 2005. Sin embargo, no concretó su meta fundamental de restaurar el poder político de la oligarquía. No lograron ese objetivo ni siquiera con el mayor apoyo financiero interno y externo, la masiva campaña comunicacional basada en las más infames mentiras y la descarada injerencia imperial.

Un colosal esfuerzo de resistencia popular encabezado por el PSV, así como los avances del gobierno revolucionario en materia de recuperación económica y en las políticas sociales, lograron contener la feroz agresión.

Ante ese nuevo escenario, a partir del mes de abril la derecha y sus tutores extranjeros pasaron a una nueva fase de su plan golpista. La violencia, el terrorismo y los ataques armados se convirtieron en la punta de lanza de sus planes. El mes de abril se convirtió en un período de criminales ataques contra el pueblo, pero también de una impresionante movilización popular en respaldo al Pdte. Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana.

2.- La necesidad de la Constituyente

La violencia exacerbada de la derecha y la fortaleza del chavismo en las calles, ofrecieron un escenario al Pdte. Nicolás Maduro para la decisión audaz y acertada de convocar a la Constituyente.

Uno de los propósitos fundamentales de la Constituyente es ofrecerle a nuestro pueblo una alternativa democrática y pacífica frente a la política terrorista de la derecha.

Esta propuesta constituye una iniciativa constitucional, reflejada en el Constitución del 99 a través de su artículo 348, que faculta al Presidente Maduro a convocar el proceso constituyente.

Es una propuesta profundamente chavista, porque su convocatoria y las propuestas de debate en su seno están inspiradas en el legado del Comandante Chávez.

Finalmente, es democrática, porque se convoca al pueblo, depositario del poder constituyente originario, a construir ese proceso a través del dialogo, el debate, la movilización, así como del voto universal, directo y secreto.

La derecha rechaza con cinismo cualquier iniciativa popular, porque trastoca sus planes guerreristas, desplaza sus estructuras elitesca, minimiza el condicionamiento de los resultados electorales por el poder económico y mediático. Su desprecio por el pueblo imposibilita un apoyo a esta Constituyente.

El éxito de la propuesta constituyente y, por lo tanto, la política de la paz y la democracia dependerán de las fuerzas del chavismo para desmontar las más inmundas mentiras que atentan en contra de la Constituyente. Nuevamente se enfrentan las fuerzas de la verdad contra la mentira.

Además de una mayoría chavista en el seno de la Constituyente para preservar la paz y la Revolución Bolivariana, es de vital importancia garantizar una participación electoral que la blinde. Una vez más la correlación de fuerzas determinará el desenlace de este proceso histórico. En tal sentido, el ascenso del chavismo, su prestigio y su fortaleza popular nos permiten ver con optimismo este nuevo desafío.
3.- La coyuntura económica actual

Sin lugar a dudas, los esfuerzos de la contrarrevolución para el fracaso de la constituyente se fundamentan en su política terrorista, pero esencialmente en la situación económica del país.

El escenario de especulación exacerbada, escasez y contracción de la economía es explotado (y fomentado a través de la guerra económica) por la oposición para generar malestar y protestas.

No obstante, no han logrado articular manifestaciones populares contra el gobierno bolivariano. Lo que estamos observando actualmente es una especie de rebelión de los ricos y las capas medias, potenciada por el empleo de grupos hamponiles muy violentos, contra una revolución popular.

Superar la crisis económica es una tarea prioritaria. Dicha crisis tiene tres dimensiones estrechamente relacionadas. En primer lugar, el colapso del modelo rentista genera grandes perturbaciones en el país. Definitivamente, los ingresos petroleros son insuficientes para cubrir las importaciones y la inversión del Estado.

Esta crisis se agudiza dramáticamente con la caída brutal de los precios petroleros (en más de un 75%), ocasionada por diversos factores, entre ellos la estrategia de Washington de desestabilizar a Rusia, Irán y Venezuela. Esto impactó duramente a una economía crecientemente dependiente de las importaciones desde los años 70.

Finalmente, la guerra económica ha jugado un papel crucial en la actual crisis económica. Atacaron nuestra moneda, los mecanismos de distribución de alimentos, la capacidad de financiamiento externo… La confianza en nuestra economía fue muy afectada por la feroz campaña mediática,

Para superar la crisis económica y la conflictividad política es imprescindible fortalecer la base económica del país. Esa es una tarea que recae también sobre la Constituyente.

4.- La economía en la Constituyente

Un primer impacto de la Constituyente en el ámbito económico consiste en el desplazamiento del clima de terror y violencia, que ahuyenta la inversión y deteriora el desempeño de la economía, por un escenario de encuentro democrático y debate civilizado. La Constituyente debilita la estrategia de guerra económica, que actualmente se centra en la violencia política.

Por otra parte, en la propuesta del presidente Nicolás Maduro el tema económico ocupa un papel especial. El agotamiento del rentismo es más que evidente y el modelo productivo alternativo a éste tiene que estar plasmado en la Constitución.

En este sentido, la industrialización de sustitución de importaciones y promoción de exportaciones como vía para el desarrollo económico nacional debe adquirir rango constitucional, con lo que contribuirá a que dicha estrategia se convierta en una política de Estado.

La diversificación de la economía, el rol promotor del Estado y la amplia participación del sector privado son elementos esenciales de este modelo industrializador.

Asimismo, es necesario incorporar el papel que se le asigna al capital extranjero en nuestro desarrollo. Las inversiones extranjeras deben ser promovidas en nuestro país en función del desarrollo de la nación. Ambos factores no son incompatibles y su incorporación en la Constitución proyectaría mayor confianza en nuestra economía hacia los actores económicos internacionales.

Nuevos mecanismos de distribución de bienes y servicios vitales para la población y el desarrollo nacional son temas muy actuales y de interés de una Constituyente.

Es fundamental el debate sobre mecanismos eficientes para combatir la caída de los precios petroleros. Lo que recogió la Constitución del 99 no es viable y los años venideros no proyectan estabilidad ni fortaleza en el desempeño de los precios petroleros internacionales.

Finalmente, y no menos importante, es preciso definir el rol de los trabajadores en el desarrollo de las fuerzas productivas, en la administración de los recursos económicos, en la dirección de unidades productivas.

La situación actual del país evidencia que no solo es preciso garantizar el cumplimiento de la actual Constitución, sino que se reclama su actualización en el marco del legado del Comandante Chávez.